Los obispos estadounidenses quieren que cada católico sea un defensor de los inmigrantes - Alfa y Omega

Los obispos estadounidenses quieren que cada católico sea un defensor de los inmigrantes

«Estados Unidos es mejor gracias a la contribución de los inmigrantes», y la Iglesia católica en este país quiere que sus fieles hagan oír este mensaje a pocos días de la toma de posesión de Trump

María Martínez López
Un grupo de inmigrantes se manifiesta contra la ley de inmigración ante el Tribunal Supremo en Washington D.C. en 2012. Foto: CNS

Los católicos en Estados Unidos deben dar testimonio público de que «estamos llamados a estar junto a los nuevos inmigrantes en América, nuestros hermanos. Este tema es cercano al corazón del Papa. Estados Unidos es mejor gracias a la contribución de los inmigrantes». Por eso, en la Semana Nacional de la Migración, que concluye este sábado, la Conferencia Episcopal del país no solo ha ofrecido subsidios litúrgicos e ideas para las homilías, sino también un folleto con pistas para que los fieles escriban a sus representantes electos, manden cartas al director de todo tipo de medios y publiquen mensajes en las redes sociales.

Esta llamada a alzar la voz en el espacio público se produce una semana antes de la toma de posesión de Donald Trump, cuyo discurso antiinmigración ha dividido a la sociedad estadounidense antes y después de las elecciones del pasado 8 de noviembre. En una declaración conjunta con motivo de la semana, el presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Daniel DiNardo y monseñor José Gómez, definen la migración como «un acto de gran esperanza. Nuestros hermanos que se ven obligados a migrar sufren separaciones familiares devastadoras y a menudo se enfrentan a condiciones económicas desesperantes, al punto de no poder mantener un nivel de vida muy básico», afirman los obispos de Galveston-Houston y Los Ángeles.

El objetivo de la Semana Nacional de la Migración este año se resume en el lema Creando una cultura del encuentro. Este mismo título comparte el folleto editado por los obispos. En él se recogen algunas ideas para comprometerse a favor de la inmigración, como convocar marchas o actos similares para concienciar sobre esta cuestión, organizar mesas redondas y comidas internacionales con inmigrantes o refugiados de la parroquia, hablar de doctrina social de la Iglesia y de inmigración en los grupos parroquiales, y ofrecerse como voluntario para ayudar a los recién llegados.

Cartas al director con impacto

Pero también se anima, y es a lo que más atención dedica la Conferencia Episcopal, a dar testimonio público contactando con el congresista o el senador que representa a tu propia región, y también escribiendo cartas al director a distintos medios y publicando mensajes a favor de la integración en las redes sociales.

Se explica, por ejemplo, que «escribir una carta al director es la forma perfecta de rebatir, añadir otra perspectiva o valorar positivamente una noticia o artículo ya publicados». Para que el impacto de las cartas sea mayor, el documento recomienda:

  • Brevedad (no más de 250 palabras), para que al cortarla en el periódico no se pierda lo fundamental.
  • Autenticidad: «Di por qué la cuestión te importa. Habla de tu fe, experiencia profesional o tu conocimiento de la migración. Sé personal y auténtico».
  • Centrarse en lo local: «¿Puedes relacionar las cuestiones que plantea una noticia nacional sobre inmigración con aspectos que influyan en tu propia comunidad?».
  • Ser personal: «Personaliza tu perspectiva con alguna historia de personas que conozcas afectadas por la inmigración».
  • Hacer referencia a algún texto publicado recientemente en el medio –tanto para alabarlo como para criticarlo–, envía tu carga en el cuerpo del mensaje y no como adjunto, e incluye información de contacto.
  • Rapidez: Escribe como tarde tres días después de haberse publicado la noticia o artículo original.

Con conocimiento de causa

Para el contenido concreto de las cartas, se ofrecen datos y argumentos. «La Iglesia –afirma uno de ellos– defiende la centralidad de la reunificación familiar como un componente crítico de nuestro sistema de inmigración». Esta cuestión es especialmente importante en Estados Unidos, pues los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en el país son ciudadanos, por lo cual muchos quedan desamparados si sus padres son deportados.

Por otro lado, los inmigrantes irregulares pagan impuestos indirectos, por ejemplo el equivalente del IVA con sus compras y el equivalente del IBI. Se estima que solo los irregulares pagan cada año 11.600 millones de dólares en impuestos. Por otro lado, los centros de detención de inmigrantes ilegales cuestan al Estado cada año 2.000 millones de dólares (164 dólares por persona y día) que se podían dedicar a otros fines, pues hay alternativas que costarían solo 11 dólares por persona y día.

En cuanto a los refugiados, se explica que desde 1975 la Conferencia Episcopal ha ayudado a instalarse en el país a más de un millón; que en el país hay 12.000 asilados sirios y que «los refugiados son el grupo de población investigado más concienzudamente de los que llegan a América». Esta afirmación responde a la propuesta de Trump de no permitir la entrada en el país de refugiados musulmanes y a la negativa de algunos gobernadores –incluido el vicepresidente electo Mike Pence– de acoger a sirios en su estado. Esta negativa le valió a Pence una polémica con el entonces arzobispo de Indianápolis, el cardenal Joseph Tobin, que en diciembre de 2015 la desafió para acoger a una familia siria.

En el Congreso y en las redes sociales

Construyendo una cultura del encuentro ofrece además un modelo de carta al propio representante, en la que se afirma que, «como católico, creo en la dignidad de todos los inmigrantes y refugiados. Con más de 65 millones de personas desplazadas de sus hogares, en estos momentos estamos siendo testigos de la peor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial. Durante la Semana Nacional de la Migración, yo celebro las contribuciones de los refugiados y los inmigrantes en nuestras iglesias, nuestras comunidades y nuestra nación. Le solicito que, en calidad de funcionario electo, apoye reformas que afirmen la dignidad de todos los migrantes y reconozca sus contribuciones».

En cuanto a las redes sociales, el documento de la Conferencia Episcopal incluye modelos de tuits y mensajes de Facebook, como el que afirma que «no podemos comprender del todo la situación de los refugiados hasta que todos abracemos el poder del encuentro. #refugeeswelcome». O «en esta época de desplazamientos globales, necesitamos escuchar nuestra vocación católica y acoger a los refugiados que se han visto obligados a abandonar sus hogares. Jesús, nuestro Señor y Salvador, también fue refugiado».