El testamento espiritual de Isa Solá: «Si leéis esto es porque se me acabaron los días en este mundo…» - Alfa y Omega

El testamento espiritual de Isa Solá: «Si leéis esto es porque se me acabaron los días en este mundo…»

La religiosa española de la Congregación de Jesús-María falleció violentamente a principios de septiembre en Puerto Príncipe, la capital de Haití, donde entregaba su vida a los más necesitados

Fran Otero
La religiosa Isabel Solá en Haití. Foto: María Eugenia Díaz/Manos Unidas

El pasado 3 de septiembre nos despertábamos con una trágica noticia. La religiosa de la Congregación de Jesús-María Isabel Solá fallecía tras ser tiroteada por dos hombres mientras conducía su coche por las calles de Puerto Príncipe, capital de Haití, país donde entregaba su vida desde hacía tres años. Así reaccionó entonces la superiora general de la religiosa española, Mónica Joseph: «Después de recibir la noticia de la prematura y brutal muerte de nuestra querida Isa, estaba muy impresionada, no podía creer la noticia y las lágrimas corrían por mis mejillas. Quería a Isa. Era un soplo de aire fresco, una mujer con visión de futuro, de esas personas que entran en nuestro planeta con dinamismo, entusiasmo por la vida, energía y gran espíritu misionero. Después de recibir la noticia, me senté en nuestra capilla, en Paría, preguntándole a Dios: “¿Por qué permites que le suceda esto a ella…? ¿Por qué, Señor?”».

En España su muerte tuvo un gran impacto. Se celebraron funerales por todo el país, como el que acogió la casa de su congregación en Madrid y que presidió el hoy cardenal Carlos Osoro. El propio arzobispo madrileño dedicó una de sus cartas semanales a la religiosa: «Gracias hermana Isa por recordarnos lo que tiene que ser definitivo y explicación de toda nuestra existencia. Gracias por poder escuchar con tu voz cómo vivir con fe, esperanza y amor. Gracias porque nos has enseñado a poner la vida en manos de Dios. Gracias por tu testamento espiritual que unos meses antes escribías con el gozo y la confianza puesta en el Señor. Gracias porque nos recuerdas que, en este momento de la historia, hacen falta hombres y mujeres recios que sepan poner la vida en manos del Señor».

En Barcelona, la ciudad natal de Solá, el obispo auxiliar, Sebastiá Taltavull, presidió el funeral por la religiosa en la capilla del colegio de la congregación. «Con la muerte de Isa, tan fiel al Señor en su vida religiosa y, por ello, tan entregada a la causa de los pobres, vivimos el reconocimiento de una mujer mártir que empieza a dar frutos en aquellas personas que valoran el paso del buen samaritano en su vida. Así me gusta contemplar a Isa en su vida consagrada, en su forma de amar, de detenerse ante el enfermo, de ayudar al necesitado, de ofrecer cultura al analfabeto, de ayudar la mujer a recuperar su dignidad… Cuántas prótesis materiales y espirituales no habrá colocado Isa a los afectados por la violencia y la enfermedad».

Ahora, al final del año, Alfa y Omega publica el testamento espiritual que Isa Solá dejó escrito en su ordenador. Es momento de escucharla a ella.

Queridos todos:

Si leéis esto es porque se me acabaron los días en este mundo…

No estéis tristes. Si me voy demasiado pronto para vosotros… ha pasado cuando tenía que pasar. Dios sabe y es lo que importa. Nuestro tiempo no es su tiempo. Espero irme al menos haciendo lo que amaba hacer, entregando mi vida, amando a mi gente, sirviendo. Si es así, celebradlo, todo está bien. He sido feliz y he estado donde más siempre he querido, en África y luego en Haití.

Seguir a Jesús y su Evangelio ha sido lo más fascinante de mi vida y agradezco a mi congregación que me haya ayudado a ello. Si de alguien me enamoré locamente fue de Jesús. Por eso, estad alegres, estoy ya con Él.

Enterradme allí donde dé mi vida. Escribo esto desde Haití y, si fuera aquí, me gustaría quedarme aquí, pero si no, donde esté no me mováis. ¡Si queréis en tierra plantad un árbol allí mismo… o muchos! Si pudiera ser en el mar… ya sabéis lo que me gustaría. ¡Mi mayor gozo era estar sumergida en el mar! Pero no quiero causar problemas por ello, así que donde mi comunidad y mi familia decidáis, pero allí donde muera. No quiero traslados ni gastos excesivos. Todo bien sencillo y familiar.

Perdonadme lo que os hice sufrir.

Os quise, os quiero.

Cada uno, recibid mi beso más fuerte, mi abrazo infinito.

Y si tuviera algo… cosa que dudo, mis hermanas de la congregación decidirán por mí.

Con mucho amor,

Isa, RJM