¿Subrogación altruista? - Alfa y Omega

¿Subrogación altruista?

Redacción
Kajsa Ekis Ekman es autora de un libro sobre gestación subrogada y prostitución. Foto: Julie Bindel

La gestación por subrogación «perjudica a las mujeres y convierte a los niños en productos» por el deseo de los padres comitentes de «tener un niño genéticamente suyo. Todo forma parte de la noción de que los cuerpos de las mujeres, o parte de ellos, se pueden vender o usar para beneficio de otros», asegura a Alfa y Omega la feminista y activista homosexual británica Julie Bindel, que también participó en la jornada de Nueva York. Junto a ella estaban Pierrette Pape, del Lobby Europeo de Mujeres, y Janice Raymond, de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres.

En una mesa redonda, las tres defendieron que esta práctica atenta contra la «libertad reproductiva» de las mujeres —que para ellas incluye el aborto—. No «toda decisión que toma una mujer la empodera», señaló Bindel. Critica incluso la subrogación altruista, el modelo que algunos plantean para España. Es «una pantalla de humo». El resto de la industria —clínicas de reproducción artificial, agencias…— siempre gana. Y son totalmente minoritarios los casos en los que las mujeres no lo hacen. En el Reino Unido, por ejemplo, se permite una compensación de 15.000 libras (unos 17.000 euros). «Hay chicas que no ganan eso en un año».

Si no hay beneficios, cae la oferta de vientres. En Canadá, está muy por debajo de la demanda. Allí no se permite un pago como tal, pero sí cubrir algunos gastos de la mujer. Las agencias admiten que los padres pagan a las mujeres bajo cuerda o con regalos. En el estado de Nueva York, que tiene una legislación muy estricta en este sentido, está en trámite una ley de subrogación comercial. Sus promotores alegan que, por la falta de gestantes voluntarias, los comitentes deben trasladarse a estados donde sí se les paga.

Además, Bindel recuerda que «las gestantes altruistas siguen poniendo en riesgo su salud física, emocional y mental». Reconoce que la oposición a la subrogación aún no es mayoritaria entre las feministas de su país, pero «está cada vez más extendida», sobre todo entre las que luchan contra la prostitución.

La feminista Julie Bindel. Foto: Julie Bindel

El caso sueco

Experta en prostitución y subrogación es Kajsa Ekis Ekman, periodista sueca y miembro de Stop Surrogacy Now. Ambas prácticas son las protagonistas de su libro El ser y la mercancía, que pronto se publicará en España. «Tienen mucho que ver porque son dos industrias que explotan el cuerpo femenino: una por sexo y otra por motivos reproductivos —cuenta a Alfa y Omega—. La subrogación es como la hermana pequeña de la prostitución» en cuanto a su difusión. «Ahora es el momento de pararla, antes de que crezca más».

En este sentido, se muestra orgullosa de la actitud de Suecia, motivada en gran parte por el movimiento feminista. Allí la situación era de alegalidad pero no había vientres de alquiler porque —como en España— el parto determina la maternidad. Pero «la gente llegaba de Estados Unidos o de Ucrania con niños recién nacidos, y se tramitaba la adopción» por parte del padre sin relación genética. El año pasado, una comisión de investigación convocada por el Gobierno propuso prohibir toda forma de subrogación y desincentivar que se haga en el extranjero; por ejemplo, no tramitando las adopciones. El informe está siendo analizado por diferentes actores sociales, y podría convertirse en ley en el futuro.