Lo urgente es acompañar - Alfa y Omega

Dos hermanas de comunidad, una de ellas polaca, acaban de volver de Polonia de llevar a cabo una itinerancia conociendo el país, la pastoral juvenil, la vida religiosa… Hablando con un religioso de una orden mendicante muy afín a la nuestra (somos agustinas) nos decía que la labor pastoral más urgente no era la organización de eventos multitudinarios, sino el acompañamiento personal. Es decir, el trabajo más artesanal de la caridad, evangelizar uno a uno. Porque el joven, de allí y de aquí, necesita acompañamiento para encontrar el sentido a la vida, para sanar las heridas, para abrirse a la fe, para poder dar una respuesta responsable, valga la redundancia.

Al monasterio se acercan muchas personas al cabo de la semana y, al final, lo que les hace volver es haberse sentido tocadas por la gracia en un cara a cara. Es la labor primordial de nuestra vida religiosa: los que se acercan vienen con cántaro lleno de sed y, ojalá, la Fuente Viva los encuentre.

Os escribo porque es urgente sanar al hombre de hoy, ser instrumento de sanación para las heridas de hoy. Nuestra sociedad ha tomado una deriva radical hacia lo inmediatamente satisfactorio y, por eso, molesta todo lo que habla de sacrificio, o de renuncia, o de paciencia o de serenidad. Por eso cuesta tanto vivir sin prisas, sin gritos, sin violencia, sin corrupción… por eso molesta Dios, el Dios verdadero, y se pide públicamente que prohíban la Misa en la tele mientras nadie levanta la voz sobre las juergas indignas de un Ayuntamiento. Yo no creo que sacar un autobús con un eslógan provocador sea el modo de avisar que vamos a la deriva en humanidad (no digo ya en espiritualidad y en fe), el cristianismo va por otro camino. Pero sí os digo que hay algo que hacer, y es urgente. A lo mejor tenía razón el religioso polaco: lo urgente es acompañar. Es una labor escondida y silenciosa, una caridad sin nombramientos ni premios populares. Pero los jóvenes han de ser avisados a tiempo para que cuando les llegue el día de la jubilación nadie les premie con una falsa moneda. Y ya no quede tiempo para volver.