La generación ni-ni, ¿una generación perdida? - Alfa y Omega

La generación ni-ni, ¿una generación perdida?

¿Qué solución ante para el drama del 50 % de paro juvenil, y de tantos jóvenes que ni trabajan ni estudian? Tras la celebración de la Fiesta del Trabajo, el día 1 de mayo, el obispo de Tarrasa, monseñor José Ángel Saiz Meneses, escribe la Carta pastoral ¿Una generación perdida?

Redacción

«Los más de cinco millones de parados de nuestro país constituyen un drama capaz de quitar el sueño», escribe el obispo de Tarrasa. «Pero hay otra cifra si cabe más alarmante: que entre los jóvenes el paro alcanza el 50 por ciento». «He podido escuchar de labios de no pocos padres y madres su angustia por el hecho de tener en casa a sus hijos en edad laboral, y que se encuentran en la situación que ha sido calificada como los ni-ni; es decir aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan».

Monseñor Saiz Meneses recuerda que, según la doctrina social de la Iglesia, «la persona humana ha de tener el primado en el mundo de la economía y de las relaciones laborales», pero además, «junto a las consecuencias negativas del paro juvenil en la estabilidad y madurez personal», se pregunta si no existe un «desperdicio social», hasta el punto de que «algunos observadores no han dudado en preguntarse si estamos ante una generación perdida, en el sentido de que no se le ofrecen las condiciones para poder dar a la sociedad aquellos frutos que cabría esperar de la formación que han recibido, a menudo con mucho esfuerzo de sus padres».

Y añade: «Yo me atrevo a decir que no, que no estamos ante una generación perdida. Ahora bien, es urgente encontrar soluciones. Soy muy consciente de que una cosa es plantear el problema y otra -y muy distinta- es poder resolverlo. Como obispo, me animo a pedir a nuestros empresarios y a todas las personas y entidades que puedan colaborar en el empeño, algo que, por otro lado, se les ha solicitado también desde las diferentes instancias de la sociedad: ante una situación de tanta gravedad, es preciso aplicar el ingenio, la creatividad, sumar todos los esfuerzos posibles, aunque puedan parecer pequeños, y paliar la probable frustración de buena parte de una generación que, por otra parte, está muy preparada cultural y técnicamente».

También la Iglesia se implica en la solución de este drama. Monseñor Saiz Meneses cita el ejemplo de su Cáritas diocesana, que «está trabajando, en la medida de sus posibilidades, con el programa Jóvenes en paro que ofrece a las personas con dificultades sociolaborales unos recursos para poder inserirse en el mundo laboral».