Encuentro del Papa con los periodistas durante el vuelo hacia Manila - Alfa y Omega

Encuentro del Papa con los periodistas durante el vuelo hacia Manila

La Santa Sede ha hecho pública la transcripción de la rueda de prensa a bordo del avión que llevaba al Papa de Sri Lanka a Filipinas, y en la que, entre otras cosas, condenaba sin paliativos el recurso a la violencia en nombre de la religión, pero afirmaba que «no se puede insultar la fe de los demás». A modo de ejemplo, y en tono coloquial, decía Francisco: «Si el doctor Gasbarri, gran amigo, ofende a mi madre, se lleva un puñetazo»

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Padre Lombardi: Como puede comprobar, también en este viaje intermedio, estamos todos deseosos de escuchar sus palabras. Y muchas felicidades por la primera parte del viaje que ha sido espléndida. Como en otras ocasiones, le haremos una serie de preguntas. Cuando usted se canse, nos lo dice y le dejamos marchar en paz… ¿Está cansado? De todas formas, para comenzar, como sé que hay algo que usted considera importante y que le gustaría decirnos sobre este viaje, en concreto sobre el significado de esta canonización de San José Vaz, le pido que nos hable de esto al principio, para que tengamos presente este importante mensaje que nos quiere dar. Después pasamos a las preguntas. Tenemos inscritas diversas personas.

Papa Francisco: Antes de nada, buenos días, y también una duda para Carolina: Es verdad, me ha llegado la imagen de la Virgen de Luján, muchas gracias. Estas canonizaciones se han llevado a cabo con la metodología —prevista en el Derecho de la Iglesia— que se llama equipolente. Se aplica cuando un hombre o una mujer es beato, beata, desde hace mucho tiempo y tiene la veneración del pueblo de Dios, que de hecho lo venera como santo, y no se hace el proceso. Hay algunos casos así desde hace siglos. El proceso de Ángela de Foligno fue así; ella fue la primera. Después decidí hacer lo mismo con personas que han sido grandes evangelizadores y evangelizadoras. En primer lugar, Pedro Fabro, que fue un gran evangelizador de Europa: murió —podríamos decir— en el camino, cuando, con cuarenta años, viajaba para evangelizar. Y después vinieron los demás: los evangelizadores de Canadá, Francisco de Laval y María de la Encarnación, que, por el gran apostolado que hicieron, fueron prácticamente los fundadores de la Iglesia en Canadá, siendo él Obispo y ella religiosa. El siguiente fue José de Anchieta, de Brasil, fundador de São Paulo, que hacía tiempo que era beato, y ahora es santo. José Vaz, aquí, como evangelizador de Sri Lanka. Y en septiembre próximo, Deo mediante, haré la canonización de Junípero Serra, en los Estados Unidos, porque fue el evangelizador del oeste de los Estados Unidos. Son figuras de grandes evangelizadores, que están en sintonía con la espiritualidad y la teología de la Evangelii gaudium. Y por eso he elegido esas figuras. Era esto.

Padre Lombardi: Gracias. Y ahora pasemos a las preguntas, para las que se han inscrito nuestros colegas. El primero es Jerry O’Connell de America Magazine, al que usted conoce bien. Le damos la palabra.

Jerry O’Connell: Lo primero de todo, Santo Padre, estoy de acuerdo con el padre Lombardi: felicidades por el éxito de la visita a Sri Lanka. Le hago una pregunta en nombre del grupo inglés. Hemos decidido hacerle una pregunta «puente», que incluya la visita a Sri Lanka y a Filipinas. Hemos visto en Sri Lanka la belleza de la naturaleza, pero también nos hemos dado cuenta de la vulnerabilidad de la isla, a causa de los cambios climáticos, el mar, etc. Nos dirigimos ahora a Filipinas, y usted visitará la zona que ha sido devastada. Ya hace más de un año que está estudiando la cuestión de la ecología y de la protección de la creación. Mi pregunta se refiere a tres aspectos. El primero: ¿el cambio climático se debe principalmente a la acción del hombre, por no cuidar suficientemente la naturaleza? El segundo: ¿cuándo saldrá su Encíclica? Tercero: como hemos visto en Sri Lanka, usted insiste mucho en la colaboración entre las religiones; ¿tiene previsto convocar a las otras religiones para afrontar este problema? Gracias.

Papa Francisco: La primera pregunta. Usted ha usado una palabra que me evita tener que precisar: «principalmente». Yo no sé si totalmente, pero principalmente, en gran medida, es el hombre el que maltrata la naturaleza continuamente. Nos hemos adueñado un poco de la naturaleza, de la hermana tierra, de la madre tierra. Recuerdo —ustedes me han oído contar esto— que un viejo campesino me dijo una vez: «Dios perdona siempre, nosotros —los hombres— perdonamos algunas veces, la naturaleza no perdona nunca». Si la maltratas, ella te maltrata. Creo que hemos explotado demasiado la naturaleza; las deforestaciones, por ejemplo. Recuerdo que en Aparecida, entonces yo no entendía bien este problema, cuando oía a los obispos brasileños hablar de la deforestación de la Amazonia, no conseguía entenderlo bien. La Amazonia es un pulmón del mundo. Después, hace cinco años, con una comisión de derechos humanos, puse un recurso ante la Corte Suprema de Argentina para detener, al menos temporalmente, una terrible deforestación en el norte del país, en la zona norte de Salta, Tartagal. Esto es un aspecto. Otro aspecto es el monocultivo. Los agricultores, por ejemplo, saben que si uno cultiva el maíz durante tres años, después tiene que cambiar y sembrar otra cosa durante uno o dos años, para que se recupere la tierra, para que la tierra crezca. Por ejemplo, en mi país, se cultiva sólo soja y se cultiva hasta que la tierra se agota. No todos hacen esto, pero es un ejemplo, como puede haber tantos otros. Creo que el hombre ha ido demasiado lejos. Gracias a Dios, hoy hay voces, muchas voces, que hablan de esto; en este momento, me gustaría recordar a mi querido hermano Bartolomé, que desde hace años predica sobre este tema. He leído muchas cosas suyas para preparar esta Encíclica. Podría volver sobre el tema, pero no quiero alargarme. Solamente añado esto: Guardini usa una expresión que lo explica muy bien. Dice él: La segunda manera de incultura es la mala. La primera es la incultura que recibimos con la creación para cultivarla, pero cuando te adueñas demasiado y te pasas, esta cultura se vuelve contra ti, pensemos en Hiroshima. Se crea una segunda incultura.

En cuanto a la Encíclica, el cardenal Turkson con su equipo preparó el primer borrador. A partir de este borrador, trabajé con algunas personas. Después, algunos teólogos elaboraron un tercer borrador, del que envié copia a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la Segunda Sección de la Secretaría de Estado y al Teólogo de la Casa Pontificia, para que estudiasen bien que no diga «bobadas». Hace tres semanas recibí las respuestas, algunas muy abultadas, pero todas constructivas. Y ahora dedicaré una semana completa en marzo para terminarla. Pienso que a finales de marzo estará lista y se comenzará a traducir. Si el trabajo de las traducciones va bien —monseñor Becciu me está escuchando: él tiene que ayudar en esto—, si va bien, podrá salir en junio o julio. Lo importante es que haya un poco de tiempo entre la aparición de la Encíclica y el encuentro de París, para que sea una contribución. El encuentro de Perú no ha sido un gran qué. Me ha defraudado la falta de coraje: se han quedado a medias. Esperemos que en París sean más decididos los representantes para avanzar en este tema.

Por lo que se refiere a la tercera pregunta, creo que el diálogo entre las religiones sobre este punto es importante. Las otras religiones tienen una buena percepción. También sobre este punto hay un acuerdo para tener la misma visión. No todavía en la Encíclica. De hecho, he hablado con algunos de otras religiones sobre el tema y sé que también el cardenal Turkson y, al menos, dos teólogos lo han hecho. Ése es el camino. No será una declaración común. Los encuentros vendrán después.

Padre Lombardi: Gracias, Santo Padre. Y ahora le damos la palabra a Pia, del grupo de Filipinas.

Pia: Santo Padre, Filipinas está muy, muy feliz de recibirlo dentro de unas horas. Mi pregunta es: ¿cuál es su mensaje para los miles de personas que no han podido encontrarlo, y que no podrán verlo personalmente, aunque les hubiera gustado? Lo siento, no hablo italiano…

Papa Francisco: Respondiendo a esto, corro el riesgo de ser demasiado simple, pero diré algo. El centro, el núcleo del mensaje serán los pobres, los pobres que quieren salir adelante, los pobres que sufrieron a causa del tifón Yolanda y todavía hoy sufren sus consecuencias, los pobres que tienen puesta su fe y esperanza en esta conmemoración del V centenario de la predicación del Evangelio en Filipinas; el pueblo de Dios, en Filipinas, los pobres, también los pobres explotados, explotados por quienes cometen tantas injusticias sociales, espirituales, existenciales. Pienso en ellos. En este viaje a Filipinas, pienso en ellos. El otro día, el 7 de enero, fue la fiesta de Navidad de las Iglesias Orientales, y en nuestra casa, en Santa Marta, hay tres personas de nacionalidad etíope y algunos filipinos, que trabajan allí. Los etíopes celebraron la fiesta: invitaron a comer a todos los dependientes, unos cincuenta. Yo también estuve, y miraba a los empleados de Filipinas, que han dejado su patria, en busca de mayor bienestar, dejando padre, madre, hijos, para ir… Los pobres. No sé… El núcleo será esto.

Padre Lombardi: Viene ahora Juan Vicente Boo y hace la pregunta en nombre del grupo español.

Juan Vicente Boo: Santo Padre, en primer lugar, tengo que decirle que para estar cansado tiene buen aspecto. Me gustaría preguntarle, de parte del grupo español, sobre la historia de Sri Lanka y la historia contemporánea. En los años de la guerra civil, hubo más de 300 atentados kamikazes en Sri Lanka, atentados suicidas, perpetrados por hombres y mujeres, niños y niñas. Ahora estamos viendo atentados suicidas de muchachos, muchachas y niños. ¿Qué piensa de este modo de hacer la guerra? Gracias.

Papa Francisco: Quizás, lo que se me ocurre decir es una falta de respeto, pero es lo que se me ocurre. Creo que, detrás de un atentado suicida, hay un desequilibrio, un desequilibrio humano. No sé si mental, pero sí humano. Hay algo que no funciona en esa persona. No tiene ese equilibrio sobre el sentido de su vida, de su propia vida y de la de los otros. Lucha por… sí, da la vida, pero no la da bien. Hay mucha gente, mucha gente que da la vida en lo que hace —pensemos en los misioneros, por ejemplo—, pero para construir. En estos casos, en cambio, se da la vida autodestruyéndose y para destruir. Así no, hay algo que no funciona. Acompañé la elaboración de la tesis, no de doctorado sino de licencia, de un piloto de Alitalia, que la hizo en sociología sobre los kamikazes japoneses. Aprendí algunas cosas, pero es difícil entenderlo. Cuando la corregía, me fijaba sobre todo en la metodología. Pero no se entiende… No sucede sólo en Oriente. Hay investigaciones en este momento, investigaciones sobre una propuesta llegada en la Segunda Guerra Mundial a Italia, una propuesta hecha al fascismo italiano. No hay pruebas, pero se está investigando. Hay algo en estos casos que tiene mucho que ver con los sistemas dictatoriales o totalitarios. Con los sistemas totalitarios. Tiene mucho que ver. El sistema totalitario mata, si no la vida, mata posibilidades, mata el futuro, mata muchas cosas. Y también la vida. Es así. Pero el problema no se ha acabado. No es sólo oriental. Es importante. No se me ocurre más.

Sobre el uso de los niños. Lo que he dicho in genere se refiere a todos, pero, aparte de eso, hablemos a los niños. Los niños son usados por doquier para muchas cosas: explotados en el trabajo, utilizados como esclavos, abusados sexualmente. Años atrás, con algunos miembros del Senado de Argentina, quisimos impulsar una campaña en los hoteles más importantes, para decir públicamente que allí los turistas no podían abusar de los niños. No conseguimos hacerlo. Hay resistencias escondidas. No sé si se abusaba o no, era una medida preventiva. Después, en alguna ocasión, cuando estaba en Alemania caían en mis manos algunos periódicos y estaba la parte del turismo, y turismo en aquellas zonas del sureste asiático, y también turismo erótico, y allí estaban los niños. Los niños son explotados; el trabajo esclavo de los niños es terrible. También para esto son explotados. No me atrevo a decir más.

Padre Lombardi: Gracias, Santidad. Ahora damos la palabra a Ignazio Ingrao, en nombre del grupo italiano.

Ignazio Ingrao: Buenos días, soy del semanario Panorama e Il mio Papa. Santidad, hay mucha preocupación en el mundo por su seguridad. Según los servicios secretos americanos e israelíes, el Vaticano es incluso la diana de los terroristas islámicos. En las páginas web fundamentalistas ha aparecido la bandera del Islam que ondea sobre San Pedro. Se teme también por su seguridad en los viajes al extranjero. Sabemos que usted no quiere renunciar al contacto directo con la gente, pero, en estas circunstancias, ¿no cree que sería necesario modificar algo su manera de actuar y sus actividades? Se teme también por la integridad de los fieles que participan en las celebraciones, en caso de atentados. ¿Le preocupa esto? Y, más en general, ¿cuál cree que es la mejor manera de responder a estas amenazas de los integristas islámicos? Gracias.

Papa Francisco: Para mí, la mejor manera de responder es siempre la mansedumbre. Ser manso, humilde —como el pan— sin agredir. Esa es mi postura, pero hay mucha gente que no lo comprende. Después, en cuanto a las preocupaciones, me preocupan los fieles, de verdad, me preocupan. Y he hablado de ello con la Seguridad vaticana: aquí en el vuelo está el Dr. Giani, que es el encargado de esto; él está al día sobre este problema. Me preocupa, me preocupa mucho. ¿Tengo miedo? Usted sabe que tengo un defecto: una buena dosis de inconsciencia. Soy inconsciente en estas cosas. Algunas veces me he preguntado: ¿Y si me pasara algo? Y he dicho al Señor: Señor, solamente te pido una gracia, que no me duela. Porque no soy valiente ante el dolor, soy muy muy miedoso, pero no tengo miedo de Dios. Pero sé que se toman las medidas de seguridad, prudentes pero seguras. Después, veremos.

Padre Lombardi: Gracias, Santidad. Y ojalá tuviéramos también nosotros siempre la misma serenidad. Ahora es el turno de Christoph Schmidt, del grupo alemán, que viene rápidamente. Se va preparando Sébastien Maillard. Después preguntaremos al Papa si desea continuar o prefiere cortar.

Christoph Schmidt: Santo Padre, buenos días. ¿Podría decirnos algo sobre la visita de ayer al templo budista, que ha sido una gran sorpresa? ¿Por qué una visita tan espontánea? ¿Se inspira usted de alguna manera en esta religión? Sabemos que los misioneros cristianos estuvieron convencidos hasta el siglo XX de que el budismo era un engaño, una religión del diablo. Y, en tercer lugar, ¿qué podría aportar el budismo para el futuro de Asia?

Papa Francisco: ¿Cómo ha sido la visita? ¿Por qué he ido? El rector de este templo budista logró que el gobierno lo invitase al aeropuerto y allí —es muy amigo del cardenal Ranjith— me saludó y me invitó a visitar el templo; también le dijo a Ranjith que me llevase. Después hablé con el cardenal, pero no había tiempo, porque cuando llegué, tuve que suspender el encuentro con los obispos, porque no me encontraba bien, estaba cansado —esos 29 km de saludos a la gente me dejaron destrozado— y no había tiempo. Ayer, al regreso de Madhu, se presentó la posibilidad, llamó por teléfono y fuimos. En ese templo hay reliquias de los discípulos de Buda, de dos de ellos. Para ellos son muy importantes. Estas reliquias estaban en Inglaterra y consiguieron que se las devolviesen. Él vino a verme al aeropuerto y yo fui a verlo a su casa. Lo primero.

Lo segundo. Ayer, en Madhu, vi una cosa que nunca me hubiera imaginado: no todos eran católicos, ni siquiera la mayoría. Había budistas, musulmanes, hinduistas, y todos iban allí a rezar; van y dicen que reciben gracias. En el pueblo —y el pueblo nunca se equivoca—… ahí está el sentido del pueblo, hay algo que los une. Y, si están así unidos tan naturalmente que van juntos a rezar a un templo —que es cristiano, pero no es sólo cristiano porque todos lo quieren—, ¿por qué no puedo ir yo a un templo budista a saludar? Este testimonio de ayer en Madhu es muy importante. Nos ayuda a comprender el sentido de la interreligiosidad que se vive en Sri Lanka: hay respeto entre ellos. Hay grupitos fundamentalistas, pero no están con el pueblo: son élites ideológicas, pero no están con el pueblo.

Finalmente, la idea de que iban al infierno. Pero también los protestantes… Cuando era niño, hace 70 años, todos los protestantes iban al infierno, todos. Eso nos decían. Recuerdo la primera experiencia de ecumenismo que tuve. Se la conté el otro día a los dirigentes del Ejército de Salvación. Tenía cuatro o cinco años —pero me acuerdo, lo puedo ver todavía—, e iba por la calle con mi abuela, que me llevaba de la mano. Por la otra acera venían dos señoras del Ejército de Salvación, con ese sombrero que llevaban antes, con lazos, o algo por el estilo —ahora ya no lo llevan—. Pregunté a mi abuela: «Abuela, ¿son monjas?». Y me dijo: «No, son protestantes, pero son buenas». Fue la primera vez que oí hablar bien de una persona de otra religión, de un protestante. Entonces, en la catequesis, nos decían que todos iban al infierno. Pero me parece que la Iglesia ha crecido mucho en la conciencia del respeto —como les dije en el Encuentro interreligioso, en Colombo—, en los valores. Cuando leemos lo que dice el Concilio Vaticano II sobre los valores en las otras religiones —el respeto—, ha crecido mucho la Iglesia en esto. Y sí, ha habido tiempos oscuros en la historia de la Iglesia, tenemos que decirlo, sin vergüenza, porque también nosotros nos encontramos en un camino de conversión continua: del pecado a la gracia siempre. Y esta interreligiosidad como hermanos, respetándose siempre, es una gracia. No sé si había algo más que haya olvidado… ¿Es todo? Vielen Danke.

Padre Lombardi: Sébastien Maillard, del grupo francés.

Sébastien Maillard: Santo Padre, ayer por la mañana, en la Misa, habló de la libertad religiosa como derecho humano fundamental. Pero, para respetar a las diversas religiones, ¿hasta qué punto se puede llegar en la libertad de expresión, que es también un derecho humano fundamental?

Papa Francisco: Gracias por la pregunta; es inteligente. Creo que los dos son derechos humanos fundamentales: la libertad religiosa y la libertad de expresión. No se puede… pensemos… Usted es francés, vayamos a París. Hablemos claro. No se puede ocultar una verdad: que toda persona tiene derecho a practicar su religión, sin ofender, libremente. Así lo hacemos, así lo queremos hacer todos. En segundo lugar, no se puede ofender, declarar la guerra, matar en nombre de la religión, es decir, en nombre de Dios. A nosotros, lo que sucede ahora nos resulta un poco… nos sorprende. Pero pensemos también en nuestra historia, en las numerosas guerras de religión que hemos tenido. Piense en la «noche de San Bartolomé»… ¿Cómo se entiende eso? También nosotros hemos cometido el mismo pecado. Pero no se puede matar en nombre de Dios. Es una aberración. Matar en nombre de Dios es una aberración. Creo que esto es lo principal sobre la libertad de religión: se debe practicar con libertad, sin ofender, pero sin imposiciones y sin matar.

La libertad de expresión. Las personas no sólo tienen la libertad, el derecho, sino también la obligación de decir lo que piensan para colaborar al bien común. La obligación. Pensemos en un diputado, en un senador: si no dice lo que piensa que es el camino adecuado, no colabora al bien común. Y como ellos, muchos otros. Tenemos la obligación de hablar abiertamente: tener esta libertad, pero sin ofender. Porque es verdad que no se puede reaccionar violentamente, pero, si el Dr. Gasbarri, gran amigo, ofende a mi madre, se lleva un puñetazo. Es normal. Es normal. No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás, no se puede ridiculizar la fe. El Papa Benedicto, en un discurso —no recuerdo dónde con exactitud—, habló de esa mentalidad post-positiva, de la metafísica post-positiva, que al final llevaba a creer que las religiones y las expresiones religiosas son un especie de subcultura, que son toleradas, pero son poca cosa, no forman parte de la cultura iluminista. Y esto es herencia de la Ilustración. Mucha gente habla mal de la religión, se burla, podríamos decir que «juega» con la religión de los otros; son provocaciones, y puede suceder lo mismo que si el Dr. Gasbarri habla mal de mi madre. Hay un límite. Toda religión tiene dignidad, toda religión que respete la vida humana, la persona humana. Y no puedo ridiculizarla. Ése es el límite. He utilizado este ejemplo de mi madre, para decir que en la libertad de expresión hay límites. No sé si he conseguido responder a la pregunta. Gracias.

Padre Lombardi: Gracias, Santidad. Ya llevamos más de media hora y hemos hecho el primer turno de todos los grupos. Nos ha dicho que se encontraba un poco cansado. Siéntase libre. ¿Quiere seguir? De verdad, díganos cuándo quiere terminar. Ahora está anotado en la lista Joshua McElwee, del National Catholic Report.

Joshua McElwee: Santo Padre, gracias de nuevo por su tiempo. Usted ha hablado en numerosas ocasiones contra el extremismo religioso. ¿Tiene alguna idea concreta de cómo implicar a los líderes religiosos en la lucha contra este problema? ¿Quizás mediante un encuentro en Asís, como hicieron el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI?

Papa Francisco: Gracias. También se ha hecho esta propuesta. Sé que algunos están trabajando en eso. He hablado con el cardenal Tauran, que está en el Diálogo interreligioso, y él lo ha oído. Sé que el deseo no es solamente nuestro, sino también de otras partes, también de las otras religiones; está en el ambiente. No sé si se está organizando algo, pero el deseo está en el ambiente. Gracias.

Padre Lombardi: La última pregunta corresponde de nuevo al grupo filipino. La hace Lynda Jumilla Abalos y después dejamos libre al Papa.

Lynda Jumilla Abalos: Buenos días, Santo Padre. Siento que mi italiano no sea demasiado bueno. Santidad, Usted ha hecho un llamamiento a la verdad, a la reconciliación en Sri Lanka. Me gustaría preguntarle si apoya la Comisión para la verdad en Sri Lanka y en otros países para los conflictos internos…

Papa Francisco: No sé bien cómo funcionan estas Comisiones. Conocí la de Argentina, en su momento, después de la dictadura militar, y entonces la apoyé, porque era un buen camino. De estas otras, no puedo hablar porque no las conozco en concreto. Sí, apoyo todos los esfuerzos encaminados a encontrar la verdad y también todas las iniciativas equilibradas, no como venganza, equilibradas, que contribuyan a poner de acuerdo. Le oí decir al presidente de Sri Lanka —no quisiera que esto se interpretase como un comentario político—, repito lo que oí, con lo cual estoy de acuerdo. Me dijo esto: quiere ir adelante en el camino de la paz —primera palabra—, de la reconciliación, antes que nada. Después, después continuó con otra palabra. Dijo: porque se debe generar armonía en el pueblo. La armonía es más hermosa que la paz y la reconciliación. Es más. Es más hermosa todavía. Es incluso musical, la armonía. Y después me dijo más: porque esta armonía nos dará felicidad y alegría. Paz, reconciliación, armonía, felicidad y alegría. Me quedé admirado y dije: «Me alegro de oír esto, pero no es fácil». Quinta palabra: Sí, tendremos que llegar al corazón del pueblo. Y esta última palabra tan profunda me hace pensar para responder a su pregunta: solamente llegando al corazón del pueblo, que conoce el sufrimiento, las injusticias, que ha sufrido tanto en las guerras y también en las dictaduras, ¡tanto! Solamente llegando allí —también el pueblo conoce el perdón—, podemos encontrar los caminos justos, sin compromisos, justos, para ir adelante en esto que usted dice. Las Comisiones de investigación sobre la verdad son uno de los elementos que pueden ayudar, al menos pienso en las de Argentina: un elemento que ha ayudado. Uno, pero hay otras cosas que hacer para que podamos llegar a la paz, a la reconciliación, a la armonía, a la felicidad y podamos llegar al corazón del pueblo. Esto es lo que se me ocurre, y tomo las palabras del presidente que me han parecido bien dichas.

Padre Lombardi: Gracias, Santo Padre. Creo que nos ha dado materia más que suficiente para trabajar en las próximas horas de este viaje.

Una última pequeña cosa. Precisamente hoy la Agencia ANSA, que es la principal agencia de información italiana, cumple 70 años. Siempre nos acompaña fielmente alguien de ANSA, y también ahora está con nosotros Giovanna Chirri. Si Usted, Santidad, le pudiese decir una palabra de felicitación a la Agencia ANSA por sus 70 años…

Papa Francisco: El primer contacto que tuve con la Agencia ANSA fue cuando conocí a Francesca Ambrogetti en Buenos Aires. Francesca era la presidente del grupo, del equipo de periodistas extranjeros en Buenos Aires. A través de ella, conocí a la Agencia ANSA, y ella representó bien a su Agencia en Buenos Aires. Les deseo lo mejor. 70 años no son poca cosa. Perseverar en el servicio durante 70 años tiene gran mérito. Les deseo lo mejor, siempre lo mejor. Cuando no sé cómo están las cosas, tengo la costumbre de pedir a Santa Teresita del Niño Jesús que, si se ocupa ella de un problema, de una cuestión, me envíe una rosa, y lo hace, algunas veces, pero de forma extraña. Y así se lo pedí también para este viaje, que se ocupase ella y me enviase una rosa, pero en lugar de una rosa, ha venido usted a saludarme. Gracias a Carolina, gracias a Teresita y gracias a ustedes. Gracias. Buenos días.

Padre Lombardi: Gracias a Usted, Santidad, y buen viaje. Descanse ahora un poco, de manera que se pueda preparar para los tres próximos días. Gracias a todos.