El calor de los libros - Alfa y Omega

El calor de los libros

Jaime Noguera Tejedor

Estamos en la Segunda Guerra Mundial, en un campo de concentración japonés lleno de coreanos. El alcaide es ladrón y codicioso, el jefe de los guardias no quiere problemas, los mejores médicos del país se dedican a hacer experimentos con los presos. Los carceleros son crueles: pegan a los presos, entre los que hay espías, guerrilleros y ciudadanos; censuran las pocas cartas que les permiten enviar. El guardia más cruel y despiadado, el más fuerte además, aparece muerto y torturado. El último preso que estuvo con él es un poeta más bien enclenque. ¿Quién le ha matado?

El poeta, un coreano prisionero, construye un mundo a través de sus recuerdos y de los de aquellos que le tienen encerrado. Por medio de ellos, escribe cartas para sus compañeros y consigue burlar la censura. El poeta prisionero establece una relación de respeto, casi de amistad, con el guardia que al principio lo maltrata, cuando descubre que la poesía le abre los sentidos y los sentimientos.

La novela, a través de la relectura que hace el poeta de Tolstoi, Dickens, Rilke…, te acerca al calor de los libros. Viste el alma de esos autores con el uniforme de los carceleros y de los encarcelados: personajes desplazados, desarraigados, fuertes en la defensa de sus valores y de su cultura, aunque no les dejen hablar ni escribir en coreano. Todo está en esos libros: el poeta no se suicida porque puede escribir y recordar lo que leyó en el pasado. Y compartirlo con sus opresores, a pesar de sufrir y recibir palizas.

El libro reivindica una verdad que sólo se esconde en la poesía. El guardia cruel descubre que tiene sensibilidad, aunque la guerra le ha llevado a la dureza extrema, al leer y copiar y escribir poesía; el poeta mantiene las ganas de vivir porque va volviendo a escribir sus poemas; el prisionero: ¿quién es el prisionero? Todos lo son del horror y todos se liberan a través de lo que leen y escriben. Y cantan. Si atiendes bien, puedes escuchar a Schubert y a Verdi.

¿Dónde está la libertad? Pág. 106: las Bienaventuranzas. Las referencias al Crucificado y al cristianismo pliegan la novela sobre sí misma. Es la única manera de evitar que la desesperación empape el alma de los que sufren. Creer en Dios es lo que conecta al protagonista con la vida. Una vez que el autor nos lo desvela, las tramas secundarias, en poemas y cometas, nos hablan del respeto a los demás, del viaje a través de espirituales negros americanos, del tiempo que dedicamos a amar.

El guardia, el poeta y el prisionero
Autor:

Lee Jung-Myung

Editorial:

Grijalbo