«España empezó mal con la acogida a refugiados. Ahora vamos regular» - Alfa y Omega

«España empezó mal con la acogida a refugiados. Ahora vamos regular»

Nuestro país acogerá 500 personas más al mes. Una experta de Comillas lo valora

María Martínez López
Foto: EFE

Bienvenido sea el compromiso del Gobierno de acoger 500 solicitantes de asilo más al mes hasta septiembre, pero «no podemos echar las campanas al vuelo». Así recibió Cristina Gortázar, directora de la Cátedra Jean Monnet de la Comisión Europea y experta en migraciones, refugiados y derechos humanos de la Universidad Pontificia de Comillas el anuncio que hizo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría el miércoles.

Desde septiembre de 2015, cuando la Comisión Europea asignó a los países las cuotas de refugiados que cada uno debía reubicar, España solo ha acogido 1.488 personas de las 17.331 que tenía asignadas; un 8,5 %. «La Comisión Europea es muy consciente de que en dos meses que quedan para que cumpla el plazo, no van a entrar los 15.000 que faltan –asegura Gortázar–. Por eso lo que piden es que todos los países acojamos hasta septiembre a 1.500 procedentes de Italia y a otras 3.000 de Grecia».

Es decir, el triple de los 1.500 extra a los que se ha comprometido el Gobierno (500 mensuales durante tres meses). La directora de la cátedra Joan Monet matiza que cuando llegue septiembre, al no haber cubierto el total, lo que falte «no se va a perdonar, seguiremos recibiendo hasta cumplirlo». Con 500 al mes, quedarían aún unos 30 meses, dos años y medio.

Por qué fracasó el sistema de asilo

Con todo, también reconoce que en «los últimos meses la acogida ha ido mejorando. Empezamos muy mal, y ahora vamos regular. Pero no me gustar cargar contra España como si fuéramos los únicos que no cumplimos las cuotas de reubicación». Europa tenía un sistema de asilo preparado para atender un goteo de solicitudes, pero no la llegada de miles de personas en muy poco tiempo como ocurre desde 2015. «Por eso fracasó estrepitosamente», entre otras cosas porque no había mecanismos consolidados para obligar a los países a acoger.

¿A qué se debe la reticencia de la mayoría de los estados? «No es por el coste económico, porque por cada persona reubicada hay apoyo económico por parte de las instituciones europeas». Gortázar ve en ello más bien falta de voluntad política. En el caso de España, no total; pero sí una voluntad «escasa». No se desea abandonar al refugiado a su suerte, pero «no se ha estado dispuestos a poner toda la carne en el asador».

Nuestro país no está acostumbrado a recibir solicitantes de asilo y los recursos eran muy escasos. «Poco a poco se han ido haciendo convenios con entidades sociales y creando otros lugares de recepción. Esos 500 más al mes que van a venir es lo que se ha mejorado la capacidad de acogida. Pero si se hubiera priorizado esto se podrían haber destinado más recursos desde hace tiempo».

La falta de voluntad de las administraciones se junta, en ocasiones, con la falta de voluntad de los refugiados, que prefieren ir a unos países que a otros. «No se puede reubicar a una persona en contra de su voluntad», porque esto termina derivando en movimientos secundarios del país de reubicación a otro, explica Gortázar. Pero por otro lado «oos solicitantes de refugio tienen que ser muy conscientes de que ellos también tienen obligaciones, como registrarse [muchos no quieren para no ser reubicados e intentar llegar al país que desean, ndr] y aceptar la distribución».

Hacia un nuevo modelo

La experta de Comillas confía en que esto se pueda solventar con el nuevo Sistema Común de Asilo que se está preparando. Adelante que, con esta nueva forma de trabajar, «los países tendrán una cuota objetiva de solicitantes de asilo a los que pueden atender en función de su tamaño, población, PIB… Cuando se supere esta cuota los solicitantes serán reubicados y los países que no hayan alcanzado todavía su cuota tendrán que aceptarlos, o asumir multas muy elevadas».

Confía en que se avance hacia un sistema de distribución «con criterios objetivos». Es decir, que sin que el refugiado tenga derecho a elegir a qué país va, la asignación no sea aleatoria. Entre estos criterios, cita el lingüístico –mandarles a un país donde sea oficial o se hable de forma generalizada la lengua europea que ellos conozcan–, y el familiar –que ya existe pero debe ser ampliado–.

También sugiere que se los reubique en países donde puedan demostrar que han estado trabajando o estudiando en el pasado, o donde haya alguna persona con la cual tengan una relación de amistad y esta persona se comprometa a ayudarles. Con todo esto –sostiene– se favorecería la integración.