Los mineros muertos y olvidados - Alfa y Omega

En los últimos 25 años, la República Democrática del Congo (RDC) ha sido devastada por las guerras, con más de diez millones de muertos. Los conflictos son debidos a la explotación y saqueo de sus recursos minerales. Se trata de uno de los pocos países en el mundo dotados de tantos y tan variados recursos naturales, y varias compañías mineras extranjeras se han establecido en él.

El Estado congoleño ha reservado la minería artesanal para personas de nacionalidad congoleña. Miles de personas, en su mayoría jóvenes, participan en esta actividad. El número de excavadores en las canteras se estima oficialmente en 715.643 personas, pero la cifra real supera los dos millones. La producción de la minería artesanal representa el 20 % de la producción minera total. Más de diez millones de congoleños dependen de manera directa o indirecta de la artesanía minera. Pero el sector es una bomba de relojería en las zonas de explotación: falta de formación, enormes riesgos en condiciones y medios de trabajo, violación de derechos humanos, pobreza, destrucción del medio ambiente, crisis alimentarias…

La transición a la industria minera

La transición de la artesanía minera a la industria minera es tan temida como deseada. Temida, porque la minería artesanal es el sector con mayor número de empleos en el país; por los riesgos e implicaciones de los minerales de sangre en los conflictos, y por la práctica actual de acaparamiento de grandes concesiones mineras industriales, lo que reduce la posibilidad de la agricultura familiar y provoca hambre.

Por otro lado, es una transición deseada, porque los medios y técnicas artesanales actuales no permiten una explotación óptima. No hay ya duda en la voluntad del Gobierno congoleño: se busca una transición lenta pero constante en la explotación minera. El Gobierno, junto con empresas extranjeras y multinacionales, está acaparando todos los emplazamientos rentables. Pero, ¿qué posibilidades tienen estos mineros artesanales para poder beneficiarse de estos cambios?

Esta problemática está en el origen del proyecto Formación, escuela y supervisión de los mineros artesanales para una mejor transición del sector minero en la República Democrática del Congo, analizado y estudiado por Manos Unidas en vistas a una posible financiación.

El proyecto propone la formación de los mineros artesanales en sus derechos y deberes. No conocen el precio real de los minerales y se confían a los comerciantes, que los engañan. Pierden siempre, como mínimo, el 50 % de sus beneficios. Además, trabajan en condiciones de altísimo riesgo: descenso a 40 metros en túneles sin protección, falta de oxígeno… Todas las semanas hay muertes en las minas artesanales. Estas condiciones de riesgo fomentan el consumo de droga para poder llevar a cabo esas actividades, y conllevan el desarrollo de redes de prostitución. Por otra parte, el desconocimiento de las leyes provoca el blanqueo de capitales. Por ejemplo, minerales extraídos de un pozo no certificado son reconocidos en un pozo certificado. Es muy importante formar a la gente en el conocimiento de todos los procedimientos y crear centros de certificación.

Mejoras legislativas

Los minerales son recursos naturales no renovables. Un día se agotarán o serán objeto de un tipo diferente de explotación, lo que requerirá habilidades nuevas y formación. En pocas palabras, con la imposibilidad de trabajar en la industria minera de mañana por falta de competencias y cualificación, ¿cómo podrán los mineros mantener a sus familias? Buscarán armas y eso provocará nuevos conflictos, porque la desigualdad genera violencia y la miseria se traduce en tensión social.

El tema de la seguridad alimentaria es también crucial. Cerca de las explotaciones mineras de las grandes empresas se prohíbe el cultivo. Tampoco la población local se dedica a actividades agrícolas en los espacios disponibles que existen, porque no suelen ser rentables. Por lo tanto, compran a un precio elevado. Todo esto hace que la situación alimentaria de las comunidades locales y de los mineros artesanales sea más precaria. Para garantizar la seguridad alimentaria de los mineros artesanales y de las comunidades locales, el proyecto refuerza la promoción de la pequeña agricultura de subsistencia familiar y la cultura del ahorro.

Actualmente, a causa de la legislación internacional, la RDC ha adoptado medidas para mejorar su código minero sobre la certificación y la trazabilidad de los recursos naturales. La Conferencia Internacional de los Grandes Lagos ha tomado disposiciones respecto a la producción minera en la región. Estos nuevos instrumentos complican la explotación artesanal y la vuelven más exigente, con respecto, por ejemplo, al aumento de medidas de seguridad, el control de los circuitos económicos, la seguridad de los pozos de extracción y las medidas medioambientales. La mayoría de los emplazamientos mineros artesanales del sur del Kivu y Katanga, si no son acompañados, no serán nunca certificados, y corren el riesgo de ser expropiados. Todo esto exige que los mineros artesanales estén en conocimiento de estas nuevas realidades. Por ejemplo, en el sur del Kivu, la mayoría de emplazamientos mineros, debido a la no aplicación de medidas de certificación, ha perdido su capacidad de venta. Antes, vendían un kilo de coltán a once dólares pero ahora lo venden a 1,5 dólares.

A la luz de todo lo anterior, el Centro Arrupe para la Investigación y Formación (CARF) quiere llevar a cabo acciones sistemáticas para mejorar las condiciones socioeconómicas actuales y futuras de la minería artesanal. El propósito de este proyecto es cubrir todas las áreas donde se practica minería artesanal en la RDC e implantar en estos sitios escuelas de minería artesanal, ya sean físicas o numéricas, porque el proyecto también quiere ser una iniciativa piloto de escuela móvil y virtual de la minería artesanal para una mejor transición minera en la República Democrática del Congo.

Jacques Nzumbu, SJ
Director del proyecto

Victoria E. Braquehais
Misionera de las Hermanas de la Pureza de María