El duro trabajo de reinsertar a niños soldado en el Congo - Alfa y Omega

El duro trabajo de reinsertar a niños soldado en el Congo

El misionero español Manu Osa, Padre Blanco, trabaja en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, un país que se reconstruye tras una guerra interminable y miles de niños huérfanos, a merced de la violencia callejera, la droga y la delincuencia. Pero en la casa Comunidad de Vida, tienen una oportunidad de formarse y ayudar a reconstruir su país

Cristina Sánchez Aguilar

Explica el Padre Osa, en Diario de una Misión, de la Cadena COPE, que «los misioneros de África llegaron a Kinshasa en 1962, donde levantaron una parroquia» de la nada. Hacía sólo 3 años que se habían celebrado las primeras elecciones libres que pusieron fin a la colonización belga, y el país se hallaba sumido en una extrema inestabilidad y confusión. Los Padres Blancos vieron que se necesitaba, en el barrio en el que trabajaban, una maternidad y un centro de salud. Así comenzó su misión en el Congo, tres años antes de la llegada al poder de Mobutu Sese Seko, el líder que se autoproclamó padre de la patria, y le puso el nombre de Zaire, vigente hasta 1997.

Cuando llegaron las guerras, los misioneros no abandonaron aquella tierra. «Hoy trabajamos en dos parroquias desde donde llegamos a todo el entramado social», cuenta Manu Osa. «Ayudamos a educar a los niños, y a disfrutar de su niñez», afirma. Tarea ardua, si se tiene en cuenta que la guerra en el Congo dejó miles de huérfanos y niños de la calle, víctimas de «la violencia, la droga y la delincuencia, sin recibir ninguna atención social».

El primer trabajo del Padre Osa en el Congo fue en un campo de refugiados, donde la mitad de la población era menor. «Allí ves cosas tan impactantes, como el hecho de que madres se prostituyan para darles de comer». «Es muy difícil que los niños se reintegren y superen aquello, sobre todo teniendo en cuenta que han tenido que disparar o incluso violar a personas cercanas a su entorno», explica el misionero.

Más de 120.000 niños se han enrolado en milicias subsaharianas tras la guerra del Congo. El Padre Osa señala que «la mejor manera de afrontar estas situaciones es integrarles, proporcionándoles formación, pero sobre todo, permitiéndoles que hablen a corazón abierto de sus inquietudes». Y para eso, pusieron en marcha la Comunidad de Vida, una casa que acoge a niños huérfanos y de la calle, «que nos ocupa buena parte del tiempo. Formamos una familia».

Nuestra prioridad es la formación

Al día de la misión de los Padres Blancos en Kinshasa, le faltan horas. «Organizamos actividades para los jóvenes: deportes, conciertos, concursos… A través de Cáritas, llegamos a los más pobres y necesitados. También colaboramos en la enseñanza con los profesores y padres de alumnos», cuenta el misionero.

También trabajan por mejorar la sociedad congoleña. Según cuenta Manu Osa, «tenemos buenas relaciones con funcionarios, con responsables políticos, y defendemos la igualdad de la mujer con iniciativas que ayudan a su valoración. Eso sí, nuestra prioridad en todo nuestro apostolado es la formación. La formación intelectual, y la formación humana, y espiritual, por la paz, la convivencia, la solidaridad, y, por supuesto, la catequesis y la formación bíblica, sin dejar de lado la asistencia a los más necesitados».