Bach y Penderecki: las dos Pasiones - Alfa y Omega

Bach y Penderecki: las dos Pasiones

La música es capaz de transmitir profundos sentimientos. El tiempo de Semana Santa cuenta con su particular proyección en la música, prueba de ello son las Pasiones que Bach y Penderecki compusieron y sobre las que versa este artículo:

Colaborador
Piedad, del taller de Bigarny. Iglesia parroquial de Santiago de la Puebla (Salamanca)

La Semana Santa constituye un período de profunda reflexión para todo el mundo cristiano. En estos días se adquiere la conciencia de que la pasión, muerte y resurrección de Jesús supone el acontecimiento más trascendente de la historia de la Humanidad, y el inicio de la expansión por todo el orbe de la más sólida Buena Nueva que jamás haya sido anunciada al ser humano. En la historia de la música, la muerte de Cristo ha subyugado a compositores de todas las épocas, que han puesto sus más bellas melodías al servicio de los textos evangélicos. No hay, pues, mejor momento para indagar en dos grandes obras que se encuentran en las antípodas de la Historia: La Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, y La Pasión según San Lucas, de Kryzstof Penderecki.

Hacia el año 1727 componía Bach su Pasión según San Mateo, pilar básico para entender la compleja concepción de la música del maestro de Leipzig. Descubierta por Felix Mendelshonn más de un siglo después, hoy es una de las obras más interpretadas y veneradas por músicos de todo el mundo. La profunda religiosidad que impregna toda la producción de Bach alcanza su cenit en esta Pasión ideada para solistas, coro mixto y dos pequeñas orquestas confrontadas, que se sitúan en escena la una frente a la otra. El evangelista va desgranando las palabras de Mateo, mientras se van intercalando coros y solos con intervenciones de Pilatos, Pedro, Judas, Caifás y Jesús. El compositor ha querido distinguir y destacar la figura de Cristo haciendo que, a cada intervención suya, sólo intervenga un reducido grupo de cuerda de una de las dos orquestas, logrando así un magnífico efecto, y que una paz infinita llegue al oyente cada vez que el solista pone en su bocas las palabras de Jesús. Cuenta la pequeña crónica de Anna Magdalena Bach, segunda esposa del maestro, que a Johann le emocionó tremendamente la composición de esta obra. Tanto que, cierta vez, le encontró compungido llorando en su habitación sentado al clave y contemplando su partitura; estaba a punto de finalizar la Pasión y acababa de componer Nach Goplghata.

De las numerosas versiones que el mercado nos ofrece, yo me quedaría sin dudarlo con la del director austriaco Nikolaus Harnoncourt y el Concentus Musicus, de Viena. La utilización de instrumentos de época y de niños cantores para algunos registros femeninos, según criterios historicistas, nos acercan muy probablemente a la concepción original de esta gigantesca partitura que reproduce de principio a fin la narración de la pasión y muerte de Jesús según el evangelista Mateo.

Dos siglos más tarde

Más de dos siglos después, en 1964, componía el músico polaco Krzysztof Penderecki la Passio et mors Domini nostri Iesu Christi secundum Lucam. Concebida enteramente en latín, la obra fue un encargo de la Radio Alemana del Este, para conmemorar la consagración de la catedral de Munster. Su estreno, el 30 de marzo de 1966, se hizo coincidir con la conmemoración de la introducción del cristianismo en Polonia un milenio antes. De profunda tradición cristiana, Penderecki tiene la virtud de hacerse entender fácilmente por el gran público, gracias a una hábil combinación de contemporaneidad y clasicismo. Como se puede imaginar por el lapso de tiempo transcurrido, la obra del polaco difiere notablmente de la magna obra de Bach; la dulzura y serenidad del compositor barroco dan paso a violentos cambios de ritmo y pavorosas disonancias que provocan al oyente una profunda sensación de miedo; las turbas excitadas pidiendo a gritos Crucifige illum, y la conversación entre Cristo y Pilatos, se acompañan de espectaculares efectos sonoros provocados por una orquesta especialmente nutrida de instrumentos de viento y un coro mixto muy reforzado con voces masculinas. El texto de Lucas, declamado por un narrador, se alterna con fragmentos de los Salmos más utilizados en la tradición cristiana, con un resultado sonoro que no dejará indiferente absolutamente a nadie. De las versiones existentes, tengo especial predilección por la del maestro polaco Antoni Wit, gran especialista en compositores del siglo XX, al frente de la Orquesta Filarmónica y Coro nacionales de Varsovia.

Bach y Penderecki, dos formas de entender la música separadas por más de doscientos años, dos Pasiones llenas de interés que encuentran en estos días el momento idóneo para detenernos a escuchar la palabras de los evangelistas Mateo y Lucas, y reflexionar sobre la profunda significación que para el mundo tiene la Semana Santa. Para Bach, la música era una forma de alabar a Dios y la más profunda expresión de su grandeza, por lo que estas músicas pueden ser una forma más de prepararnos espiritualmente para las solemnes y gozosas celebraciones que se avecinan.

José Miguel Martínez Nadal