Respuestas solidarias ante la crisis - Alfa y Omega

Respuestas solidarias ante la crisis

Un exconvicto en libertad condicional pide ayuda urgente en la línea 4 del Metro de Madrid, para ir limpio y aseado a un «juicio muy importante» y aliviar los picores de su cuerpo. Escenas como ésta se repiten con gran frecuencia en el suburbano

José Calderero de Aldecoa

El barrio de Salamanca es una de las zonas más exclusivas de la ciudad de Madrid. Con un renta per capita superior al promedio, es uno de los lugares más caros de toda España. Esta zona cuenta con la llamada milla de oro, la calle donde se sitúan las tiendas de las marcas más lujosas. La última en llegar fue Ferrari, que situó su tienda —dos plantas y más de 500 metros cuadrados— en el número 6 de la calle Serrano. La inversión realizada asciende a 3 millones de euros, que esperan rentabilizar pronto gracias al tirón comercial de Fernando Alonso y el patrocinio del Banco Santander.

Pero en el suburbano madrileño la realidad es bien distinta. El pasado jueves 17, a las 14:40 horas, los ocupantes de la línea 4 de Metro, que transcurre bajo parte de las calles del barrio de Salamanca, fueron testigos de un testimonio que les dejó sobrecogidos:

«Buenas tardes. Siento interrumpirles, y no lo haría si mi situación no fuera límite. Soy un exconvicto y ahora mismo me encuentro en libertad condicional. Hace semanas que no puedo ducharme y llevo muchas horas sin comer nada. Me pica todo el cuerpo y me encuentro desfallecido, y mañana tengo un juicio muy importante, se lo aseguro. Les pido por Dios que tengan compasión de mí y me ayuden con lo que puedan, algo de dinero para poder lavar la ropa y ducharme para el juicio de mañana, o algo de comida. Muchas gracias».

El mensaje caló tanto en los pasajeros del tren que cinco personas abrieron sus carteras de inmediato y entregaron varias monedas al exconvicto, que llevaba colgado del cuello un rosario. Además, otras dos personas más rebuscaron en sus mochilas y una le entregó una bolsa con dos mandarinas y un chico joven le dio el sándwich que llevaba.

Los ocupantes del convoy se sorprendieron de la respuesta generosa de quienes han ayudado con lo poco que tenían a una persona necesitada. Los viajeros del Metro suelen estar inmunizados frente a historias como ésta, por los abusos de algunos y por la picaresca, pero en los últimos tiempos, cada vez con más frecuencia, se presentan peticiones de ayuda desgarradoras, de cuya sinceridad no es tan fácil dudar.