El Papa advierte en Pentecostés que «la unidad cristiana no es uniformidad sino unidad en la diferencia» - Alfa y Omega

El Papa advierte en Pentecostés que «la unidad cristiana no es uniformidad sino unidad en la diferencia»

Francisco celebra el 50 aniversario de la Renovación Carismática Católica, «una corriente de gracia». En el Regina Coeli, pide por las víctimas del atentado de Londres

Juan Vicente Boo

Conmemorando la primera llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, el Papa Francisco ha subrayado este domingo que «el mismo Espíritu crea la diversidad y la unidad, y de esta manera plasma un pueblo nuevo, variado y unido: la Iglesia universal».

En la misa celebrada en una plaza de San Pedro desbordante de sol y de fieles, han participado más de treinta mil peregrinos llegados de 120 países para celebrar con el Papa el 50 aniversario de la Renovación Carismática Católica, iniciada en 1967 con el inesperado «fin de semana de Duquesne».

En un fuerte llamamiento a evitar tanto los particularismos como los uniformismos, el Santo Padre ha afirmado que «la unidad verdadera, según Dios, no es uniformidad sino unidad en la diferencia». Pero en ese camino marcado por el Espíritu, aparecen dos «tentaciones frecuentes».

La primera es, según el Papa, «buscar la diversidad sin unidad, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes, cuando nos encerramos en nuestros particularismos».

La segunda tentación es «buscar la unidad sin diversidad», con la perversión de que «la unidad se convierte en uniformidad, en la obligación de hacer todo juntos y todo igual, pensando todos de la misma manera. Así la unidad acaba siendo una homologación donde ya no hay libertad. Pero dice san Pablo, ‘donde está el Espíritu del Señor, hay libertad’».

Comentando los dones del Espíritu Santo, el Santo Padre ha subrayado el de perdonar los pecados pues «éste es el comienzo de la Iglesia, el aglutinante que nos mantiene unidos, el cemento que une los ladrillos de la casa: el perdón. Porque el perdón es el don por excelencia, es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, evita el colapso, refuerza y fortalece».

Con la ayuda del Espíritu Santo, el cristiano puede «recorrer la vía de doble sentido del perdón ofrecido y recibido, de la misericordia divina que se hace amor al prójimo. Renovándonos con el perdón y corrigiéndonos, hagamos que el rostro de nuestra Madre la Iglesia sea cada vez más hermoso: sólo entonces podremos corregir a los demás en la caridad».

Oraciones por las víctimas de Londres

Durante el rezo del Regina Coeli, el Papa ha invitado a rezar por las víctimas del atentado terrorista del sábado por la noche en Londres, y ha saludado a los treinta mil peregrinos participantes en el 50 aniversario de la Renovación Carismática Católica, entre los que figuran unos cinco mil «hermanos y hermanas de otras confesiones cristianas, que se unen a nuestra plegaria».

En el encuentro de oración celebrado el sábado por la tarde en el Circo Máximo, Francisco les había recordado que la Renovación Carismática, de la que forman parte unos 120 millones de católicos, «no es una institución sino una corriente de gracia, que no nace católica. ¡Nace ecuménica! Nace ecuménica porque es el Espíritu Santo el que crea la unidad. Es importante leer las obras del cardenal Suenes sobre esto».

El Papa recordó que el Circo Máximo, había sido un «lugar de martirio de cristianos para diversión de los espectadores», y que «hoy hay más mártires cristianos que entonces», sin que los asesinos les preguntes si son ortodoxos, católicos o luteranos.

En un acto en el que tomaron la palabra pastores evangélicos, Francisco dio las gracias a los carismáticos porque «vosotros recordáis continuamente a la Iglesia el poder de la plegaria de alabanza», siguiendo el ejemplo alegre del rey David «que bailaba, lleno de júbilo, delante del Arca de la alianza».

Además del bautismo del Espíritu Santo y de la plegaria de alabanza, el Papa les invitó a valorar como parte de su carisma el servicio a la persona humana, pues al final de la vida «no seremos juzgados por nuestra alabanza sino por lo que hemos hecho por Jesús» en la persona de los hambrientos, los refugiados, los tristes, los pobres y los enfermos.

Juan Vicente Boo / ABC