Semana de oración por la unidad de los cristianos: parroquias que unen y acogen - Alfa y Omega

Semana de oración por la unidad de los cristianos: parroquias que unen y acogen

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Abba Jared y su hijo Teddy, durante una oración junto a los sacerdotes de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Foto: Archivo personal de Teddy Ylma

La vida de un cristiano está siempre en movimiento. Pero a algunos les lleva a ir muy lejos, como a Jared, un sacerdote ortodoxo copto procedente de Etiopía que recaló en Madrid hace varios años. Recorrió los 9.000 kilómetros que separan su tierra de nuestro país para encontrar un trabajo digno y estable, y se puso a trabajar de reponedor en un supermercado. Aquí ha podido ver crecer a su familia, pero durante cinco años no pudo celebrar la Eucaristía: cinco años sin poder adorar a Dios en su Cuerpo, cinco años sin comer su Cuerpo ni vivir de Él.

Poco a poco empezó a relacionarse con otros cristianos etíopes, y comenzó a buscar un lugar para poder celebrar la Eucaristía y crear una comunidad alrededor del Señor. No lo tenía fácil, porque su liturgia exige unas condiciones especiales y mucho espacio, por lo que no vale cualquier lugar.

Así, fue pidiendo ayuda hasta que contactó con José María Calderón, párroco de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y delegado de Misiones de Madrid, que tras una consulta con el entonces arzobispo, el cardenal Rouco, pudo ofrecerle el salón de actos de la parroquia, un lugar que reúne las condiciones para celebrar su liturgia. Y Jared pudo volver a ser lo que fue desde el día que se ordenó: Abba Jared, padre Jared, y celebrar la Eucaristía.

A oscuras, como cuando estábamos sin Cristo

Desde entonces, cada domingo se reúnen 30 o 40 inmigrantes de Etiopía en la parroquia, en el barrio de Prosperidad, en una celebración que empieza a las ocho de la mañana y concluye hacia la una del mediodía. «Empezamos cantando mientras va llegando la gente, pero la Misa en sí dura solo una hora y media o dos», dice su hijo Teddy, que hace de diácono en el altar durante la celebración de su padre. «Yo ayudo y obedezco al sacerdote, soy un mandao», dice entre risas, pero luego se pone serio para contar que «nuestra Iglesia es la más antigua del mundo; Etiopía fue el primer reino en aceptar la religión cristiana».

También explica que en sus celebraciones hay un momento en que el sacerdote desaparece detrás de unas cortinas –de ahí la idoneidad del salón de actos de la parroquia– porque «es un símbolo de cuando nosotros estábamos a oscuras, sin Cristo, como en el Antiguo Testamento». Más tarde, vuelve a desaparecer al recordar el momento de la Cruz, para luego volver a la luz en el momento de la comunión bajo las dos especies, que «es la resurrección, es nuestra vida», dice Teddy.

Al final, todos salen al jardín para compartir una bebida y un pan bendecido, para subrayar que «es un momento de hermandad, una señal de que todos somos una familia».

Monseñor Matti en una celebración en el salón de actos de la Concepción. Foto: Archivo personal de Nikolaus Matti Abd Alahad

Sirios en España

En el corazón del barrio de Salamanca, en la calle Goya, también han encontrado refugio cristianos de otras confesiones. Cada domingo, a las doce del mediodía, la basílica de la Concepción de Nuestra Señora acoge, gracias a una concesión del cardenal Osoro, a 20 o 30 cristianos sirios ortodoxos, para la celebración de la Eucaristía presidida por Nikolaus Matti Abd Alahad, arzobispo y vicario patriarcal de la Iglesia siria ortodoxa en España

En el salón Juan Pablo II se reúnen familias que llevan años de arraigo en España y otras familias que han tenido que salir de su país a causa de la guerra. «Nuestro rito es el más antiguo que existe. Rezamos en arameo, pero también en español y en árabe. Y cantamos en armenio», explica monseñor Matti, que atestigua que su liturgia se parece mucho al rito mozárabe, con mucho incienso y el pueblo y el sacerdote orientados en la misma dirección, hacia Dios. Pero sobre todo valora especialmente poder rezar «en el idioma de Nuestro Señor Jesús, el arameo».

Hechos, no teorías

A las celebraciones acuden armenios, coptos, griegos, melquitas, ortodoxos; todos sirios de nacionalidad. «Si decimos que somos cristianos, tenemos que estar unidos. Todos somos hermanos en Cristo», dice. Como lo son también los feligreses de la parroquia que acuden a participar en sus celebraciones.

Entre las familias que han huido de su país, «cada una tiene su historia, pero todas de un día para otro perdieron sus casas y sus trabajos». Al llegar a Madrid, recibieron la ayuda de algunas ONG, pero al terminarse han tenido que luchar para sobrevivir, «y estamos luchando con ellos», dice Matti. «Ellos solo quieren sacar adelante a su familia, y entre todos ayudamos como podemos. A nadie le gusta tener que pedir, y por eso yo hago de intermediario. Ellos antes ayudaban a la gente y ahora son ellos los que precisan ayuda».

Pero hay algo que nunca les falta: fe. «Es lo que nos ayuda más. Gracias a Dios, fe y esperanza tenemos mucha», cuenta Matti.

En medio de esta situación, la Concepción se ha revelado como «una parroquia acogedora y también ecuménica», cuenta José Aurelio Martín, el párroco de la basílica. Allí han recibido la ayuda de Cáritas, e incluso una familia de la parroquia ha ofrecido una casa para que pueda vivir en ella el arzobispo sirio. «La riqueza del ecumenismo no está en las teorías, sino en los hechos», dice el párroco. Esta experiencia «ha sido, para todos, un regalo de Dios».

Una mirada ecuménica

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra este año en con el acento puesto en los 500 años del cisma protestante, un aniversario que se conmemora dando «gracias a Dios por los dones espirituales y teológicos de la Reforma», pero también «con arrepentimiento por la división causada y mantenida en el Cuerpo de Cristo y los demás pecados cometidos», según el mensaje de los obispos de la Comisión episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, quienes también llaman a «fortalecer nuestro testimonio común del Evangelio de la misericordia en el mundo y nuestro compromiso de caminar juntos en el futuro». Los obispos destacan también los «años de diálogo» en los que se han alcanzado «varios acuerdos teológicos en temas importantes», dejando atrás «la mutua desconfianza y las lecturas parciales y tendenciosas de la historia», por lo que invitan a todos los católicos a «conmemorar conjuntamente este aniversario con nuestros hermanos de las Iglesias y comunidades eclesiales surgidas de la Reforma».