Muere el escultor del retablo de Torreciudad - Alfa y Omega

Muere el escultor del retablo de Torreciudad

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Joan Mayné Torras fue autor de decenas de esculturas religiosas distribuidas por todo el mundo y conocido principalmente por el retablo en alabastro policromado y la escultura de san Josemaría del santuario mariano de Torreciudad que hay en Huesca. Nacido en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), el 19 de septiembre había cumplido 88 años y tenía seis hijos y seis nietos.

Joan Mayné i Torras nació el 19 de septiembre de 1928 en Sant Boi de Llobregat y ha muerto el 14 de noviembre de 2016 en Barcelona. Fue un escultor español que centró su trabajo en la temática de inspiración religiosa. Su obra más conocida fue el retablo de alabastro policromado del santuario de Torreciudad. Doctor en Bellas Artes, fue catedrático en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona.

Le vi trabajando por primera vez en 1963, el mismo año que se doctoraría en Bellas Artes en la Escuela de la Llotja de Barcelona. Antes de establecerse en El Papiol tenía el taller en unos bajos del barrio de Gracia de Barcelona, donde tallaba figuras de marfil y objetos de orfebrería. Sería catedrático de Escultura en 1985 y director de departamento en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona.

Mayné ganó el concurso para la realización del retablo de Torreciudad en 1972. A partir de ese momento tuve la suerte de trabajar con él y conocerle. El encargo de Torreciudad no era fácil, pues intervinieron muchas personas. La idea inicial del arquitecto director, Heliodoro Dols, era de un frontal cerámico austero con la Virgen rodeada de ángeles. En cambio, los miembros del patronato decidieron fijarse en los retablos aragoneses, donde escenas de la vida de la Virgen rodean el Sagrario. El arquitecto Santiago Sols lo dibujó y Manuel González Simancas dispuso las escenas de la vida de María.

A pesar de todos los condicionantes, la idea principal con la que Mayné trabajó fue la que recibió de san Josemaría, promotor del santuario. «Me pidió que el retablo llevase a la oración, y así lo procuré», contaría años más tarde. Explicaba que había aceptado el reto, nada fácil, por tres razones: «Por mi amor a la Virgen –que he acrecentado gracias a mi mujer sevillana- por ser un encargo excepcional y único en mi vida, y porque económicamente me ayudaría a sacar adelante a mi numerosa familia».

Aceptó muchas indicaciones con sencillez, incluso de minucias como el tipo de plantas o animales que debían aparecer. Bien es cierto que tuvo sus dudas. Por ello fue a hablar con Josep Maria Subirachs, escultor de la Sagrada Família, que le animó y fortaleció su espíritu.

Hombre de gran sensibilidad, explicaba que para la escena de la crucifixión se encerró en el taller y con el texto evangélico en la noche iba dando forma a los sentimientos. Bueno es saber que el rostro de Santa María en esa escena es de su madre, que falleció cuando él era muy joven y sólo conocía su aspecto por fotografías. Apreciaba, en la naturaleza, detalles que para los demás pasaban desapercibidos, como los pliegues que una lata adquiría cuando era aplastada por un coche, para él fuente de inspiración.

El rector del santuario de Torreciudad, Pedro Díez-Antoñanzas, oficiará la Misa de 13:15 horas del próximo domingo 4 de diciembre por el eterno descanso de un artista que puso al servicio de la fe unas dotes de escultor figurativo extraordinario.

Ramón Mondéjar, arquitecto / ABC