Las confesiones. El monje confesor de los ministros del G8 - Alfa y Omega

Las confesiones. El monje confesor de los ministros del G8

Juan Orellana
Escena de 'Las confesiones'
Dom Salus, el cartujo italiano que acude a la reunión de los ministros de Economía del G8. Foto: 01 Distribution

En un hotel resort alemán tiene lugar una reunión importante de los ministros de Economía del G8. El objetivo del encuentro la reunión es tomar una decisión que salvará de la crisis económica a los países más ricos, al precio de empobrecer a los más débiles. El director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y anfitrión del evento, Daniel Rochè, ha invitado personalmente a un cartujo italiano, Dom Salus, para sorpresa y estupor del resto de los asistentes. La primera noche, le pide al monje que le confiese en su habitación. A la mañana siguiente, Rochè aparece muerto por suicidio, y todas las miradas se dirigen al indefenso monje.

Esta especie de thriller espiritual no basa su intriga en la investigación policial, sino en el desvelamiento de los secretos del alma del personaje —o más bien de los personajes—. Para los dirigentes del G8 es una cuestión de secretos de poder, para Salus, es una cuestión de secretos de conciencia. Los primeros dan poder, los segundos ponen de manifiesto nuestra debilidad. Toda la película supone una contraposición frontal entre dos cosmovisiones. Por un lado, encontramos la mirada del poder, fría, cínica, calculadora, escéptica, amoral. Todos los personajes, menos el monje, participan en distinta medida de esta mirada. En el otro extremo está la mirada del cartujo, que es la mirada de la fe, y especialmente de la piedad, de la pobreza, la mirada agradecida del que sabe que es nada. Los otros también son nada, pero no lo saben, o no lo quieren saber. Aunque en algunos —como el personaje italiano— va haciendo mella su profundo vacío o su dimisión de lo humano, y empiezan a mostrar su herida abierta ante la presencia extraordinaria del cartujo.

El hombre libre frente al esclavo

La película muestra en Salus —salud en latín— a un hombre absolutamente libre, que por no controlar nada lo controla todo (atentos a la escena del perro) y absolutamente pobre; por el contrario, los poderosos creen controlar todo pero son esclavos de su propia forma de vivir. Como declara el director, «el monje tiene una posición clara, que no es ideológica, es humana».

La película tiene sintonía con la sensibilidad del Papa, y en cierto modo se puede entender el personaje de Salus como una metáfora de Francisco —y por extensión de la Iglesia— en medio de este mundo ultracapitalista. Ingredientes imprescindibles son los dos actores protagonistas. El gran Toni Servillo (La gran belleza) interpreta al cartujo, un hombre no acostumbrado a hablar y que se comunica con la mirada. Le da la réplica el brillante Daniel Auteuil, uno de los actores franceses más importantes, y que aquí encarna al malogrado Daniel Roché.

Una película muy interesante, ideal para el debate, y que no por casualidad obtuvo el Premio del Jurado Ecuménico de Karlovy Vary, además de la nominación al Mejor Guion de los David di Donatello (los Goya italianos).

Las confesiones
Director:

Roberto Andò

País:

Italia

Año:

2016

Género:

Thriller

Público:

+12 años

Cartel de 'Las confesiones'