Con afecto filial - Alfa y Omega

Con afecto filial

El pasado 8 de octubre, el señor cardenal nos honró con su última visita al Seminario como arzobispo de Madrid. Fue un momento de acción de gracias a Dios por habernos guiado como pastor y haber sido un padre para nuestro Seminario, el Seminario diocesano misionero Redemptoris Mater: Nuestra Señora de la Almudena, que este año cuenta con setenta y cinco seminaristas

Colaborador

Nuestro Seminario Redemptoris Mater empezaba el año 1989, unos años antes de que llegara a Madrid don Antonio María Rouco como arzobispo, que sucedía al cardenal don Ángel Suquía. Desde el comienzo, nos hemos sentido muy acogidos y queridos por nuestro querido señor cardenal, y gracias a él este joven Seminario se consolidó y fortaleció. Excepto la primera promoción de 8 presbíteros que fueron ordenados por el cardenal Suquía, todos los presbíteros de las demás promociones, hasta este año 2014, han sido ordenados por don Antonio María; en total, han sido ordenados 140 presbíteros, de ellos, 132 directamente por él.

Siempre hemos sentido su cercanía, su cariño y su aliento. ¡Cómo no estar agradecidos! Él nos ha hecho sentirnos plenamente diocesanos a la vez que misioneros. Unos 80 misioneros de nuestro Seminario han sido enviados por él. Y nunca se ha negado a cualquier petición razonable que se le hacía sobre la salida a la misión de algún sacerdote. 20 de ellos están realizando su ministerio como Rectores o formadores en otros de los 102 Seminarios Redemptoris Mater repartidos por todo el mundo.

Este breve resumen numérico es un primer acercamiento que nos invita a ser agradecidos, porque don Antonio nos ha comprendido y ha hecho posible que los sacerdotes formados en nuestro Seminario cumplan la misión para la que han sido creados. También nos ha dado todo tipo de facilidades para conservar y madurar en nuestro itinerario catecumenal y en nuestro carisma evangelizador, tanto que, en muchas ocasiones, ordenó a varias promociones de diáconos en celebraciones exclusivamente para nuestros seminaristas en la catedral de la Almudena. Si pasamos de la frialdad de los números a la experiencia vital, nuestro agradecimiento se eleva infinitamente.

¡Cómo no hacer presentes las visitas de inicio, a mitad y al final de curso que nos realizaba al Seminario! Comenzando con la celebración de la Eucaristía, donde siempre ha tenido una palabra llena de sabiduría, con la que nos alentaba a seguir con ilusión a Jesucristo en la vocación a la que nos había llamado. Después de la Eucaristía, pasábamos a compartir la cena y, por último, la tertulia de sobremesa. Todos los seminaristas tenían la oportunidad de hablar con su querido pastor, que se interesaba por su vocación, por sus respectivos países de origen y por la situación formativa y académica de cada uno de ellos. Dando siempre una palabra de ánimo para profundizar en la formación espiritual, académica y humana de cada uno de los que, en un futuro, serán presbíteros misioneros de la diócesis de Madrid. Y en todas las visitas de final de curso preguntaba, uno a uno, dónde y cómo pasarían las vacaciones los seminaristas y qué tipo de actividad misionera harían en algún período del tiempo estival.

Realmente, cada visita del señor cardenal era para nosotros un motivo de aliento en nuestra vocación. Sentíamos que un padre nos visitaba, y con él podíamos compartir la Eucaristía y nuestra vida, con sus alegrías y sus preocupaciones.

Un nuevo Seminario

No quisiera terminar estas breves líneas sin agradecerle también que, gracias a su generosidad, nuestro Seminario tiene una casa digna, propiedad de la diócesis, donde pueden formarse los seminaristas del Redemptoris Mater. En los primeros 20 años del Seminario, vivíamos alquilados en una parte del convento de los dominicos de la Avenida de Burgos; desde el curso 2009, la diócesis nos concedió un antiguo convento de Franciscanas Capuchinas, donde un equipo de artistas y arquitectos, dirigidos por Kiko Argüello, reconstruyó el edificio, llenando cada rincón con la belleza de la nueva estética surgida en el Camino Neocatecumenal, que hace que, en cada detalle, los seminaristas vean el amor de Dios en sus vidas. Y no sólo eso, sino que la capilla fue reformada y decorada con un mural impresionante con iconos de estilo neobizantino realizado por KiKo Argüello y su equipo de artistas itinerantes. Tras varios años de obras y remodelaciones, el 19 de diciembre de 2011 vino el señor cardenal para dedicar el altar de la nueva capilla, donde, desde entonces, las celebraciones litúrgicas presididas por nuestro pastor han sido más solemnes y vividas con mayor intensidad.

Por todo ello y por muchos detalles más, que quedan en la intimidad, nuestras palabras no pueden ser nada más que de gratitud por su pontificado en la diócesis de Madrid. Así se lo hicimos saber el pasado 8 de octubre, en la despedida en el Seminario, mostrándole nuestro mayor afecto filial.

Juan Fernández Ruíz