Ortega y Gasset «murió dentro de la Iglesia. De esto no dudamos» - Alfa y Omega

Ortega y Gasset «murió dentro de la Iglesia. De esto no dudamos»

Vivieron apartados de la vida de la Iglesia y, en muchas ocasiones, enfrentados a ella, pero tanto José Ortega y Gasset como Manuel García Morente murieron reconciliados con Cristo y su Iglesia

José Calderero de Aldecoa
Sentado, segundo por la izquierda, García Morente –entre Menéndez Pidal y Sánchez-Albornoz– el día de su elección como decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central en enero de 1932. Detrás, de pie, José Ortega y Gasset. Foto: ABC

A los filósofos José Ortega y Gasset y Manuel García Morente les unía una profunda amistad hasta que este último se convirtió al catolicismo en 1937. Es entonces cuando el autor de La rebelión de las masas cortó toda relación con el que fuera su discípulo, que murió el 7 de diciembre de 1942 ordenado sacerdote. Años más tarde —en 1955— sería Ortega el que fallecería reconciliado con la Iglesia, con la que había tenido grandes diferencias.

Según el testimonio de Carmen de Castro, que fue la esposa de Xavier Zubiri —sacerdote secularizado y uno de los principales discípulos de Ortega y Gasset—, el filósofo «murió dentro de la Iglesia. De esto no tenemos duda». La que fuera hija del historiador Américo Castro se lo contó por carta a un amigo capuchino —el padre José Antonio de Donostia— mes y medio después del fallecimiento del filósofo madrileño.

«Besó por dos veces un Cristo llevando él a los labios la mano que lo sostenía. El padre Félix le confesó —esto claro se supone, porque el padre Félix no puede decirlo— lo que sí dice es que le dio la absolución y bendición papal», escribe Castro en la carta, fechada el 8 de diciembre de 1955. «Pero don José creía. La labor final fue hecha por dos almas buenas: la monja del sanatorio, y una nueva a la que don José adoraba, Simone, a la que dijo: “Estate tranquila, hijita, siempre lo he puesto todo en manos de Dios”», añade la escritora y catedrática, convertida al catolicismo en 1936. Carmen de Castro se bautizó en Roma en marzo de ese año, el mismo día de su boda con Zubiri.

La misiva fue localizada en el Archivo Histórico Provincial de los capuchinos de Navarra —concretamente en la sección dedicada al padre Donostia— y publicada en el libro Lecároz en 100 palabras, escrito por el exalumno Fermín Goñi y editado por la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Lecároz.

La carta de Carmen al P. Donosti

Querido padre José Antonio: no sabes cuánto te agradece X [N. d. R. Xavier Zubiri] y cuánto yo, tu felicitación. Estaba queriendo escribirte pero el trabajo se puso feo, como dicen en México, y no fue posible. Quería haberte contado de Ortega. Murió dentro de la Iglesia. De esto no tenemos duda. Besó por dos veces un Cristo llevando él a los labios la mano que lo sostenía. El P. Félix le confesó —esto claro se supone, porque el P. Félix no puede decirlo— lo que sí dice es que le dio la absolución y bendición papal.

Cuando nos veamos, te contaré todo por menudo. ¡Qué malos y tristes días fueron! Como en estos casos sucede, y ello prueba que hay diablo, «izquierdas» y «derechas» tomaron la cosa en las manos, y todo ello es vergonzoso. La familia —salvo la pobre viuda— jugó con todas las barajas, y ha dicho lo que callarse hubiera debido. Pero don José creía. La labor final fue hecha por dos almas buenas: la monja del sanatorio, y una nueva a la que don José adoraba, Simone, a la que dijo «estate tranquila, hijita, siempre lo he puesto todo en manos de Dios».

Yo no sé lo que dijo Druissan, pero quienes han dicho la verdad han sido YA e Informaciones, y el P. Félix y Xavier, etc. en el ABC. Solo te digo, que me apunto a morir como Ortega: las personas con cabeza no suelen morir con los pies.

Qué pena tan grande saberte con frío, esta casa está gosha, gosha [N. d. R. acogedora] prefiero carbón a brillantes. Me aterra el frío, y es nuestro hijo el calor casero. No hace falta te diga que me empieza a escocer sabiéndote tiritando.

Luis y los suyos, andando. Mejor me gustaría verles, pero tiran por ahora. No puedo yo visitarles, porque los tiempos son escasos. X sigue escribiendo, sin curso, y esto restringe todo mucho. A ver si me engancho en algún coche.

Ayer te dediqué especial recuerdo en un concierto de B. Bartok —3 cuadernos de piano, que tocó con gracia Margot Pinter— muy joven.

Algunas cosas me encantaron, otras creo que no las entendí, me gustaría mucho saber si vale o no la pena de que le guste a uno.

¿Cuándo te vemos por aquí? ¿Cuándo tocas en algún sitio? Estamos ya en la estación que yo llamo festejante 8-noche.

Todos los días hay algo a que uno debiera ir. No te extrañara que me quede en casa unos 5 días de los 7 semanales. Fuera no se pesca casi nunca nada.

Un abrazo de Xavier, y otro muy cordial de Carmen. M Zubiri