Falsa polémica: la Mezquita-Catedral - Alfa y Omega

Falsa polémica: la Mezquita-Catedral

«Desde 1236 el titular del inmueble es la Iglesia católica. Así lo otorgó el Rey Fernando III el Santo cuando reconquistó Córdoba. En casi ochocientos años el reconocimiento de la titularidad de la Iglesia sobre el monumento ha sido constante, sin ninguna contradicción»

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Foto: Valerio Merino

¿Te vas ya, Amelia? «Sí, mamá. Voy a Misa a la mezquita. Hemos quedado a las once en la Capilla del Sagrario». Un domingo por la mañana en una casa de Córdoba. «A Misa a la mezquita». Como Amelia, la inmensa mayoría de los cordobeses no tienen ningún problema con la mezquita-catedral consagrada al culto católico.

Pero algunos se empeñan en crear una falsa polémica. Empezaron con el intento de prácticas islámicas en la catedral que hace ocho siglos que dejó de ser mezquita. Siguieron con denuncias de «usurpación» ante el Ministerio de Hacienda, así como por diversos delitos ante el Juzgado de Instrucción n.º 6 de Córdoba. Todas estas actuaciones han sido archivadas. Han llegado a proponer la expropiación, a imaginar a Córdoba convertida en La Meca de Occidente, etcétera. Hoy algunos estados islámicos tienen muchísimo dinero y Al Qaida reivindica Al Ándalus con una foto de la mezquita-catedral.

Y arrastran con su pretendido «buenismo» a algunos, llegando a afirmaciones ridículamente poéticas: según un informe de este año del Ayuntamiento de Córdoba, el monumento, Patrimonio Nacional en 1882 por Alfonso XII y declarado Patrimonio de la Humanidad (1984) de Valor Universal Excepcional (2014), tiene un único dueño: «Todos los ciudadanos y ciudadanas (os/as, ¡cómo no!) del mundo, pertenecientes a cualquier tiempo o época, sin distinción de pueblos, naciones, culturas o razas». Sin comentarios.

En el monte Athos, en Grecia, sus veinte monasterios gozan de un especial régimen jurídico, y se prohíbe la entrada en el monte a las mujeres (ciudadanas). ¿Hay entonces que regañar a la Unesco por declararlo Patrimonio de la Humanidad en 1988?

Desde 1236 el titular del inmueble es la Iglesia católica. Así lo otorgó el Rey Fernando III el Santo cuando reconquistó Córdoba. (Ahora los «buenistas» no dicen conquista, sino «la entrada» del Rey en Córdoba. El uso por los nazis de las palabras como arsénico, según explicó Kemperer). Alfonso X el Sabio, el arzobispo Rodrigo Ximenez de Rada, el Papa Gregorio XIII, el Rey Felipe IV, el Ayuntamiento de Córdoba, la Junta de Andalucía, etcétera En casi ochocientos años el reconocimiento de la titularidad de la Iglesia sobre el monumento ha sido constante, sin ninguna contradicción.

Se ha pretendido criticar la inscripción (inmatriculación) en el Registro de la Propiedad hace diez años, olvidando que el acceso al Registro no otorga la propiedad, solamente la publicita. Se quiere desconocer que el procedimiento de inmatriculación utilizado por la Iglesia, y que ha estado vigente hasta el año pasado, tenía un origen histórico justificado por la creación del Registro de la Propiedad en 1861 y los problemas consecuencia de las leyes desamortizadoras, y basta examinar las normas al respecto de los siglos XIX y XX. El acceso al Registro de los templos católicos estuvo impedido hasta 1998, cuando se suprimió esta discriminación a la Iglesia católica respecto del resto de las confesiones, que sí podían inscribir sus lugares de culto. Siempre es útil repasar la historia de las normas.

La Iglesia es la titular del edificio, y ante este hecho incuestionable algunos hablan de expropiación. Pero ¿cuál sería la utilidad pública para justificar esa privación de un bien? La propiedad de los lugares de culto de las confesiones religiosas está garantizada, así como la libertad religiosa, que, según el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, es uno de los cimientos de la sociedad democrática. ¿Y cuál sería y quién abonaría la «reparación integral por la expropiación» de este inmueble?

Aunque algunos piensen que no es correcto ni actual dar las gracias a la Iglesia católica, como la Unesco ha agradecido expresamente a la Iglesia el cuidado y conservación del monumento, procede dar aquí las gracias a:

1.- Fernando III el Santo, por consagrar la mezquita en el siglo XIII como catedral, y no derribar la misma, como habían hecho los musulmanes con la basílica visigótica de San Vicente Mártir aprovechando sus materiales para la construcción de la mezquita en el siglo VIII. También por devolver las campanas de su catedral a Santiago de Compostela, que Almanzor expolió y transportó a hombros de cristianos hasta Córdoba, siendo el retorno a hombros de musulmanes. Y también por no destruirse esta mezquita tras la Reconquista, como ocurrió en otras ciudades capitales andaluzas.

2.- Al Papa Inocencio IV, que fijó en veinte, en 1247, el número de miembros del Cabildo, lo que ha permitido un saber cuidar colectivo que tal vez en manos de una sola persona física no hubiera sido igual a lo largo de los siglos.

3.- A la Iglesia católica, por haber posibilitado, con la construcción de capillas adosadas a los muros, y la construcción en el siglo XVI de un crucero y un presbiterio en el centro del perímetro, mejorar, y mucho, la estructura de un endeble edificio del siglo IX/X. (Ver las columnas torcidas junto al muro norte).

Sin estas actuaciones de la Iglesia, muy probablemente el devastador terremoto de Lisboa de 1755 hubiera derrumbado la mezquita. En lugar de criticar la construcción de las capilllas y del crucero, hay que dar las gracias, pues así hoy podemos disfrutar de este impresionante monumento.

Y 4.- Y también las gracias al Cabildo que en el siglo XIV fue valiente al enfrentarse a un importante noble, impidiéndole, gracias a la colocación de unas tablas religiosas, políptico, dañar el mihrab en las obras de ampliación de su capilla familiar. Hoy admiramos esta joya del arte bizantino gracias a que durante 436 años, hasta 1826, el mihrab estuvo tapado.

A la joven cordobesa Amelia: aunque el hadiz establece que «las mejores mezquitas para las mujeres son las habitaciones interiores de sus casas», tú vas a la mezquita-catedral sin tener que cubrirte los brazos hasta las muñecas y las piernas hasta los tobillos, en compañía de amigos y amigas, todos juntos, y vas a poder seguir oyendo misa en la fantástica mezquita-catedral de Córdoba. Tú, tus hijas, tus nietas y las nietas de tus nietas…

Javier Borrego / ABC