«Los refugiados estaban en Lesbos porque en Siria les estaban matando» - Alfa y Omega

«Los refugiados estaban en Lesbos porque en Siria les estaban matando»

«Hace ocho meses que coincidí con el Papa Francisco en la isla de Lesbos. Sin esperanza, encerrados, miles de refugiados ignoraban, los días previos, que alguien que es escuchado en todos los rincones del mundo se acercaría a sus tiendas de campaña. […] La visita del Papa me ayudó a recordar que, al mismo tiempo que es imprescindible aportar asistencia, hay que compaginar los gestos con las denuncias», explica el presidente de Mensajeros de la Paz en Alfa y Omega

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El Papa Francisco saluda a refugiados en el campo de Moria, en la isla de Lesbos, el 16 de abril de 2016. Foto: CNS

Hace ocho meses que coincidí con el Papa Francisco en la isla de Lesbos. Sin esperanza, encerrados, miles de refugiados ignoraban, los días previos, que alguien que es escuchado en todos los rincones del mundo se acercaría a sus tiendas de campaña.

En Siria les estaban matando

En Moria, Mensajeros de la Paz ya llevaba trabajando desde finales de 2015. Conocíamos de sobra las miradas desplomadas de tantas familias sirias, afganas, kurdas, iraquíes… Sin embargo, con la visita del Papa nos dimos cuenta de que hasta nosotros necesitábamos recordarlo: esos refugiados estaban en Lesbos porque en Siria les estaban matando. Si no, se habrían quedado en su tierra. Dónde mejor que en su casa, con sus seres queridos. Si no fuera una emergencia el motivo de su huida, ¿por qué hasta el Papa iba a desplazarse, con toda la gravedad de su empatía y su tristeza al descubierto, hasta los campamentos de Lesbos?

Lo dijo el Papa en abril: los gobiernos europeos no están asumiendo la crisis de refugiados, que es una crisis de alcance humanitario. Su presumible papel de absoluta solidaridad ha brillado por su ausencia también todos estos meses posteriores. Y, cuanto más tiempo pasa, más nos acostumbramos a lo inhumano; más nos resignamos a no hacer lo que tenemos que hacer por los demás.

El padre Ángel visita a un grupo de refugiados en la isla de Lesbos. Foto: ONG Remar

Miles de voluntarios que ayudan

Sin embargo, sin excusas y desde el principio, miles de voluntarios han llegado a los campamentos para ayudar a los refugiados. Y a cambio de nada: tan solo el orgullo de hacer el bien, de hacer menos pesado un drama. Porque nunca hubo tanta solidaridad como ahora. Porque estamos rodeados de gente sensible que es capaz de dar dinero y horas de su tiempo; entregar sus profesiones y días de vacaciones para ir, simplemente, a repartir comida en los campamentos. Personas que se han movilizado enseguida y se han pagado un billete. Que han llamado a una ONG y han dicho «quiero colaborar».

Creo que ese es el mensaje que la visita del Papa Francisco a Lesbos me ayudó a recordar: que, al mismo tiempo que es imprescindible en una crisis humanitaria aportar asistencia, hay que compaginar los gestos con las denuncias. Decir con un micrófono, como hizo Bergoglio, que Europa no está respetando los más mínimos derechos humanos.

Si somos capaces de acompañar la asistencia (abrazar a quien nos necesita) con la reivindicación de sus derechos; si como Francisco, tenemos corazón a cada minuto pero también carácter para señalar nuestras más cruentas equivocaciones, estamos a tiempo de salvarlos y salvarnos.

No habrá justicia en el mundo hasta que no se nos trate a todos los hombres como a iguales. No habrá calor si no nos quejamos de que algunos (para colmo, casi siempre los mismos) están pasando frío.

Padre Ángel García
Presidente de Mensajeros de la Paz