Camino a la escuela. La ilusión por superarse - Alfa y Omega

Camino a la escuela. La ilusión por superarse

El ámbito escolar ha propiciado interesantes documentales y películas de ficción en los últimos años. Recordemos el documental Ser y tener (Nicolas Philibert, 2002), o la película Hoy empieza todo (Bertrand Tavernier, 1999). Y si nos centramos en chavales algo más mayores, la producción es ya inmensa: La clase (Laurent Cantet, 2008), Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011), El profesor (Tony Kaye, 2011), La ola (Dennis Gansel, 2008), Profesor Holland (Stephen Herek, 1995)… El pasado día 23 se estrenó una película sobre estos temas que merece la pena verse, Camino a la escuela

Juan Orellana
Carlitos y Micaela, camino a la escuela

Camino a la escuela es un sencillo documental, de poco más de una hora de duración, y que ha cosechado el Premio César al Mejor Documental, de la Academia de cine francesa. Describe el sorprendente viaje que tienen que hacer cuatro niños desde su casa a la escuela. Se trata de Jackson, un keniata de once años que tiene que recorrer a pie –más bien a la carrera– quince kilómetros con su hermana Salomé, de seis años, a través de una sabana infestada de animales salvajes; Carlitos, un argentino, también de once años, que tiene más suerte porque viaja a caballo, llevando a su hermanita Micaela a través del difícil relieve de los Andes patagónicos, recorriendo los dieciocho kilómetros que les separa de la escuela más cercana; Zahira, por su parte, es una chica marroquí, de doce años, que vive en las montañas del Atlas y que, cada domingo, camina veintidós kilómetros para llegar a la escuela-internado; por último, Samuel, un indio de trece años que vive en el Golfo de Bengala y que padece una minusvalía que le obliga a moverse en silla de ruedas. Sus dos hermanos menores deben empujar la silla cuatro kilómetros hasta llegar al colegio.

Jackson sueña con llegar a ser piloto; Zahira quiere llegar a ser médico; Carlitos, veterinario; Samuel también desea ser médico, para ayudar a los niños como él.

La película tiene muchos elementos valiosos que la hacen especialmente recomendable. Por un lado, la energía contagiosa de los protagonistas y las decisiones narrativas del director hacen que, lo que podía ser una película angustiosa y dramática, sea una cinta luminosa, positiva, que deja al espectador con una sonrisa en la boca.

Por otra parte, propone una imagen muy esperanzadora del ser humano, capaz desde muy pequeño de costosos sacrificios para alcanzar el ideal de una vida grande y digna, al servicio de los demás. Estos niños, con su corta edad, son conscientes del valor de la educación como instrumento para hacer de su vida algo valioso y noble. También merece la pena destacar la presencia en cada caso del factor religioso, como aquel que les permite emprender con confianza esas jornadas viajeras llenas de importantes riesgos.

Zahira y sus amigas, camino a la escuela

Esta película es especialmente significativa en nuestra agotada sociedad occidental, que ha extirpado la motivación de muchos de nuestros jóvenes, los cuales han perdido el interés por sus estudios y por cualquier proyecto personal de futuro. Qué lucido fue el padre Teilhard de Chardin cuando advertía, a mediados del siglo pasado, que más terrible que las catástrofes naturales, o que el temor a una bomba atómica, era perder el gusto por la vida. Estos niños, por el contrario, están definidos por una pasión por vivir, por luchar y salir adelante, por crecer, por cambiar, por exprimir las pocas oportunidades que les da su difícil existencia.

Pluma, pizarra y tiza

Detrás de la cámara, está Pascal Plisson, realizador y guionista francés, autor de varios documentales sobre África, como su obra Massai, guerreros de la lluvia. Le acompaña en el guion Marie Claire Javoy. Plisson cuenta el origen de esta película: «Nace de un encuentro inesperado que me conmovió profundamente. Un día, mientras yo estaba en el Lago Salado de Magadi (Kenia), por necesidades de una película, vi a tres jóvenes que llevaban una bolsa extraña en el cinturón. Cuando les pregunté qué era, uno de ellos se adelantó y con mucho orgullo sacó una flamante pluma, pizarra y una tiza. Jadeante, me dijo que estaba de camino a la escuela. Hacía dos horas que había dejado el pueblo y corría hacia la escuela bajo el sofocante calor. He viajado mucho y he conocido muchos niños alrededor del mundo; cerca de la carretera, en la sabana, en la jungla, pero, hasta ese día, nunca había sido consciente de las proezas que estos niños deben realizar para tener acceso a una educación».

Para localizar a los cuatro protagonistas, se requirió la ayuda de la UNESCO y de la ONG Ayuda en Acción. Es muy de agradecer el trabajo fotográfico de Emmanuel Guionet, que contribuye decisivamente a trasmitir esa luz de esperanza y positividad que rodea a nuestros pequeños protagonistas.

Camino a la escuela
Director:

Pascal Plisson

País:

Francia

Año:

2013

Género:

Documental

Público:

Todos los públicos