Un chico metido en los porros, un abogado, un joven con novia, el vecino de abajo... ¿al Seminario? Sí, y hoy son sacerdotes - Alfa y Omega

Un chico metido en los porros, un abogado, un joven con novia, el vecino de abajo... ¿al Seminario? Sí, y hoy son sacerdotes

La delegación de Pastoral Vocacional de Madrid publica un video promocional del Día del Seminario, con la historia de la vocación de varios sacerdotes

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«Si sientes la llamada de Dios no la acalles, merece la pena dar la vida por Cristo y por el Evangelio»: estas palabras de Juan Pablo II en Cuatro Vientos en el año 2003, «me atravesaron como un rayo», dice Aitor de la Morena, hoy director del colegio arzobispal de Madrid. Algún tiempo antes, Aitor estuvo coqueteando con las drogas, y hasta hubo una temporada en la que «pasaba sobrio solo los primeros cinco minutos del día, hasta que encendía el primer porro, antes de ir a la universidad». Pero la llamada la tenía, aunque se resistió a ella durante mucho tiempo: 9 años. Hasta que un día «reconocí que mi corazón es para Dios. Me tiré al suelo de mi habitación llorando y le dije: «Señor, después de 9 años, te digo Sí»».

El testimonio de Aitor forma parte de del video que la Fundación de Crónica Blanca ha realizado para la Delegación de Pastoral Vocacional de Madrid, con motivo del Día del Seminario, el domingo 19 de marzo. En él, curas de diferentes generaciones cuentan la historia de su vocación.

A muchos jóvenes les llega la llamada al entrar en contacto con otros sacerdotes, como le pasó a Pedro Pablo con un sacerdote nuevo que llegó nuevo a su parroquia: «Me fascinó por entero, no sé muy bien por qué»; o a Pablo, que, siendo abogado y después de haber tenido novia, conoció a un cura «tan alegre y tan entregado, que disfrutaba tanto con la gente y con la celebración de la Misa, que deshizo la imagen lúgubre que tenía de lo que era un sacerdote»; o de una manera más rocambolesca a Sergio, que vivía justo debajo de un piso en el que vivían algunos seminaristas, y que para poder usar Internet llamaba a sus vecinos de arriba para que le dejasen conectarse.

Luego llega la hora de la decisión, un momento que recuerda con humor Felipe Asterio, porque por tres veces fue al Seminario y por tres veces se quedó en la puerta sin atreverse a entrar…, hasta que se decidió. A Pablo le llegó el momento cuando comprendió que «a mí ganar dinero y trabajar no me llenaba».

Todo ellos ponen rostro a unos hombres que hacen carne el lema del Día del Seminario de este año: Cerca de Dios y de los Hermanos.