21 de marzo: san Nicolás de Flüe, el ermitaño que dejó a su mujer para hacer la paz - Alfa y Omega

21 de marzo: san Nicolás de Flüe, el ermitaño que dejó a su mujer para hacer la paz

«Dorotea, Dios me llama», y Nicolás de Flüe se fue de casa para vivir en una cabaña, dejando atrás su hacienda y a sus diez hijos. Gracias a sus consejos, Suiza es hoy un país de paz

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
‘San Nicolás de Flüe’ (detalle). Museo Hermano Klaus, Sachseln (Suiza). Foto: Michael Meier.

Campesino, militar, político, esposo, padre de diez hijos y, finalmente, ermitaño: así se resume la vida de san Nicolás de Flüe, patrono de Suiza y modelo para cristianos y no cristianos en este país centroeuropeo. Fue, por encima de todo, un hombre de paz, cuya vida influyó en la afamada neutralidad que caracteriza hoy a su país.

El hermano Klaus –así se le conoce popularmente– nació en 1417 en una familia de granjeros en Obwalden, uno de los cantones suizos más verdes y boscosos. Desde 1440 hasta 1444 participó como oficial en la Guerra Vieja de Zúrich, un conflicto entre cantones que trajo consigo miles de muertos y episodios de crueldad extrema, como la decapitación pública y masiva de los vencidos.

Después esta terrible experiencia Nicolás se casó con Dorothea Wyss, hija de un consejero local, apenas una adolescente a la que Nicolás llevaba 15 años de diferencia, y con la que tuvo diez hijos. Eran unos años en los que Nicolás se dedicó a las abundantes tierras de la familia y a ejercer como juez de su comunidad y regidor de su cantón.

Un día de 1467, después de 20 años de matrimonio, con el menor de sus hijos de apenas unos meses de edad, Nicolás se acercó a Dorotea para explicarle que «Dios me llama». Su vida de piedad no era desconocida para ella, pues sabía de los ayunos y los madrugones que se pegaba su marido para rezar a solas en el silencio de la noche. Lo que ahora le proponía era distinto: dejarlo todo, peregrinar por los caminos del mundo y buscar a Dios.

La cara de su esposa debió de ser un poema, porque se sabe que rechazó espantada su petición, pero al poco tiempo tomó parte en la vocación de su marido y dio su consentimiento. El 16 de octubre de 1467, Nicolás de Flüe dejó su casa y a su familia y se puso a caminar.

Para entender esto hay que conocer el contexto familiar y social de la Suiza de aquel tiempo. Hedwig Beier, biógrafa de Dorotea, explica que «en aquella época la mujer tenía un puesto de responsabilidad en la casa, la finca y la familia». No fue sino hasta siglos más tarde «cuando las mujeres pasaron a la sombra de los hombres. En esos años, la gente se enfocaba en la comunidad y en la familia extensa, no en el individuo, como ahora. La forma de vida estaba diseñada colectivamente, y no individualmente».

En su caso concreto, mientras Nicolás empleaba mucho tiempo mediando en asuntos de la comunidad y en los mercados, era Dorotea la responsable de la casa, la granja y la familia. Ella se ocupaba de la alimentación, las provisiones, el vestido y la crianza de los niños más pequeños, mientras los mayores hacían las labores ordinarias de la granja. Por todo ello, hay quien piensa que Dorotea debió ser canonizada junto a su esposo cuando este subió a los altares; de hecho, Juan Pablo II la llamó «santa» cuando rezó ante la tumba del hermano Klaus, en 1984.

El mensaje que paró la guerra

Después de deambular durante unos días, Nicolás recibió una visión en la que Dios le pedía instalarse en una cabaña no muy lejos de su casa. Allí llevó una vida austera y de oración durante décadas. Lo que más sorprendía a sus vecinos es que, durante los siguientes 20 años, solo se alimentó de la Eucaristía, algo que el Papa Alejandro VII pidió certificar para su proceso de canonización.

Dios le debió de dar un especial don de consejo, pues fueron muchos los que iban en peregrinación a su ermita a buscar luz para su vida; incluso lo hacían sus hijos y hasta su mujer. En 1481 se convirtió en un hecho muy notorio cuando los habitantes de Obwalden se preparaban para levantarse contra la ciudad de Lucerna. Las hostilidades estaban a punto de desatarse, pero un día llegó un clérigo con un mensaje del hermano Klaus que pacificó definitivamente el país. No ha llegado hasta nosotros el contenido de ese mensaje, pero sí el acuerdo al que llegaron los diferentes territorios y que, a día de hoy, constituye el característico posicionamiento neutral de toda Suiza: la prohibición de injerencia en los asuntos de otros territorios. «La paz siempre viene de Dios, porque Dios es paz», solía decir el santo.

El sacerdote Emmanuel Cerda, director de la misión en español en la diócesis de Berna, explica que «la memoria de Nicolás de Flüe permanece muy viva entre los suizos, creyentes y no creyentes, por la unidad y convivencia que propuso entre los cantones rurales y los cantones más urbanizados». El 21 de marzo de 1487 murió en el suelo de su cabaña aquel que rezaba: «Mi Señor y mi Dios, toma de mí todo lo que me distancia de Ti. Mi Señor y mi Dios, dame todo lo que me lleva más cerca de Ti. Mi Señor y mi Dios, sepárame de mí para darte todo a Ti».

Bio
  • 1417: Nace en Obwalden
  • 1440: Participa en la Guerra Vieja de Zúrich
  • 1447: Se casa con Dorotea y tienen diez hijos
  • 1467: Deja a su familia y se hace ermitaño
  • 1481: Media en la crisis federal de Obwalden contra Lucerna
  • 1417: Muere en su cabaña
  • 1947: Es canonizado por Pío XII