Sobre la sustancia de la literatura - Alfa y Omega

Sobre la sustancia de la literatura

¡Dónde te habías escondido, Juan Manuel! ¿Dónde estabas? ¿Lamiéndote las heridas que te habían hecho las esquinas del aire? Porque el arte, como decía Sordera, el cantaor, te tiene que dolé. Leer para disfrutar exige cierto proceso de aprendizaje: sólo así se construye un buen lector. 747 páginas para escribir una novela muy corta, adecuada para traperos del tiempo y altamente recomendable

Jaime Noguera Tejedor
Don Juan Manuel de Prada, en la presentación de su novela Morir bajo tu cielo

Nos presenta Juan Manuel de Prada, en la editorial Espasa, una relectura organizada del desastre de Filipinas según él lo considera -y yo se lo compro-, fundamentando, a través de personajes dentro de los que viven personas, la invención del desastre de la modernidad en España. Hay varios elementos comunes en todos ellos: son todos personajes extraordinarios, diferentes, ¿geniales?, desarraigados y fuertes en la defensa de sus principios. Todos normalísimos y ávidos consumidores de vida. Todos almas sufrientes. Todos poetas. No es casual que, al comienzo del libro, nos proponga cinco versos de Rizal, alejandrinos, rimados; y todos los personajes, a medida que van cogiendo músculo, muestran su condición (como el Rana de Cervantes en Daganzo) y se van dejando penetrar por el arte.

Este libro debería ser un texto de referencia para enseñar Historia en Bachillerato. Se lee como un relato, se disfruta como una colección de episodios, se goza como las narraciones más apasionantes -muy bien escrito, cuenta las cosas avanzando caricias e iluminando situaciones- y se maneja como un diccionario con opiniones de consulta imprescindible. En este libro están el lector que se documenta, el profesor que no ejerce, el acompañador y el escritor. Gracias, Juan Manuel.

Se hace difícil reseñar un libro sin contar la trama, sin destripar las historias que se cruzan hasta comprender el engaño y el desastre. Los datos, perfectos, exactos y vivos, forman parte también de la obra… y merecen el respeto del lector.

What is your substance, whereof are you made?, dice Shakespeare del amor. Eso recuerdo yo, con este libro, acerca de la pasión por la literatura y la palabra: para leer, sobar, comentar y tener a mano una visión del 98 sobre la que se puede hablar con verdad. «La vida (…) entreverada de penurias y alborozos, sobresaltos y rutinas, que es la argamasa con que se modelan las vidas corrientes y en paz con Dios»: he ahí la base de la trama, las penurias, alborozos y etcéteras que sufrieron los que, rindiendo su vida al desastre, no dejaron de poner, románticamente, sus esfuerzos al servicio de sus ideales.

La conciencia es una amiga muy querida, sobre todo cuando se la echa en falta. Decía al principio que Juan Manuel de Prada lo ha vuelto a hacer. Ha escrito un libro inclasificable: no pertenece a ninguno de los géneros establecidos, va y viene del cine, para descansar a veces en la novela, en ocasiones en el cuento, siempre en las personas. Supera las expectativas del lector más apasionado: sube el listón y sigue compitiendo consigo mismo. Probablemente, estemos ante uno de los mejores escritores en español de los últimos veinte años. Nos acoge en esta novela con su mundo literario, un escenario propio con un lenguaje genuino, diferente: el mundo de las historias ilusionantes y el lenguaje pulido de quien se preocupa por los adjetivos, a menudo duales y paradójicos (aviesa o proterva, golfa o bohemia).

Juan Manuel de Prada califica con precisión de joyero, talla las palabras para decir lo que quiere, no deja abiertas las interpretaciones, sino que las define y mece al lector con sus interpelaciones; ¿quién, si no, diría: «Se bebió su copa de coñá de un solo trago, como si así se inmunizara contra las consecuencias de esa hipotética conspiración», para describir el pesar de la soledad y el desamparo…? Por cierto, en esta página te atrapa ya del todo la novela, hay más literatura en ella que muchas novelas enteras; o bien el diálogo sostenido de la verdad para Moisés, que destila humanidad, una conversación de personas que se escuchan para convivir. Literatura a raudales en este libro.

La vida no es un concepto: es realidad

Morir bajo tu cielo es una novela de personas con una historia de sentimientos y sensaciones. Hombres abandonados que afrontan sus penas dejándose penetrar por la vida de otras personas. Es una obra personalista en el sentido filosófico: el autor entiende y propone la vida de los personajes, no como hecho biológico, sino como realidad biográfica; por eso decide contarnos la trayectoria de los personajes a través de sus experiencias conocidas, de sus ocultaciones difíciles de confesar, de sus errores pasados y sus encantos a futuro. En cada uno está la manifestación de la felicidad y la presencia de lo humano.

«Tuvo que callar, porque el corazón se le atoraba, como si se lo hubiesen llenado de estopa», dice un personaje al conmoverse por el amor presente en la muerte de una persona. Cómo las personas cambian por la fuerza del amor o del abandono del amor; cómo las historias construyen emociones que luego se pueden vivir y replicar. La vida no es un concepto, sino una realidad.

Decía Ortega que «sorprenderse, extrañarse es empezar a comprender»; el lector va de sorpresa en sorpresa y no acaba de acomodarse a nada de lo que le cuentan…, porque nadie normal puede acomodarse al abuso del hombre por el hombre. España está omnipresente en la novela, incluso en las personas que deciden vivir como si fuese en otra parte. Esta obra nos habla del valor necesario para querer y sentir, y de la fuerza que se necesita para demostrar el aprecio. Trata del peso de los remordimientos. Es también una historia de paz, ilusiones y respeto.

Morir bajo tu cielo
Autor:

Juan Manuel de Prada

Editorial:

Espasa