«Dios ha permitido su muerte para unir a católicos y evangélicos» - Alfa y Omega

«Dios ha permitido su muerte para unir a católicos y evangélicos»

Samuel Kabamba tenía cuatro años. La patera en la que viajaba junto a su madre naufragó a finales de enero y la corriente arrastró su cuerpecito hasta una playa de Barbate. El cuerpo de Veronique, su madre, llegó a la costa argelina. El padre, pastor evangélico en Congo, ha viajado hasta España para probar con su ADN que su niño es su niño. El viernes la parroquia gaditana de San Paulino acogió el funeral del pequeño

Cristina Sánchez Aguilar
Dos vecinos de Barbate ayudan al padre y al tío de Samuel a sacar el féretro de la parroquia de San Paulino. Foto: AFP Photo/Stringe

Al pequeño féretro blanco de Samuel no le faltarán flores. Así se lo han asegurado los vecinos de Barbate a su padre, Aimé Kabamba, al que acompañaron durante las difíciles horas del entierro y el funeral. Pastor evangélico en el Congo, reconoce en conversación con Alfa y Omega haber «comprendido que el Señor ha permitido la muerte de mi niño para unir a los católicos y a los evangélicos. Este acercamiento es muy importante, porque el mensaje de Cristo y de la Cruz nos une». Kabamba llegó hace unos días a España a través de su embajada para realizar las pruebas de ADN que confirmaron que el menor encontrado era su hijo. «La diócesis de Cádiz y los vecinos de Barbate nos han tratado con muchísimo amor», agradece. Incluso una vecina le ayudó a adquirir un nicho cómodo en el cementerio de la localidad, a una altura adecuada para limpiarlo fácilmente y cambiar las flores, y para que el recuerdo del pequeño permanezca a la vista de todos.

Era viernes, 27 de enero. Cerca del faro de la playa de la Mangueta. Un hombre salió a pasear al amanecer. Allí se encontró con una imagen que, como él mismo reconoce, «no se me olvidará mientras viva». Un cuerpecito de un niño de unos 4 años, boca abajo, con la cabeza tapada con el chaquetón marrón. Y unos zapatitos blancos. Llevaba puesto un chaleco salvavidas, pero esa vez no cumplió su función.

Samuel, hijo del pastor Aimé y Veronique, salió de su Congo natal varios meses antes. Su madre tenía un tumor en el cuello que los médicos congoleños no podían curar debido a la falta de medios. Le aconsejaron viajar a Europa para tratarse, aunque conseguir un visado no era tarea fácil. Por eso agarró a su hijo pequeño –los otros cinco se quedaron con su padre–, que también padecía una afección pulmonar que podría solucionarse en el Viejo Continente, y viajó hasta Marruecos, donde gracias a un contacto podría llegar a España en un intervalo de tiempo más breve.

Tras ocho meses en el país, debido a problemas burocráticos, se vio obligada emprender el viaje en patera hasta la costa española. En la embarcación iban once personas, dos de ellas mujeres y un único niño. El cuerpo de Veronique fue arrastrado hasta la costa argelina, donde tuvieron que enterrarla sin demora dado el avanzado estado de descomposición del cuerpo. La corriente llevó a su hijo pequeño hasta Cádiz.

El viernes, en la parroquia de San Paulino, el delegado de Migraciones, Gabriel Delgado, presidió el funeral por Samuel y aseguró que «el drama de su muerte es un símbolo de la muerte de muchos niños y niñas migrantes». Recordó que «más de un tercio de los inmigrantes fallecidos son niños» y que «miles de niños permanecen en campos de refugiados, pasándolo muy mal, a la espera de que Europa les abra las puertas. Esta es la mayor vergüenza del mundo».

Por último, el responsable del secretariado de Migraciones de Cádiz lanzó un mensaje de consuelo y esperanza a la familia: «Seguro que Dios escuchó el grito de Samuel y su madre y el Buen Pastor bajó a rescatarlos a las profundidades del mar para llevárselos junto a Él».

Aimé Kabamba, que ha pedido durante su estancia en España que Europa favorezca las vías legales de inmigración, de momento vuelve a Congo a seguir guiando a su comunidad, aunque no descarta volver a España para servir a la Iglesia evangélica. «Aquí me he sentido en familia, bien acogido. El pueblo español me ha dado mucho amor».