El Corazón de Jesús acoge al nuevo obispo auxiliar de Getafe - Alfa y Omega

El Corazón de Jesús acoge al nuevo obispo auxiliar de Getafe

La Basílica del Cerro de los Ángeles acogió el 21 de septiembre la ordenación episcopal de monseñor José Rico Pavés, nuevo obispo auxiliar de la diócesis de Getafe, en una ceremonia marcada por las referencias el Sagrado Corazón de Jesús, a cuyos pies se celebró

María Martínez López

Monseñor Rico Pavés recibió la ordenación de manos del obispo de Getafe, monseñor Joaquín María López de Andújar, al que acompañaron los cardenales Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, y Francisco Álvarez, arzobispo emérito de Toledo; otros 38 arzobispos y obispos de toda España, además del obispo de Ebebiyin (Guinea Ecuatorial) y el obispo electo de Garzón (Colombia); 450 sacerdotes; y diversas autoridades civiles y militares.

En su homilía, monseñor López de Andújar afirmó que «servir es, por tanto, entregarse, dar la vida, ser no sólo para uno mismo, sino para los demás a partir de Dios y de cara a Dios. Este es el núcleo más profundo de la misión de Jesucristo y, a la vez, la verdadera esencia de su sacerdocio». Continuó haciendo hincapié en las características que Jesús le pide a un siervo: fidelidad, prudencia y bondad; y, dirigiéndose al nuevo obispo, añadió: «Querido José, nosotros, obispos y sacerdotes, somos el amor del Corazón de Jesús. Vivimos una cultura sin corazón, sin alma, sin Dios. Y un mundo sin Dios es un mundo desesperanzado y descorazonado. Nuestra misión es dar al mundo un corazón y ese corazón, el único corazón que puede darles vida es el Corazón de Cristo que ha de hacerse visible ante los hombres con nuestro amor».

Monseñor Rico Pavés, por su parte, comenzó su alocución a los asistentes con las palabras «En Vos confío», lo que calificó de «una oración confiada a Jesucristo, Principio y Fin, Señor de todos, cuyo Corazón traspasado por nuestra salvación es el símbolo del amor infinito que Él tiene al Padre y a cada uno de nosotros». Después de mostrar su agradecimiento a todos los que le han acompañado en su trayectoria de fe, desde su familia hasta la Conferencia Episcopal, manifestó que «hemos sido enviados» para anunciar que «Dios es amor». Para ello, propuso tres caminos: mirar el momento presente con esperanza; descubrir en el encuentro con Cristo la fuente de la alegría plena; y no olvidar la fuerza de las lágrimas. En este sentido, pidió «al Señor, con vosotros, que me conceda lágrimas en favor de las almas».