San Manuel y San Benito - Alfa y Omega

San Manuel y San Benito

Cristina Tarrero
Foto: De San Bernardo

Madrid no conserva demasiados vestigios medievales, pero tiene algunas iglesias que nos recuerdan épocas pasadas: son los templos edificados a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Durante esos años se construyeron iglesias y monumentos neogóticos, neorrománicos, neomudéjares y neobizantinos. Los historicismos, como se conoce a estos estilos artísticos, evocan un pasado medieval romántico y utilizan elementos constructivos y decorativos del mundo antiguo, aunque casi siempre descontextualizados.

De esta época es la iglesia de Santa Cristina, la cripta de la catedral de la Almudena y la iglesia de San Manuel y San Benito, entre otras. Esta última, de estilo neobizantino, es de gran belleza y originalidad. Fue encargada por el matrimonio de Manuel Caiggioli y Benita Maurici como panteón familiar y como convento para la instrucción gratuita de obreros. Las obras comenzaron en el año 1903, una vez fallecido Manuel Caiggioli. En el año 1910 se abrió al culto y se encomendó la fundación y la iglesia a los agustinos. Durante la guerra civil pasó a ser almacén, y el convento se convirtió en sede del Comité Ejecutivo del Partido Comunista y residencia de milicianos afiliados al partido. Los agustinos fueron expulsados y cinco religiosos de la comunidad, asesinados. Terminada la guerra tuvo que ser reconstruida, faltaban gran parte de los ornamentos, la sillería, parte de la biblioteca… finalmente en el año 1965 se convirtió en parroquia.

El templo es acogedor, pues la planta octogonal envuelve al fiel. El octógono había sido empleado por su simbolismo en el mundo paleocristiano y bizantino, pero aquí es utilizado solo como un elemento constructivo por su espacialidad. El ábside semicircular esta realizado en mármol de Macael con incrustaciones de colores, y la bóveda decorada con mosaicos nos muestra en el centro la figura de Cristo acompañado por los doce apóstoles. Las pechinas que sustentan la cúpula tienen representados los cuatro evangelistas.

Toda ella nos traslada en el tiempo y nos recuerda un pasado que en Madrid no existió; el mundo antiguo ha dejado su impronta en el Madrid del siglo XX. Su elegancia y luminosidad la convierten en el lugar escogido por muchos madrileños para su enlace matrimonial.