De la esperanza, a la responsabilidad - Alfa y Omega

De la esperanza, a la responsabilidad

Con la elección del argentino Jorge Bergoglio como obispo de Roma, el Continente de la esperanza, término acuñado por el Papa san Juan Pablo II, es hoy el Continente de la responsabilidad

Jesús Colina. Roma
El obispo castrense de El Salvador, con un miembro de la mara salvatrucha, tras una Eucaristía en la cárcel

Casi la mitad de los católicos del mundo hablan hoy español. Son números que constituyen una responsabilidad para los pastores y los bautizados del Nuevo Mundo. Y la fisonomía de los nuevos cardenales creados por el Papa Francisco constituye un nuevo acto de responsabilidad para la Iglesia que reza en la lengua de Cervantes. De los veinte elegidos, cinco son iberoamericanos.

Siguiendo su filosofía, el Papa ha escogido a pastores que se han dejado la piel en la atención a sus fieles, dentro de la realidad social y espiritual de los ambientes en que son pastores. Es el caso del navarro nacionalizado panameño Luis Lacunza, o el de monseñor Alberto Suárez, arzobispo de la diócesis mexicana de Morelia, que nunca antes había tenido un cardenal. México es el país con mayor número de católicos en lengua española, pero el Papa no ha escogido al arzobispo de una de las grandes metrópolis, como Monterrey, sino a un pastor que acaba de cumplir los 76 años, y se ha mantenido junto a su gente, en Morelia, en medio de una oleada de violencia y amenazas que él mismo ha sufrido, desde cuando fue nombrado para ese cargo por Juan Pablo II, en 1995. Seguramente, al tomar esta decisión, pasaron por la mente del Papa las imágenes del asesinato de los 43 estudiantes universitarios en la cercana Iguala. En medio del flagelo de muerte sembrado por el narcotráfico en Michoacán y otros Estados mexicanos, Francisco reconoce la entrega de un pastor valiente. Una forma de mostrar cómo el color púrpura de los cardenales significa estar dispuesto a derramar la sangre.

En el país más secularizado de América Latina, Uruguay, el Papa ha escogido al salesiano Daniel Fernando Sturla Berhouet, de 55 años, nacido en Montevideo, la ciudad de la que es pastor. Su formación está íntimamente ligada al carisma educativo de san Juan Bosco. De hecho, fue el superior de esta familia religiosa en su país, hasta que Benedicto XVI le nombró obispo auxiliar de la capital uruguaya en 2011. Su vocación y carisma responden al interés del Papa por establecer un diálogo cultural fecundo entre la Iglesia y las sociedades secularizadas. Es el segundo uruguayo nombrado cardenal.

Entre los obispos eméritos, que no serán electores en un futuro cónclave por haber cumplido los ochenta años, se encuentra monseñor Luis Héctor Villalba, arzobispo de Tucumán, Argentina. Cuando Juan Pablo II le nombró arzobispo de esa archidiócesis, en 1999, no podía imaginar que debería afrontar la crisis argentina de 2001. Tucumán fue la provincia que más sufrió de hambre y desnutrición. Cuando salía de su casa por las mañanas, este arzobispo conoció de lleno lo que significa para una madre, de un país de riquezas inconmensurables, no tener nada que dar de comer a su hijo. Fueron precisamente las fotos de niños desnutridos en Tucumán las que hicieron que el mundo comprendiera el drama que vivió Argentina en 2002.

El cardenal más anciano nombrado por el Papa es monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, de 95 años, arzobispo emérito de Manizales, en Colombia. Ha sido Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Cuando a los 77 años renunció a su responsabilidad pastoral por razones de edad, recomenzó una nueva vida: se fue a la diócesis colombiana de Apartadó, como misionero en la parroquia de Turbo.