Semana Santa, 14 pueblos y un cura - Alfa y Omega

Semana Santa, 14 pueblos y un cura

Cuatro sacerdotes de las diócesis de Santiago, Zamora, Mondoñedo-Ferrol y León explican cómo se las arreglan para atender simultáneamente varias parroquias en unas fechas llenas de celebraciones. Más que problemas, ven oportunidades

Fran Otero
Suso Álvarez, durante la celebración de la vigilia pascual, en la iglesia parroquial de Burela el año pasado. Foto: Archivo personal de Suso Álvarez

En España hay un gran problema en las zonas rurales: la despoblación. Los núcleos son cada vez más pequeños y, a veces, los vecinos se quedan sin servicios de proximidad. La Iglesia ha tenido que realizar un pequeño repliegue ante la escasez de sacerdotes sin dejar, por ello, de atender a sus fieles. Donde antes había cinco sacerdotes, ahora solo hay uno; donde antes había cinco parroquias independientes, ahora hay una unidad pastoral. Y si en algún momento del año las dificultades se ponen de manifiesto es durante la Semana Santa.

Francisco Rafael Gómez-Canoura atiende diez parroquias en una comarca a 50 minutos en coche de La Coruña. Conforman la Unidad Pastoral de Zas, con más de 70 kilómetros cuadrados de extensión y 3.500 vecinos. Joven y hábil en el manejo de las redes sociales –la unidad pastoral tiene cuenta de Facebook–, a este sacerdote coruñés se le puede incluso pedir hora para confesión a través de la aplicación Confesor-GO para móviles.

Su Semana Santa comenzó con el Domingo de Ramos en siete parroquias entre sábado y domingo «para llegar a la mayor gente posible». Este Jueves Santo celebra dos Misas en Coena Domini con lavatorio en la capital de la unidad pastoral y en la parroquia más grande; también preside dos horas santas. El Viernes Santo los oficios son igualmente dos, y el sábado, una sola vigilia pascual en la capital de la unidad. «Cada parroquia lleva las velas que luego harán las veces de cirio pascual de cada parroquia y un gran recipiente para el agua bendita», explica en conversación con Alfa y Omega. La fiesta de la Resurrección de Cristo termina con un chocolate.

El joven sacerdote cuenta que la gente va respondiendo a estas nuevas necesidades de organización aunque cuesta, sobre todo a las personas mayores. «Intentamos que la liturgia sea cuidada y participativa, lo cual atrae mucho», dice. No hay que olvidar que en Galicia la parroquia, además del lugar religioso de referencia, es una demarcación geográfica y, en ocasiones, una cuestión de identidad.

También en Galicia, aunque en otra diócesis, la de Mondoñedo-Ferrol, ejerce su ministerio Suso Álvarez, que atiende siete parroquias de índole muy dispar. Tiene una grande, en el Ayuntamiento de Burela, de más de 9.000 habitantes y con muchas posibilidades de trabajo pastoral, más otras seis en un municipio contiguo con 4.500 habitantes. Es en estas parroquias más pequeñas donde ha tenido que centralizar las celebraciones de Semana Santa. Cuando llegó esto ya se hacía con la vigilia pascual. Él lo ha extendido a las celebraciones principales de Jueves y Viernes Santo, que tienen lugar en las parroquias más grandes de estas seis. Para las más pequeñas, Suso ha reservado la hora santa, el vía crucis o la celebración mariana del Sábado Santo por la mañana. «Hoy, la gente ya convive en unidad comercial, escolar… Van a los mismos colegios, a las mismas tiendas. Es lo que estamos trabajando ahora en las parroquias, promoviendo la unidad, la convivencia; ir sumando frente a la dispersión».

Héctor Galán, durante la celebración de los oficios de Jueves Santo en Alcañices. Foto: Archivo personal de Héctor Galán

Mayor compromiso laical

En su opinión, unificar celebraciones permite que sean de mayor calidad, que haya gente y, por tanto, sean más cálidas. «Intento no venderlo como un problema, sino como algo que Dios nos está ofreciendo», añade. Así lo viven sus feligreses, que aseguran que cuando se integraron en la unidad pastoral empezaron a vivir la Semana Santa «de verdad». La zona tiene la ventaja de que, entre los puntos más lejanos, solo hay diez kilómetros; de hecho, se mueve en un coche 100 % eléctrico sin problemas, a pesar de las limitaciones de autonomía. «Hay muchas más cosas buenas que negativas. Por ejemplo, un gran compromiso laical», concluye.

La situación de Galicia se reproduce, con sus particularidades, en Castilla y León. Allí, en la provincia de Zamora, está Héctor Galán, que no se encarga de una, sino de dos unidades pastorales: Alcañices y Nuez, muy cerca de Portugal. En total, 14 parroquias. Pueblos que tienen desde seis hasta 1.000 habitantes. Aúna celebraciones para poder celebrar con más tranquilidad. Esta circunstancia ha permitido que el laicado tome un papel importante –«no es ayuda, sino corresponsabilidad»–, pues las celebraciones menores –procesiones, vía crucis…– las preparan y realizan ellos solos, sin la presencia de un sacerdote. Una corresponsabilidad que ha hecho que Zamora sea una de las diócesis de Europa con más celebrantes de la Palabra.

En la comarca de la Sobarriba, en León, Fermín Villada es el sacerdote de casi una docena de parroquias. Lleva juntando a los feligreses de todas ellas desde hace más de 30 años para la vigilia pascual, que se celebra cada año en una distinta. Cuida mucho los detalles: «Hay variedad, pero dentro de una unidad. Por eso, el cirio que usamos ese día es el que va a todas las parroquias para dar idea de conjunto, y las lecturas las hacen uno de cada pueblo».