María del Naranco: «Nuestro hijo Antonio, con Síndrome de Usher, es un regalo de Dios» - Alfa y Omega

María del Naranco: «Nuestro hijo Antonio, con Síndrome de Usher, es un regalo de Dios»

El cine Dreams acoge hasta el sábado la VI Muestra Internacional de Cine y Realidades que inspiran, Madrimaná. En la sesión de este martes 7 de marzo se proyecta la película Los Hollar. Antes del inicio del film, María del Naranco —procuradora de 45 años— ofrecerá su testimonio sobre Acoger la vida y la discapacidad en familia

Carlos González García

María del Naranco guarda en su corazón —y en sus manos— una peculiaridad especial: su hijo menor, Antonio, tiene el Síndrome de Usher. A sus 8 años, esta enfermedad hereditaria que causa sordera o hipoacusia desde el nacimiento, va deteriorando la visión del pequeño a causa de una retinitis pigmentaria. A pesar de ser, en boca de los expertos, uno de los problemas más difíciles a los que uno se puede enfrentar, Antonio sigue con su proyecto de vida y disfruta, sin miedo, de una felicidad que un buen Dios construyó a su medida.

María, que guarda en su alma el secreto de la fe —que todo lo puede—, es consciente de que no todas las familias creen estar preparadas para afrontar un desafío así. Por ello, con esta conferencia, Del Naranco expresa a otras familias, madres de niños con algún problema o futuras mamás que «ser diferente al resto no es algo negativo, es solamente ser diferente, y todos los somos». Por ello, nos atiende para revelar un mensaje capaz de sosegar a una mirada sufriente que, en demasiadas ocasiones, no es capaz de comprender el sentido de la Providencia: «Es importante subrayar que, gracias a nuestra fe, no vemos a Antonio como un peso para sus padres o para sus hermanas, sino como un regalo que Dios».

Su ponencia habla de acoger la vida y la discapacidad en familia. ¿Cuál es el objetivo?
Hoy en día, la discapacidad en la vida es un hándicap, pero todas las cosas en esta vida que son distintas tienen sus dificultades. Hay mucho trabajo y muchos sentimientos encontrados, pero yo voy a animar, apoyar y quitar miedos a la gente con el tema de las enfermedades raras, como la que tiene mi hijo Antonio. El mensaje tiene que ser positivo. Lo raro no es siempre malo, y nuestra vida puede ser mucho más rica y, de hecho, mis hijos lo viven así.

¿Qué pueden aportar aquellos que tienen capacidades diferentes a esta sociedad?
Amor, mucho amor, y también constancia, empatía, afán de superación, lealtad… Las personas con discapacidad aportan muchos valores a quienes les rodean. Familiares y amigos descubren características poco comunes en el día a día, pero que emergen en ellas de manera natural. Tienen capacidades diferentes. Saben cómo arrancar una sonrisa, a veces una lágrima, y casi sin proponérselo. Se limitan a hacer lo que sienten, a ser ellos mismos y demuestran una fortaleza digna de admiración.

Factores, sin duda, determinantes para descubrir el amor en familia, ¿no?
Así es, todos estos factores son determinantes para las personas que están a su alrededor. Así es como consiguen mejorar su felicidad. Los valores que aportan las personas con discapacidad llegan a amigos, compañeros de colegio o de trabajo, vecinos… Pero, sobre todo, son los familiares quienes más se benefician de esta relación.

¿Y cómo lo viven sus hermanas, Mercedes y Esther?
Las hermanas se muestran generosas, atentas, responsables y preocupadas por el cuidado de su hermano pequeño. Le calman cuando llora y juegan con él como cualquier otro niño porque son eso: pequeños a quienes les gusta pasarlo bien. Incluso discuten y se enfadan, como el resto. Entre hermanos, se crea un vínculo más fuerte de lo habitual por cierta sensación de protección mutua, porque ellos no se sienten la parte débil. Porque no lo son.

¿Será por el sexto sentido que dicen tener por ser tan especiales?
Algunos hermanos aseguran que sí, que tienen un sexto sentido para darse cuenta de cuándo algo les preocupa a los demás. Pero, sobre todo, lo tienen para apoyar cuando esto ocurre. Son cariñosos, empáticos, tolerantes, siempre dispuestos a ayudar y, por qué no, cabezotas si hay que serlo. Gracias a Antonio, nosotros hemos aprendido que la vida puede ser como nosotros queramos que sea. Él cambia la vida de quienes están a su lado. ¿Cómo se describe algo tan grande? ¿Hay realmente palabras para eso?, nos preguntamos nosotros .

Y la fe y, en concreto, Dios, ¿qué papel juegan en todo esto?
Tenemos mucha fe. Dios está en nuestra vida en esta circunstancia, y eso nos da mucha paz, nos ayuda y hace milagros en el día a día que hacen que los momentos duros de Antonio sean más llevaderos. Además, gracias a la unión estable y fiel que tenemos nosotros, a nuestra entrega recíproca, plena e irreversible, la familia constituye el mejor ambiente para el desarrollo personal de Antonio. Especialmente, cuando él es más frágil, más limitado en sus capacidades y, por tanto, está más necesitado de cuidado, de atención, de ternura y de comunicación, no sólo verbal, sino con su ambiente inmediato.

María habla tranquila y respira en paz, consciente de que su alma está haciendo lo que debe. No sin antes volver a recordar que Dios continua escribiendo, a diario, el guion de la película de su vida: «Gracias a nuestra fe, no vemos a Antonio como un “peso” para sus padres o sus hermanas, sino como un regalo que Dios nos ha concedido para que sea acogido como hijo o hermano, dentro de su familia». Al fin y al cabo, como nos enseña esta madre coraje, en eso consiste el amor: «El mismo amor hace que las dificultades resulten ligeras, soportables e, incluso, una fuente de esperanza y de alegría espiritual».