La financiación pública a colegios concertados «no constituye ningún privilegio» - Alfa y Omega

La financiación pública a colegios concertados «no constituye ningún privilegio»

Según los obispos del País Vasco y Navarra la financiación pública a colegios concertados es «expresión de la libertad de educación que defiende justamente nuestro ordenamiento jurídico»

José Calderero de Aldecoa
Foto: Rafael Carmona

«La educación es de importancia capital para la felicidad de las personas y para el desarrollo y futuro de nuestra sociedad». Lo aseguran los obispos del País Vasco y Navarra en una extensa carta pastoral, fechada en la festividad de Pentecostés, y que lleva por título Me enseñarás el camino de la vida. Desafíos contemporáneos de la educación.

Por eso, la educación «no puede dejarse al albur de modas, de vaivenes políticos ni de intereses ideológicos», que es precisamente, según los prelados, lo que está pasando.

«Es un parecer común que en nuestras instituciones la educación es considerada como elemento partidista e ideológico, y que cada gobierno propone su ley educativa, sin suficiente consenso, por lo que se hace harto arduo y complicado llegar a un necesario pacto de Estado y esto hace que la educación continuamente esté en discusión», explican.

Libertad de elección

Además de estabilidad política, los obispos del País Vasco y Navarra reclaman para los padres «libertad de elección» «para educar a sus hijos de acuerdo a sus principios y convicciones». Es un derecho consagrado «en las altas legislaciones internacionales» y que hoy está en «riesgo» de no ser «debidamente salvaguardado».

En este sentido, las diversas administraciones deben asegurar, proteger y respetar la libertad para promover propuestas educativas desde la iniciativa social en condiciones de igualdad y libertad con respecto a la escuela de titularidad pública. Para ello, «será necesaria una adecuada financiación de la educación con el fin de garantizar una igualdad de oportunidades a todas las familias sin ser discriminadas por sus convicciones».

Así, explican los pastores, la financiación pública a colegios de iniciativa privada «no constituye ningún privilegio, sino que es expresión de la libertad de educación que defiende justamente nuestros ordenamiento jurídico».

Asignatura de Religión

En la carta, los obispos también salen en defensa de la asignatura de religión, que «no debe confundirse con una mera cultura sobre el hecho religioso, ni con una catequesis, ni mucho menos se trata de un adoctrinamiento».

La educación religiosa católica «evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe del alumno». Por ello, «es una asignatura académicamente equiparable a las demás asignaturas y válida también para los no creyentes».

Asimismo, «educa al niño y al joven en una dimensión que le es profundamente connatural, pues el ser humano no solo es ser racional y social, sino también constitutivamente religioso y trascendente».

La asignatura no debe eliminarse, por tanto, del currículo, y mucho menos hacerlo apelando a la aconfesionalidad del Estado. Esta «no debe interpretarse como el destierro del hecho religioso de la educación», dicen. «Un Estado aconfesional, lejos de oponerse al hecho religioso, debe facilitar y posibilitar el ejercicio del derecho fundamental de las familias y de todos los ciudadanos en materia religiosa, sin discriminación alguna».

Así sucede, en la «práctica totalidad de los países de la Comunidad Europea», que «incorporan la Religión al sistema educativo y mantienen acuerdos con distintas confesiones religiosas, con variadas alternativas».

Educación afectiva

El arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, y su obispo auxiliar, Juan Antonio Aznárez, firman esta misiva junto a los obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria: Mario Iceta, José Ignacio Munilla y Juan Carlos Elizalde. En ella, no rehúsan ningún tema, tampoco el de la educación afectivo sexual que, según los obispos, ha de estar presente en una auténtica educación al ser «un elementos fundamental en la vida personal».

Para ello, es necesario «superar prejuicios, dependencias, conformismos», «reconocer la felicidad como vocación fundamental de la persona» y que dicha educación afectivo sexual esté basada en una «antropología adecuada, libre de ideologías que, en palabras del Papa Francisco, “la colonizan”».

Frente a la propuesta de los jerarcas eclesiástico se sitúa la ideología de género, que «construye una antropología incompatible con la compresión cristiana del ser humano porque anula la reciprocidad y complementariedad del varón y de la mujer inscrita en la naturaleza humana y concibe una separación radical entre sexo y género, donde el sexo no posee ninguna significación personal y el género no tendría ninguna raíz biológica: sería una mera construcción cultural».

La Constitución Española garantiza el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. En este sentido, según los pastores de Navarra y el País Vasco, «no sería admisible una indebida intromisión de los poderes públicos en el derecho-deber de los padres a educar a sus hijos en la afectividad y en el amor según sus propias convicciones, plasmadas en el ideario del centro educativo».

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