China diez años después - Alfa y Omega

China diez años después

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Foto: EFE/Osservatore Romano

El 30 de junio de 2007 se publicaba un importante documento de Benedicto XVI dirigido a la Iglesia en China. Una carta que constituía un referente magisterial sobre la particular situación de la Iglesia católica en el gigante asiático, aplicando a un tiempo los principios fundamentales sobre la naturaleza de la Iglesia y la comunión eclesial. A pesar de la amplia difusión de esta carta, todavía no se ha conseguido acotar la particular situación que vive la Iglesia en un país con unos 15 millones de católicos.

Los criterios de análisis y las propuestas eclesiológicas del documento siguen hoy aportando luz a la delicada situación de la comunidad católica en China, que se debate en un continuo contraste entre la apertura de una sociedad cada vez económicamente más desarrollada, al mismo tiempo que en el orden de la libertad religiosa sigue afrontando situaciones de un control cada vez más restrictivo.

El Papa Francisco, a la pregunta de un periodista el 19 de agosto de 2014, en el momento en el que por primera vez un Romano Pontífice pudo sobrevolar el espacio aéreo del territorio de la República Popular de China, contestaba diciendo: «Nosotros respetamos al pueblo chino; solamente la Iglesia pide libertad para su misión, para su trabajo, ninguna otra condición». Y continuó citando el documento de Benedicto XVI: «Esta carta hoy es actual. […] Es siempre la Santa Sede quien se abre a los contactos: siempre, porque tiene una verdadera estima por el pueblo chino».

Este deseo de diálogo con las autoridades chinas sigue siendo una de las actitudes fundamentales por parte de la Santa Sede para dotar a la Iglesia en China de los cauces de libertad y comunión que le permitan llevar a cabo su labor evangelizadora como en otras partes del mundo. Un diálogo que viene expresado en el respeto mutuo pero que no puede cuestionar temas fundamentales que afecten a la naturaleza misma de la Iglesia y a su misión. Por ello el camino que recorrer todavía parece largo pues son numerosos los desafíos que afectan tanto a las autoridades del Gobierno chino como a la misma Iglesia.

En su carta el Papa Benedicto XVI fijó el 24 de mayo como Jornada de Oración por la Iglesia en China, una iniciativa que nos debe animar a todos a seguir rezando por este noble pueblo, por sus gobernantes y por la Iglesia en esta gran nación.

Esteban M. Aranaz