Diario del arzobispo de Oviedo desde Tierra Santa - Alfa y Omega

Diario del arzobispo de Oviedo desde Tierra Santa

Monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, ha peregrinado a Tierra Santa junto a 135 fieles de su diócesis. En el blog Asturias Peregrina, ha ofrecido un relato de su viaje

José Calderero de Aldecoa

Monseñor Jesús Sanz, arzobispo de la diócesis de Oviedo, ha recorrido durante una semana los mismos lugares por los que pasó Jesucristo durante su estancia en la tierra. Acompañado por 135 feligreses, el arzobispo ha visitado Tierra Santa, en una peregrinación que partió el sábado 7 de julio y regresó a tierras asturianas el pasado sábado 14 de julio.

Gracias a las nuevas tecnologías, cualquier usuario de Internet ha podido seguir virtualmente la peregrinación. A través del blog Asturias Peregrina, el arzobispo ha redactado un diario online, en el que ha publicado sus propias reflexiones y fotografías. Nueve post en siete días que recorren todas las jornadas de la peregrinación, desde Tiberiades hasta Emaús.

Monseñor Jesús Sanz incluso subió un vídeo de corta duración titulado Un mensaje de paz y esperanza desde Jerusalén en el que asegura que «el mensaje de Jesús no tiene fecha de caducidad».

Nueve post en siente días

Desde Asturias a Tel Aviv, y de ahí a Tiberiades. En el primer post, Salir de la tierra cotidiana, el arzobispo reflexionaba sobre el sentido de la peregrinación, y lo distinguía de una simple visita turística: «Peregrinar, peregrinar… ¡qué distinto es a turistear! Porque el turista cuenta, y pesa, y mide cada tramo de su periplo, intentando dejar lo menos posible a la improvisación no calculada bajo un férreo control. El peregrino organiza su andadura, sin duda, pero deja un amplio margen al gran protagonista de su gesto: que le pueda sorprender de veras el sorprendente Dios».

Después de pasar la primera noche a orillas del lago de Genesaret, la peregrinación se traslada a Nazaret y la siguiente entrada del blog la dedica monseñor Jesús Sanz a la Virgen María. Miriam, una dulce y tierna compañía, es el título del texto donde se cuenta la «jornada dedicada a María, porque ella fue el comienzo del testamento cristiano, y en su sí nos reconocemos cuando a cada uno se nos pide responder en positivo abrazando aquello para lo que fuimos hechos por Dios». El santuario mariano de Stella Maris en el Monte Carmelo, Caná y Nazaret fueron los tres destinos de la segunda jornada donde diversos matrimonios de la peregrinación aprovecharon para renovar sus promesas matrimoniales en el mismo lugar en el que Jesús y María acompañaban juntos a unos recién casados.

En el monte de las bienaventuranzas, «a todos nos sonaron como un grito las palabras del Evangelio. No un grito grosero y vacío. Era el grito de la vida que te guiña con indómita inocencia y te vuelve a proponer algo que siendo antiquísimo sabe siempre a nuevo. Bienaventurados… bienaventurados», relata monseñor Sanz.

«Y puestos a practicar la resistencia ante las tentaciones, nos fuimos a continuación a Jericó, subiendo hasta las oquedades que guardan la memoria de la lucha de Jesús contra Satanás”, se lee en el post del día 10 de julio. A continuación un mensaje lleno de esperanza del arzobispo: «Tentaciones y encuentros. Mentiras y miradas. La insidia que nos separa del Señor, nos enfrenta al hermano y nos parte por dentro, y la gracia que nos devuelve la condición de hijos ante Dios, de hermanos ante los demás, y de serena integridad con nosotros mismos. En el Jericó de nuestra vida, esto nos sigue pasando, y vemos con asombro que incluso el desierto calcinado se puede transformar en vergel y en flor».

Siempre es Navidad. El miércoles 11 de julio los peregrinos visitan Belén, celebran la navidad, cantan el villancico Adeste Fideles y adoran al Niño Dios. «Como aquellos Magos de Oriente, también nosotros vinimos a adorar a ese Niño guiados por la estrella. Entre pastores y Magos andamos nosotros también, con nuestras cosas, con nuestras cuitas, con aquello que nos acorrala y lo que nos permite vivir una esperanza rendida. Es Navidad. Sólo cabe nuestro mejor albricias».

Ya en Jerusalén, los peregrinos se turnan una cruz de madera «como cirineos improvisados y agradecidos», mientras van rezando el vía crucis por la Vía Dolorosa. La peregrinación está llegando a su fin, pero por las calles de Jerusalén se representa «la escena de nuestra propia vida, con todo lo que tiene de luz y de profunda oscuridad, que se encuentra y se mide con el mismo Cristo en la Vía Dolorosa que juntos compartimos», asegura el arzobispo de Oviedo.

El viaje comenzó con la Virgen y finaliza en Aín-Karem, lugar de la Visitación de María a su prima Isabel. Posteriormente los peregrinos se preparan para su última noche, junto a Jesús en la Custodia, haciendo una hora santa en Getsemaní.

Como «una parábola de nuestra peregrinación», los 135 peregrinos hacen una parada en Emaús para celebrar la Misa final, en la que monseñor Jesús Sanz, recuerda a los dos discípulos que huían y le pide al Señor «quédate junto a nosotros».