Nosotros recordamos... - Alfa y Omega

Nosotros recordamos...

Éste es el título del documento que, acompañado de una carta del Papa, ha sido presentado el pasado lunes 16 de marzo por el cardenal Cassidy, Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos y de la Comisión para las relaciones con el Hebraísmo. Ofrecemos una primera síntesis de lo esencial

Redacción

El antisemitismo de los nazis tiene su origen en la filosofía pagana y en una concepción del mundo anticristiana; por ello, el nazismo atacó también a los cristianos. Este documento desmiente, de manera definitiva, que existiera complicidad alguna entre el régimen nazi y la Iglesia.

Mala relación judíos-cristianos: En los albores del cristianismo surgieron contrastes entre la Iglesia primitiva y los jefes judíos que, por apego a la Ley, a veces se opusieron violentamente a los predicadores del Evangelio. En el mundo cristiano -no la Iglesia en cuanto tal-, interpretaciones erróneas e injustas del Nuevo Testamento que afectan al pueblo hebreo y a su presunta culpabilidad generaron sentimientos de hostilidad. Estas interpretaciones fueron definitivamente rechazadas por el Concilio Vaticano II.

El antisemitismo no tiene raíces cristianas: No se puede ignorar la diferencia que existe entre el antisemitismo, basado en teorías contrarias a la enseñanza constante de la Iglesia sobre la igual dignidad de todas las razas y pueblos, y los sentimientos de sospecha y de hostilidad que llamamos antijudaísmo, de los cuales, por desgracia, los cristianos también han sido culpables.

La ideología nacionalsocialista rechazó reconocer cualquier realidad trascendente. Un grupo humano, y el Estado con el que se identificaba, se atribuyó un valor absoluto y decidió cancelar la existencia misma del pueblo hebreo. Lógicamente, una actitud así llevó también al rechazo del cristianismo, y al deseo de ver destruida la Iglesia. La Shoah (exterminio) fue la obra de un típico régimen moderno neopagano. Su antisemitismo echaba sus raíces fuera del cristianismo. ¿Provocó el sentimiento antijudío una menor sensibilidad en los cristianos, o incluso una indiferencia, ante las persecuciones contra los hebreos? Muchos desconocieron totalmente la solución final; otros tuvieron miedo por sí mismos y por sus seres queridos; algunos se aprovecharon de la situación; otros se dejaron mover por la envidia. Hay que responder caso por caso y, para hacerlo, es necesario conocer los motivos que movieron a las personas en una situación determinada.

Defensa de los judíos por Pío XII: El doctor A. Leo Kubowitzki, Secretario general del World Jewish Congress, agradeció a Juan Pablo II, en nombre de la Unión de las Comunidades Israelitas, la obra realizada por la Iglesia católica a favor de la población hebrea en toda Europa durante la guerra. En 1958, a la muerte de Pío XII, Golda Meir envió un elocuente mensaje: Compartimos el dolor de la Humanidad. Cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó por sus víctimas. Muchos obispos, sacerdotes y laicos han sido honrados por este motivo por el Estado de Israel.

Arrepentimiento: Junto a estos hombres y mujeres valerosos, la resistencia y la acción concreta de otros cristianos no estuvo al nivel que hubiera podido esperarse de los discípulos de Cristo. No podemos conocer cuántos cristianos constataron con horror la desaparición de sus vecinos hebreos, pero no tuvieron la fuerza suficiente para alzar su voz de protesta. Para los cristianos, este grave cargo de conciencia deber ser un llamamiento al arrepentimiento.

En el momento en que hacemos esta reflexión, demasiados hombres continúan siendo víctimas de sus propios hermanos. En este siglo la violencia ha afectado a grupos enteros de pueblos y de naciones… víctimas de la ideología totalitaria en la Unión Soviética, China, Camboya; tampoco podemos olvidar el drama de Oriente Medio, cuyas características son bien conocidas.