Las reformas no se detienen en verano - Alfa y Omega

Las reformas no se detienen en verano

En vísperas de su vuelo a Río, el Papa ha constituido una Comisión para reformar toda la estructura económico-administrativa de la Santa Sede. Lo forman profesionales laicos de reconocido prestigio, que, coordinados por el sacerdote español Ángel Vallejo, introducirán métodos de gestión más modernos y transparentes. Ni siquiera el ferragosto romano va a frenar el ritmo de las reformas impulsadas por el Papa Francisco

Ricardo Benjumea
Fachada exterior del IOR, conocido como Banco vaticano, en la Ciudad del Vaticano

«Como el Papa no se va de vacaciones, nos hará trabajar y seguro que hay noticias»… Lo dejaba caer, hace unos días, el sacerdote español don Ángel Vallejo, Secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, en una entrevista a El Espejo, de COPE, sobre la reforma del IOR, conocido reductivamente como Banco vaticano.

A finales de junio, el Papa creó un consejo con amplios poderes para recopilar toda la información necesaria de cara a la reforma del IOR. Ahora, recurre al mismo procedimiento para abordar una reforma de mayor amplitud, que abarcará toda la estructura económico-administrativa de la Santa Sede, constituida por unos 230 organismos. Monseñor Vallejo, antiguo ecónomo de la diócesis de Astorga, sacerdote del Opus Dei, ha sido nombrado Secretario del Consejo, con poderes ejecutivos. Es el único clérigo en un grupo en el que hay, además, otro español, don Enrique Llano, asesor independiente de varias empresas, con experiencia en los sectores financiero y público. El Presidente es el maltés Joseph F. X. Zahra, ex director del Banco Central de Malta y de la compañía telefónica Maltacom. Completan el grupo el economista francés Jean Baptiste de Franssu; el experto alemán en seguros Jochen Messemer; la responsable de comunicación de la auditora Ernst & Young Italia, Francesca Immacolata Chaouqui; el ejecutivo francés Jean Videlain-Sevestre; y el ex ministro de Singapur George Yeo.

El Papa anunciaba su decisión el viernes, mediante un motu proprio que aludía a las sugerencias recibidas desde distintos ámbitos en la línea de «continuar la obra de introducción de reformas en las instituciones de la Santa Sede», con el objetivo de «la simplificación y racionalización de los organismos existentes y una más cuidadosa planificación de las actividades económicas de todas las Administraciones de la Santa Sede». La formulación coincide, casi punto por punto, con el comunicado final tras la reciente reunión del Consejo de cardenales para el Estudio de los Problemas Organizativos y Económicos de la Santa Sede, en la que los cardenales alentaron «la necesaria reforma encaminada a reducir los costos mediante la simplificación y racionalización de los órganos existentes, así como una programación más cuidadosa de las actividades de todas las Administraciones». La nueva Comisión, de hecho, cooperará con el Consejo de cardenales, proporcionándole «apoyo técnico de consultoría especializada» y «soluciones estratégicas de mejora» para la gestión en la Santa Sede.

El Consejo de cardenales es un ejemplo de esa colegialidad que quiere potenciar el Papa, ya que lo componen los experimentados titulares de algunas de las diócesis más grandes del mundo -entre otros, los arzobispos de Madrid, Milán, Lagos, Sidney o Sao Paulo-. La nueva Comisión colaborará también, cuando le sea requerido, con el Grupo de Trabajo de ocho cardenales procedentes de todos los continentes, instituido en abril para el estudio de la reforma de la Curia romana y para asesorar al Papa en el gobierno de la Iglesia, aportándole la perspectiva de las diversas Iglesias locales.

Don Ángel Vallejo

La Comisión ha comenzado ya su trabajo, del que mantendrá directamente informado al Papa. Para recopilar la información que precise, tendrá pleno acceso a la documentación, sin que el personal de la Santa Sede pueda escudarse en «el secreto profesional y otras eventuales restricciones establecidas por el ordenamiento jurídico». La Comisión, además, podrá «servirse de la colaboración de expertos y empresas de consultoría» externas, siempre que no exista conflicto de intereses.

Una gestión más profesional

Ésa es otra de las grandes novedades de la decisión del Papa, en sintonía con la voluntad de establecer un método de gestión más transparente, profesionalizado y acorde a los estándares internacionales, para que ni la inercia en la Curia, ni los pequeños intereses creados, ensombrezcan la labor de una maquinaria administrativa que el Papa desea supeditar estrictamente al fin evangelizador de la Iglesia.

Ésa era la línea que apuntaba monseñor Ángel Vallejo en COPE. La Santa Sede -decía- tiene «una administración muy adecuada» y «ajustada», con unos «presupuestos modestísimos», comparables a los de «cualquier Ayuntamiento español» (en 2012, los ingresos fueron de 861 millones de euros, y los gastos, de 832 millones). No obstante -añadía-, «hay que mejorar los mecanismos para ahorrar en los procesos, para que no se gaste tanto en la Administración», de modo que se cubran «las necesidades institucionales de la Iglesia, y punto».

Es de suponer que las distintas Comisiones creadas por el Papa empiecen a producir ya frutos el próximo curso. Mientras tanto, Roma es un hervidero de rumores y desmentidos, que apuntan a nuevos nombramientos, e incluso a resistencias en la Curia a los cambios. La acusación más grave, negada por el director de la Oficina de Información vaticana, es la dirigida por el semanario L’Espresso sobre el supuesto comportamiento inadecuado de monseñor Battista Ricca, recientemente nombrado prelado del IOR, cuando estaba destinado a la Nunciatura en Uruguay. El episodio, en todo caso, revela que va a ser inevitable cierto ruido ambiental acompañando al proceso de reformas emprendido por el Papa.