Capellán hispano-portugués en Moscú: «Las crisis internacionales son una llamada a confiar en Dios» - Alfa y Omega

Capellán hispano-portugués en Moscú: «Las crisis internacionales son una llamada a confiar en Dios»

El Miércoles de Ceniza, el padre Sollazo celebró la Eucaristía junto a un grupo de españoles, italianos, brasileños, guineanos, cubanos, rusos, portugueses, y unas cuantas nacionalidades más. En Pentecostés, celebrará la vigilia junto a las comunidades armenias y ortodoxas. No es que se ocupe de una delegación de la ONU, sino que desde hace más de 15 años, este sacerdote italiano, miembro del Verbum Dei, se ocupa de atender pastoralmente a los católicos españoles, latinoamericanos y portugueses que viven en Moscú. Y con ellos, anuncia a Cristo en el corazón de la antigua URSS, cuida de los vagabundos que malviven en la capital rusa y atiende a niños de un orfanato

José Antonio Méndez
El padre Daniele Sollazo con miembros de la comunidad católica hispano-portuguesa en Moscú. Foto: Archivo personal del padre Daniele Sollazo.

Usted es italiano y está en Moscú, en la capellanía para españoles y portugueses. Creo que esto merece una explicación…
[Ríe] Así es. Los misioneros del Verbum Dei vinimos tras la caída de la URSS para volver a anunciar a Jesucristo. Como el Verbum Dei nació en España, todos aprendemos español, y yo además había estudiado Filología rusa, así que me enviaron aquí cuando acabé Teología y ya llevo 15 años.

¿Y a qué se dedica en Rusia un capellán católico para españoles?
En Moscú la Iglesia católica es muy pequeñita: solo hay tres iglesias católicas y una con Misa en español. La mayoría de las personas que atendemos son universitarios latinoamericanos o españoles, o trabajadores de empresas o embajadas que están de paso unos años. También hay familias mixtas, de católicos españoles o latinos que se han casado con rusos, casi siempre ortodoxos. Como el ruso es un idioma muy difícil, los hispanohablantes buscan la Misa en su idioma, aunque tratamos de hacerla bilingüe para que vayan aprendiendo la lengua.

Y una vez que llegan a la capellanía, ¿qué se encuentran?
En Rusia hay mucha sed de Dios, así que el trabajo pastoral es muy intenso. Preparamos los sacramentos, hacemos grupos de oración, celebramos primeras comuniones y bautizos… Somos una comunidad pequeña pero muy viva. También hacemos mucha labor social, porque hay inmigrantes con muchos problemas: los cubanos llegan sin visado, otros acaban en la calle… Y también ayudamos a los rusos: a muchos vagabundos que hay en Moscú, y también en orfanatos.

¿Dice que hay mucha sed de Dios en el corazón de la antigua URSS?
Sí. Tras la perestroika, vinimos muchas comunidades con el entusiasmo de devolver la fe al pueblo ruso, siguiendo las promesas de la Virgen de Fátima. Tratamos de renovar una fe que se había perseguido durante 70 años. El comunismo dejó heridas muy grandes, pero ese vacío de Dios generó un gran deseo de volver a Él y a la Iglesia. De hecho, cuando vuelvo a Europa occidental, veo que en Rusia hay más respeto y más deseo de Dios.

Foto: Archivo personal del padre Daniele Sollazo.

En Europa estamos acostumbrados a recibir inmigrantes. Allí, los inmigrantes son los españoles. ¿Qué enseña una situación así?
Los extranjeros necesitan una buena adaptación y ayuda espiritual. Aquí la cultura, el clima y el idioma son muy diferentes. Cuando eres inmigrante buscas más a Dios porque te sientes desprotegido y necesitas que la Iglesia te cuide. Por eso, muchos descubren aquí a Dios, y reciben el Bautismo o la Comunión. En esa necesidad de Dios influye mucho ver que el ambiente no es tan hostil contra la Iglesia y contra Dios como en Europa. En Rusia hay muchos santuarios a los que va mucha gente, y si entras en una iglesia ortodoxa, siempre está llena.

Rusia ha vuelto a la primera línea de un escenario político cada vez más tenso y crispado. ¿Qué nos dice Cristo para este momento histórico tan convulso?
En los últimos años ha habido muchos cambios, conflictos y tensiones, pero tenemos la esperanza de que tras la cruz siempre está la resurrección. Todos los acontecimientos y crisis internacionales que estamos viendo son una llamada a acercarnos más a Dios, a confiar en Él y a recordar que estamos en sus manos. Es lo que dice el Evangelio: no tenemos que preocuparnos del mañana. A veces parece que está a punto de estallar una guerra, y luego ves que no… Lo que da esperanza es su Resurrección y las promesas de la Virgen de Fátima. Ella nos prometió que Rusia se convertiría y que su Corazón Inmaculado triunfaría. Pero ese triunfo es un proceso, en el que ahora estamos inmersos.