Ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo - Alfa y Omega

Ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo

En España, la fortuna de tan solo 3 personas equivale ya a la riqueza del 30 % más pobre del país. La desigualdad sigue aumentando, el crecimiento del PIB deja atrás a los más vulnerables, según el informe de Intermón «Una economía para el 99 %». Otra de las conclusiones es que España deja de ingresar unos 1.550 millones de euros por la huida de capitales a los paraísos fiscales

Oxfam Intermón
Persona sin techo durmiendo en plena Gran Vía madrileña. Foto: Ignacio Gil

El Foro Económico Mundial reúne de nuevo en Davos a líderes políticos y empresariales. En el marco de este evento, Oxfam Intermón publica hoy Una economía para el 99 %, un nuevo informe en el que denuncia que tan sólo ocho personas (ocho hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial 3.600 millones de personas. Año tras año los súper ricos acumulan más riqueza, mientras datos más actualizados nos muestran que la mitad más pobre del mundo posee menos riqueza de lo que inicialmente se pensaba.

De seguir la concentración de la riqueza a este ritmo, en tan sólo 25 años, se tendría al primer «billonario» del mundo, alguien con tanta riqueza como toda la economía española actual, que necesitaría derrochar un millón de dólares al día durante 2.738 años para gastar su fortuna. En España, la tendencia ha sido la misma en este último año y son ya sólo tres personas las que acumulan la misma riqueza que el 30 % más pobre del país, es decir, 14,2 millones de personas. En el último año, el incremento de la riqueza del 10 % más rico en España ha sido casi dos veces el incremento del 90 % restante. Es cierto que ha crecido el PIB desde hace tres años, pero la brecha de la desigualdad también ha seguido aumentando, lo que significa que el crecimiento económico sólo está beneficiando a los más ricos.

Oxfam Intermón incide en cómo grandes empresas y los más ricos siguen utilizando los paraísos fiscales para pagar lo menos posible, potencian la devaluación salarial y utilizan su poder para influir en las políticas públicas, alimentando así la grave crisis de desigualdad. Es el reflejo de un sistema económico global injusto, que opera al servicio del 1 % más poderoso, una economía para las élites.

Jose María Vera, director general de Oxfam Intermón señala que «es obsceno que la acumulación de riqueza esté en manos de tan pocos mientras que en el mundo, una de cada diez personas sobreviven con menos de dos dólares al día. Las mujeres se llevan la peor parte recibiendo menos salarios, sufriendo más discriminaciones en el ámbito laboral y asumiendo aún la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado».

Es cierto que entre 1988 y 2011 los ingresos del 10 % más pobre de la población mundial han mejorado, pero es una mejora de sólo tres dólares al año, mientras que los del 10 % más rico crecieron 182 veces más. Hoy en día, siete de cada diez personas vive en un país en el que la desigualdad de renta ha aumentado en los últimos 30 años.

Los paraísos fiscales agudizan la crisis de desigualdad extrema y son parte del problema. España deja de ingresar aproximadamente 1.550 millones de euros como resultado de la actividad canalizada a través de los 15 paraísos fiscales más agresivos del mundo, una cantidad que equivaldría al 58 % del déficit que se estima tendrá el fondo de reserva de las pensiones en 2017. Para los países pobres las pérdidas fiscales son de al menos 100.000 millones de dólares al año, dinero suficiente para financiar servicios educativos para los 124 millones de niños y niñas sin escolarizar o la atención sanitaria que podría evitar la muerte de al menos seis millones de niños y niñas cada año.

Se está construyendo un modelo de competitividad empresarial para asegurar el crecimiento económico basado en el cortoplacismo y en un concepto equivocado que promueve una carrera a la baja en la fiscalidad empresarial y en las condiciones salariales de los trabajadores.

«En todo el mundo, muchas personas están siendo dejadas de lado. Sus salarios se estancan o disminuyen mientras las remuneraciones de los presidentes y altos directivos de grandes empresas se disparan; se recorta la inversión en servicios básicos como la sanidad, la educación o la protección social mientras grandes multinacionales y grandes fortunas logran reducir al mínimo su contribución fiscal», añade Vera.

En muchos países, incluso el salario mínimo establecido por ley no basta para percibir unos ingresos mínimos necesarios para llevar un nivel de vida digno. El salario mínimo de las personas en las plantaciones de bananas en la República Dominicana es de sólo el 40 % de un salario digno; en Bangladés es aproximadamente el 20 % de la cantidad necesaria para llevar una vida digna. En América Latina y el Caribe el problema es similar. Una familia multimillonaria latinoamericana ingresa 1.154 veces lo que un hogar del 20 % más pobre. Es más, desde la década de los ochenta, no se han visto cifras de aumento de la desigualdad como las de 2015 en la región: siete millones de personas cayeron en la pobreza y cinco millones pasaron a la indigencia.

El rechazo de la ciudadanía a la desigualdad está provocando crisis políticas en todo el mundo y se considera un factor determinante en la victoria de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos, así como en la elección del presidente Rodrigo Duterte en Filipinas y el Brexit en el Reino Unido.

Una desigualdad creciente en España

España sigue siendo el segundo país de la Unión Europea donde más ha crecido la desigualdad desde que estalló la crisis, tan solo detrás de Chipre y 20 veces más que el promedio europeo. Desde 2014 crece el PIB, pero los resultados de esta reactivación económica solo parecen beneficiar a una minoría mientras que la desigualdad se cronifica e intensifica.

En el último año, han surgido 7.000 nuevos millonarios, aproximadamente 20 al día. El 10 % de los españoles más ricos concentran ya más riqueza (un 56,2 %) que el resto de la población. Y mientras la fortuna de los 3 más ricos aumentó en un tres por ciento, el 30 % más pobre del país perdió un tercio de la suya.

Para José María Vera «el modelo económico en España tiene un doble problema: se genera una alta desigualdad de mercado sobre todo por la fragilidad del empleo y la caída salarial, mientras el sistema fiscal, insuficiente y regresivo, no garantiza la redistribución».

Entre 2008 y 2014, los salarios más bajos cayeron un 28 % mientras los más altos apenas se contrajeron. Y en 2015 llegamos a un nivel en el que la remuneración del ejecutivo con el salario más elevado multiplicaba por 96 la del trabajador promedio en las empresas del Ibex 35. España es también uno de los países europeos donde el sistema fiscal logra reducir menos las desigualdades, el quinto peor de Europa. Las familias soportan el 84 % de la recaudación frente al 13 % de las empresas.

«Hay que poner fin a esta economía excluyente que amenaza la estabilidad de nuestras sociedades y sólo genera insatisfacción y frustración para la mayoría. Gobiernos y grandes empresas pueden tomar la decisión de revertir este modelo que exacerba las diferencias. Que la economía funcione para el 99 % no es imposible: cooperación en lugar de competencia desleal entre países, salarios dignos y una fiscalidad justa en lugar de esta carrera a la baja que parece no tener límite. Una economía para las personas», afirma Vera.

Oxfam hace un llamamiento a las élites económicas que estarán esta semana (y de forma específica a los milmillonarios del mundo) para que desempeñen un papel fundamental en la creación de una economía más humana. Es hora de frenar esta concentración de riqueza extrema, eliminar las barreras que limitan el progreso económico y social de las mujeres y acceder en igualdad a derechos fundamentales. Es fundamental que los políticos dejen de obsesionarse por medir el progreso tan sólo en base al PIB y se centren en indicadores que reflejen el beneficio del conjunto de la ciudadanía y no sólo de unos pocos.

En España, Oxfam Intermón plantea al nuevo Gobierno y al Parlamento la necesidad de impulsar un plan de urgencia contra la desigualdad, que incluya una Ley contra la evasión y elusión fiscal que contribuya a recuperar la progresividad y suficiencia en el diseño tributario gravando más a quienes más tienen; así como garantizar unos salarios dignos con la subida del Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.000 euros en 2020 y estableciendo escalas salariales justas (escala de 1:10 entre el salario máximo y el salario medio en los centros de trabajo).

La organización reclama también que los presupuestos públicos prioricen a las personas más vulnerables, incrementando las dotaciones en políticas sociales y asegurando ingresos para los más vulnerables. Asimismo, el presupuesto de Ayuda al Desarrollo debe incrementarse progresivamente hasta alcanzar el 0,4 % en 2020, subiendo en el presupuesto de 2017 ya a un 0,25 %.