«Papa Francisco, ¿por qué te hiciste cura?» - Alfa y Omega

«Papa Francisco, ¿por qué te hiciste cura?»

El Papa visitó en la tarde del domingo la parroquia de San Miguel Arcángel, en el barrio de Pietralata, al norte de la ciudad, y conversó con niños y jóvenes, novios y padres, enfermos… Es la novena parroquia romana que visita como Papa. De camino, Francisco se detuvo a visitar un poblado chabolista cercano

Redacción

La primera de la tarde se produjo cuando, a punto ya de llegar a la parroquia, el Papa se desvió para visitar un asentamiento chabolista llamado Campo del Arco Iris, donde viven personas de muy diversa procedencia. El domingo, sin embargo, parecía haber una mayoría de latinoamericanos. Cuando el obispo de Roma preguntó: «¿Cuántos de ustedes aquí hablan español?», le respondieron: «¡Todos!». El Papa conversó unos minutos con ellos y rezó el Padrenuestro.

Desde este lugar, se dirigió a la parroquia. Antes de la Misa, Francisco mantuvo encuentros con varios grupos de la comunidad: enfermos, familias con niños bautizados, chicos y chicas de catequesis, scouts y personas sin hogar atendidas por la Comunidad de Sant’Egidio.

«Enseñen a sus hijos a santiguarse»

A las familias con niños recién bautizados, Francisco les confesó que le gusta escuchar el llanto de los niños, «porque son una promesa de vida». Cuando los niños lloran en Misa –dijo–, no hay que sacarlos fuera, pese a lo que digan algunas «secretarias parroquiales». Además, el Papa animó a los padres a enseñar a sus hijos a hacerse la señal de la cruz. «Me hace sufrir mucho cuando, algunos veces, también en la ciudad, me he encontrado con niños cristianos que no saben hacerse la señal de la cruz Por favor, educadlos bien. La primera cosa que la madre debe enseñar al niño es a hacerse la señal de la cruz».

A los enfermos, el Papa les dijo que el Señor siempre les acompaña. «Un padre nunca deja solos a sus hijos», por lo que les animó a confiar en Dios «incluso en los momentos de mayor oscuridad». «¡Le decimos Padre, Padre!, y él se acercará a nuestro corazón».

A las personas sin hogar, el Papa les llevó, como regalo, sacos de dormir, y les dio las gracias por no haber perdido la esperanza, pese a la situación tan dura en la que viven. «Bajo tantas cenizas de sufrimiento, de soledad», deben saber que «debajo está el abrazo del amor de Dios». Pero «¿Por qué el Señor permite esta cruz?», se preguntó Francisco. «Lo permitió primero con su hijo, por eso Jesús os entiende bien».

La guerra empieza con el odio en el corazón

A continuación fue el turno de los chicos y jóvenes de catequesis, que le hicieron varias preguntas. Francisco les habló de que «hay guerras en Ucrania o en África porque hay odio». Por eso, «cuando sintáis en el corazón odio o envidias, estad atentos, porque esto proviene del diablo».

Los chicos le preguntaron también cómo supo que había acertado al hacerse sacerdote, y el Papa comparó la seguridad de su elección con la que sienten un hombre y una mujer cuando deciden casarse. A pesar de las renuncias que se deben hacer y de los problemas que puedan aparecer, añadió, el amor es más fuerte. «Esa seguridad te la da Jesús».Y a los chicos scouts, les advirtió frente a los que les tientan para no ir a Misa. A esos hay que responderles: «Eres tonto si no vas a Misa. Pierdes tú, porque al recibir a Jesús eres más fuerte para luchar en la vida».

Matrimonios: no se acuesten sin hacer las paces

El Papa se vio también con novios de los grupos de preparación para el matrimonio, y les dio su consejo habitual: las discusiones son normales, pero no deben dejar que termine el día sin haber hecho las paces.

Por último, Francisco confesó a algunos fieles, tras lo cual, sobre las seis de la tarde, se dirigió a la parroquia para celebrar la Misa.

En la homilía, el Papa exhortó a tener siempre a mano un Evangelio de bolsillo. Jesús «nos habla en el Evangelio, y ésta es una costumbre que no tenemos aún, el buscar la palabra de Jesús en el Evangelio. Llevar siempre con nosotros un Evangelio, pequeñito, y tenerlo a mano. Leerlo, aunque sólo sean cinco minutos, porque es ahí donde Jesús nos habla. Tener un contacto cotidiano con el Evangelio».

VIS / Redacción