Una pionera del feminismo que se retractó - Alfa y Omega

Una pionera del feminismo que se retractó

Muere Evelyne Sullerot, histórica del movimiento feminista que acabó denunciando la maternidad subrogada y las adopciones homosexuales

José María Ballester Esquivias

El primer contacto de Evelyne Sullerot con la vida pública –una detención por parte de la Policía del régimen de Vichy por «propaganda antinacional y palabras hostiles al jefe del Estado [el mariscal Pétain]»– pudo haberse saldado de forma trágica. La joven no se arredró y una vez liberada intensificó su compromiso con la Resistencia en una organización juvenil. El valor del compromiso lo aprendió de sus padres, un pastor protestante convertido en psiquiatra y un ama de casa que fueron reconocidos como Justos entre las Naciones por haber salvado la vida de once judíos.

Sullerot jamás olvidó las lecciones aprendidas durante aquellos años, si bien pasó a la posteridad por otra lucha de apariencia más pacífica, pero no desprovista de contundencia: la equiparación de derechos entre mujeres y hombres. Sullerot era, en los años de la posguerra, una joven institutriz que constató cómo una madre de tres hijos sumaba 79 horas de trabajo semanal en tareas domésticas.

Había que actuar y en 1956 creó la asociación «Maternidad feliz», cuyos objetivos eran «la edificación de la familia feliz y armoniosa en los planos médico, psicológico y social». En la práctica se trataba, según escribe Claire Blandin en el «Dictionnaire des féministes», de «servirse de las normas de género y de la maternidad de las responsables de la asociación para promover el control de nacimientos». Era la forma más astuta de eludir acusaciones de maltusianismo o de feminismo militante.

El invento fue exitoso y cuatro años más tarde se convirtió, esta vez sin eufemismos, en el Movimiento Francés de Planificación Familiar. En 1967, el presidente De Gaulle aprobó, no sin reticencias, la legalización de la píldora anticonceptiva. Era la culminación de un proceso en el que la influencia de Sullerot fue considerable.

En paralelo a su activismo, Sullerot desarrolló una importante carrera académica, investigando en instituciones como la Escuela Práctica de Altos Estudios o impartiendo clase en la Universidad Libre de Bruselas. Asimismo, asesoró a la Unesco, a la Organización Internacional del Trabajo y a las Comunidades Europeas: en Bruselas inspiró la primera directiva sobre igualdad. Se había convertido en un icono.

A partir de los años ochenta, sin embargo, Sullerot empezó a alejarse de sus luchas de antaño y rectificó notablemente sus puntos de vista. De entrada, amadrinó a S.O.S. Papá, asociación dedicada a evitar la marginación de los padres en los procesos de divorcio.

Prosiguió con su rechazo frontal a la maternidad subrogada –«me repugna comprar una incubadora»– la procreación asistida, las adopciones homosexuales y a los efectos de la revolución sexual, «que en vez de fortalecer a la pareja la ha debilitado: el culto del placer inmediato ha vencido (…) a la realización a través de los hijos». Tampoco se paró en barras sobre el caso del aborto: «Me opuse a que fuera un derecho y hoy es una contracepción bis e incluso un “derecho” a destruir».

José María Ballester Esquivias / ABC