Ataque a un seminario en la R. D. Congo: «Uno de los edificios está bastante destrozado - Alfa y Omega

Ataque a un seminario en la R. D. Congo: «Uno de los edificios está bastante destrozado

«Los milicianos nos enviaron un sms diciendo que al día siguiente nos iban a atacar», narra uno de los formadores del seminario de Malole. Fallos de seguridad del ejército y de los cascos azules de la ONU hicieron posible el destrozo

María Martínez López
Foto: Andrés González Cervera

80 seminaristas de la República Democrática del Congo pueden verse obligados a abandonar temporalmente sus estudios y volver a casa después de que las milicias Kamwina Nsapu atacaran dos veces, este fin de semana, el seminario de Malole en Kananga, en la región de Kasai. Ha sido uno de los ataques más graves dentro de la oleada de asaltos a centros católicos que se está produciendo estos días en la región.

El padre Apollinaire Cibaka Cikongo, formador en el seminario, explica a Alfa y Omega que todo empezó el viernes, cuando la milicia tomó parte de los terrenos del seminario para instalar un «cuartel». «El seminario tiene una parcela de unas 40 hectáreas». Parte de ella «la cultivamos para mantenernos», y otra parte es selva. Este fue el lugar elegido por los milicianos. Acto seguido, «nos mandaron un sms anunciándonos que el sábado a las nueve de la mañana nos iban a atacar. Decidimos cerrar el seminario y marcharnos, pero las autoridades nos dijeron que no lo hiciéramos porque eso sembraría el pánico».

El ejército les aseguró que les protegería. Los formadores decidieron quedarse, pero enviaron a los seminaristas dos días a casas de familias vecinas. «Pasamos toda la noche hablando con el ejército por teléfono para que no dispararan ni hubiera sangre», pidiendo «que hubiera diálogo» con los milicianos. Sin embargo, cuando esa mañana llegaron 30 militares «muy armados», no tardaron en escucharse los disparos.

Foto: Andrés González Cervera

¿Protección? Dos policías

«Nos fuimos a un convento de carmelitas cercano, porque tiene un muro de ladrillo» que les podía proteger de las balas perdidas. Cuando el ejército acudió a rescatarles y acompañarles de vuelta al seminario, les informó de que habían expulsado a los milicianos. «Les dijimos que no podían dejarnos sin protección. Dejaron dos policías y se fueron. Poco después llegaron los milicianos, y los policías huyeron. Fue entonces cuando comenzó el saqueo: destruyeron las clases, las habitaciones, quemaron lo que pudieron… Llamamos al ejército, pero no llegó hasta dos horas después».

La noche del sábado al domingo, el seminario estuvo custodiado por casos azules de la ONU. En la tarde del domingo se produjo el segundo asalto, cuando los cascos azules se marcharon sin esperar el relevo del ejército congoleño. Los milicianos de Kamwina Nsapu «aprovecharon para quemar más cosas. Cuando llegó el ejército ya había apartamentos en llamas». Pudieron apagarlo, pero «un edificio está bastante destrozado». El padre Apollinaire subraya que, curiosamente, «los dos ataques fueron posibles por fallos de seguridad: porque el ejército se marchó, y porque los casos azules no esperaron su relevo».

Ahora mismo, la formación de los 80 seminaristas de ocho diócesis que viven en Kananga está en el aire. «Han destruido gran parte del patrimonio del seminario, y además está la inseguridad. De momento, los seminaristas viven en familias de acogida, pero estamos intentando ver cómo los enviamos a sus ciudades. No podemos saber quién es miliciano y quién no». Entre los que los atacaron, «había jóvenes del pueblo».

Oleada contra la Iglesia

No ha sido el único ataque contra la Iglesia en los últimos días. Los días 7, 10 y 11 de febrero grupos de jóvenes «crearon una atmósfera de pánico» delante del arzobispado de Kinshasa, ha explicado a Fides su arzobispo, el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya. También se ha producido la profanación de una parroquia en Limete. El miércoles «saquearon una iglesia en Kinshasha. Hoy [jueves] todavía no hemos tenido noticias de nada», apunta el padre Apollinaire.

El sacerdote maneja dos posibles explicaciones. La primera es que la gente, que «está impaciente» por la no resolución de la crisis política que afronta el país, está volcando su frustración en la Iglesia por la mediación de la Conferencia Episcopal. El 31 de diciembre, y gracias a la labor de los obispos, se firmó el acuerdo de San Silvestre para que el presidente Joseph Kabila ocupe el poder un año más tras agotar su segundo mandato, hasta la celebración de elecciones en diciembre de este año.

«Pero había que nombrar un primer ministro de la oposición, y otra personas para acompañar la transición, y el Gobierno está poniendo pegas», explica Cibaka. Esta situación ha permitido al líder de la milicia Kamuina Nsapu, nacida de un conflicto tribal por la sucesión de la jefatura del gobierno tradicional de Kasai Central, politizar su lucha, dándole el sentido de oposición contra la dictadura en el país.

Foto: Andrés González Cervera

«La institución con más credibilidad»

La otra posibilidad es que detrás del crecimiento de esta milicia es que esté alimentada de una forma u otra por el Gobierno. «Les interesa que haya desorden, porque saben que lo han hecho mal y si hay elecciones libres van a perder». Promoviendo los ataques contra la Iglesia, pueden querer desviar el enfado de la gente hacia «la institución con más credibilidad y meterle miedo para que le deje hacer» y no exige el cumplimiento del acuerdo de San Silvestre.

Este sacerdote teme que la violencia encuentre un caldo de cultivo entre muchos jóvenes «que no han estudiado o no tienen un empleo digno, y por cien dólares pueden estar dispuestos a quemar una iglesia». También siente miedo por otra de las casas seminario existentes en la región de Kasai. «En total, tenemos 420 seminaristas en cinco casas. Una está aislada en la selva, a 70 kilómetros de aquí. Si les atacan, no va a intervenir nadie».