Joachim Meisner: el sabueso de Dios - Alfa y Omega

«Serás el primero de muchos alemanes del Este que vayan a Alemania Occidental, y muchos alemanes del Oeste irán a Alemania Oriental», profetizó san Juan Pablo II a Joachim Meisner en septiembre de 1987, dos años antes de que cayese el Muro de Berlín y cuando ningún alemán podía soñar siquiera con el final de la Guerra Fría. El Papa le dijo esto mientras trataba de convencerle para que aceptase el nombramiento como arzobispo de Colonia. Eran buenos amigos desde los años 60 y hablaban entre ellos con una gran franqueza, por lo que Meisner, entonces obispo de Berlín y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, trató de resistirse al traslado por una cuestión de coherencia. Llevaba demasiados años tratando de convencer a los berlineses del Este acerca de la conveniencia de no huir a través del muro, sino quedarse y luchar en casa por los propios ideales, como para abandonar él, rumbo a la diócesis más rica de Alemania. Ese mismo sentido de la coherencia fue su seña de identidad hasta el último de sus días y esa misma libertad para expresar sus convicciones le acompañó hasta su último aliento.

Nació en 1933 en Breslavia, actualmente Wrocław, en la provincia de la Baja Silesia, y estudió en el seminario de Erfurt, donde se doctoró en Teología. Fue ordenado sacerdote en 1962 y obispo en 1975 por el Papa Pablo VI. Gran gestor y organizador, firmó el primer acuerdo entre la Iglesia y el Estado basado en la Constitución de la República Democrática Alemana de 1963. Como delegado de la cuarta Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en 1977, trabó una serena complicidad con Karol Wojtyła, que pensó en él para Berlín en 1980, una diócesis muy particular porque incluía las partes Este y Oeste de la ciudad y en la que criticó con dureza el olvido de Dios en el mundo consumista.

Tampoco fue complaciente con los gobernantes occidentales. Llegó a proponer a la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de Angela Merkel, que tachase de su nombre la «C» de cristiano, por sus posiciones en asuntos de moral sexual y familia. Él mismo declaraba ser el «sabueso de Dios». Contra las opiniones rupturistas de otros obispos alemanes, rechazó con fuerza la ordenación de mujeres y la supresión del celibato. A menudo polémico en sus declaraciones, comparó en una ocasión el uso de la píldora abortiva con el genocidio nazi, por lo que tuvo que disculparse posteriormente ante autoridades judías alemanas. Y más recientemente no dudó en firmar una carta dirigida al Papa Francisco en la que, junto a Burke, Brandmuller y Caffarra, expresaba sus dubia sobre la encíclica Amoris Laetitia y exponía la confusión en muchas parroquias sobre la posibilidad de la Comunión para personas que viven en pareja sin estar casadas.

Posiblemente lo único que no le gustó pero respetó en silencio fue la cristalera de Gerhard Richter en la catedral de Colonia, aunque se reservó el derecho a no mirarla nunca de frente, como bien sabían sus monaguillos.

Joachim Paul Meisner nació el 25 de diciembre de 1933 en Breslavia, capital de la Baja Silesia alemana, hoy Polonia. Muere el 5 de julio de 2017 en Bad Füssing. Era cardenal-presbítero de Santa Pudenciana. Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1975 y ordenado cardenal el 2 de febrero de 1983. Fue obispo de todo el Berlín dividido en 1980 y de Colonia en 1988.