El protagonismo en Venezuela, para las familias - Alfa y Omega

El proyecto evangelizador del Movimiento Cultural Cristiano se basa en lo que Rovirosa llamaba pandillas de amigos formadas por familias, presbíteros y consagrados. Su nota esencial debe ser la mística militante, el entusiasmo creciente por Cristo, su Iglesia y la solidaridad con los empobrecidos. Con este propósito llegamos a Venezuela hace 17 años, donde no existía ningún matrimonio autóctono comprometido. Los catequistas y los demás bautizados activos eran o jóvenes de ambos sexos o mujeres adultas a las que sus esposos no acompañaban en el servicio eclesial. Esto no solo ocurre en el seno de la Iglesia; por desgracia, es lo común en el resto de la sociedad. Apenas hay familia, lo cual se traduce en el caos político, social, económico y cultural que padecemos. Mucha responsabilidad es nuestra: durante siglos nuestra evangelización ha estado condicionada por el clericalismo.

Julián Gómez del Castillo decía que «el primer problema de Iberoamérica es la falta de la institución del noviazgo cristiano». Mi experiencia cotidiana lo confirma. No dudo de que existe el amor entre los que deciden vivir juntos, pero apenas cultivan la responsabilidad integral que implica. Como consecuencia, la mayoría de los niños crecen sin referencia paterna, es decir sin contención afectiva, sin autoestima, sin proyección… Solo así se explica, entre otros, el índice de homicidios, de toxicómanos o de homosexualidad.

Satanás y el entramado institucional que san Juan Pablo II denominaba imperialismo conocen de sobra que el mundo y su evangelización se juegan en el campo de batalla de la familia. Por eso, han puesto toda su artillería apuntando a este objetivo. La ideología de género es uno de los principales frentes con el que se pretende dinamitar, no solo la identidad sexual (lo que Rovirosa llamaba hace 70 años la vocación evidente) sino también configurar una nueva antropología y una sociedad totalmente sumisa al poder. Las instituciones eclesiales clericales siguen sin enterarse; así, la Universidad católica Andrés Bello ha organizado varios foros sobre este tema (a favor) y ni uno sobre el hambre, que padecen el 53 % de nuestros niños según Cáritas Venezuela.

Por la Gracia de Dios, mediada por el testimonio de las familias con sus numerosos hijos, con ancianos y enfermos y siempre en comunión con los sacerdotes y las vírgenes consagradas, en este rincón de Venezuela la realidad ya no es como la de hace 17 años. Hay varias decenas de matrimonios y familias comprometidos, algún presbítero y dos consagradas; los niños tienen otras referencias y las concreciones a nivel educativo, social, político, económico y cultural son palpables. Nos vemos en el campo de batalla.