«Cuidar la creación no es moda, es algo propio del cristianismo» - Alfa y Omega

«Cuidar la creación no es moda, es algo propio del cristianismo»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un grupo de scouts adora al Santísimo en medio de la naturaleza. Foto: Abraham Cruz

«Esto no es una moda; es un fundamento propio de nuestra fe», dice la madre Prado González, superiora de las agustinas del monasterio de la Conversión, en Sotillo de la Adrada (Ávila). La religiosa se refiere a la encíclica Laudato si, al cumplirse ahora dos años de su publicación. «Nuestro punto de arranque es que Dios es creador, es nuestro primer artículo de fe. La Creación es signo de un Dios amor que se nos comunica, y que ha puesto en el centro a un criatura creada a imagen suya. Por eso el mundo se nos ha dejado para custodiarlo, no para abusar de él», añade.

Las religiosas llevan muchos años trabajando en el estilo de vida que pide el Papa en su encíclica ecológica. «Primero lo vivimos nosotras, y no solo desde ahora sino desde hace muchos años. Intentamos ser muy sobrias en lo que gastamos, no vivir en el usar y tirar, gastando muy poco, llevando una vida sencilla, comiendo de los frutos que nos da nuestro huerto como una gracia que recibimos de Dios. También cuidamos mucho los elementos como el agua o la energía, siendo conscientes de que no es todo para mí, sino que tenemos que compartir este mundo y no despilfarrar», cuenta la madre Prado, que acaba de dar su experiencia en el seminario sobre ecología integral que ha organizado estos días la Comisión de Pastoral Social de la CEE.

Todo esto «primero hay que vivirlo dentro, para luego después comunicarlo», revela. Por eso las religiosas organizan cada año uno o dos encuentros que abordan específicamente el tema de la contemplación de la Creación, «para ayudar a la gente a vivir de manera consciente tantos dones que nos han sido dados gratuitamente, y fomentar esa relación con la Creación desde la espiritualidad y la oración».

Además de ello, hablan a menudo de este tema en las visitas habituales que reciben, o en las charlas que dan fuera del monasterio. «Insistimos en que no se trata de convertirse de un pecado que tengo, sino de una persona que soy». Por eso asegura que la conversión ecológica «es una conversión total, completa, que nos lleva a plantearnos nuestro modo de vivir, de comprar, de vender, de usar, de tirar, de gastar, de consumir, de romper o de restaurar», y en la que entra el «descubrir a Dios como Padre, que su vez nos invita a un cuidado paterno de la vida, del mundo y del otro».

«Los ecologistas no nos han descubierto nada»

La madre Prado reconoce que «hay gente muy sensibilizada y que acoge muy bien este discurso, y enseguida se pone a funcionar. Otros se ríen diciendo que estos son temas de ahora, pero no es verdad, esto no es ideología». Y tampoco es una estrategia para caer bien a los alejados: «Al contrario, para mí el hombre de hoy no es sensible a este modo de ver nuestro entorno, porque los ecologistas y los verdes no hablan de Creación, como hacemos nosotros. No hablamos el mismo idioma. Esta es una voz absolutamente propia del cristianismo, y no es de ahora, sino de siempre. Los ecologistas no han venido a descubrirnos nada», asegura.

La superiora del monasterio de la Conversión pide recuperar dos imágenes clásicas: la del monje y la del rey. «En el equilibro de estas dos imágenes está la verdadera identidad cristiana en relación con el cosmos. Por un lado, el estupor, el asombro y la contemplación del monje; y por otro el saber que somos los reyes de la Creación, pero no para someterla y oprimirla, sino para cuidarla y sostenerla. Está a nuestro servicio, pero no debemos olvidar que es un regalo».