Su hija era «incompatible con la vida». Le dijeron: «Aborta ya. Si no, te saldrán estrías» - Alfa y Omega

Su hija era «incompatible con la vida». Le dijeron: «Aborta ya. Si no, te saldrán estrías»

En Chile, donde se prepara la despenalización del aborto en tres supuestos, una plataforma provida ha editado el libro Testimonios por la vida, una recopilación de historias de mujeres que siguieron adelante con su embarazo a pesar de que sus hijos tenían enfermedades incompatibles con la vida, suponían un riesgo para su salud o habían sido concebidos en una violación

María Martínez López
Foto: Testimonios por la vida

Con cinco años de diferencia, Consuelo y su marido perdieron a dos hijas por anomalías incompatibles con la vida. Las dos niñas, Natasha e Isabella, murieron durante el embarazo. Sin embargo, en ningún caso la pareja se planteó abortar. «Lucharemos como familia hasta el final, y si pasara una tercera vez lucharía con la misma fuerza sin pensarlo dos veces», escribía después del diagnóstico de Isabella.

El de Consuelo es uno de los 80 Testimonios por la vida que la plataforma del mismo nombre ha publicado en un libro en Chile. El objetivo es intentar frenar la despenalización del aborto en tres supuestos: violación, anomalía incompatible con la vida y riesgo para la salud de la madre. Chile, uno de los primeros países latinoamericanos en despenalizar el aborto, volvió a ilegalizarlo en 1989 sin que afectara ni a la salud ni a la mortalidad materna. Entre 1967 y 2007, esta se redujo en un 94 %.

La semana pasada, a la nueva ley le faltó solo un voto para ser aprobada. Los tres supuestos contaban con apoyo mayoritario; no así que se permita abortar a las menores de 14 años, la medida que hizo que un representante democristiano votara en contra. Sin embargo, la ley no ha sido derrotada y podría seguir su tramitación en breve.

80 testimonios entre más de mil

El libro editado por Testimonios por la vida recoge historias de mujeres que se enfrentaron a cada uno de los tres supuestos que se quieren despenalizar, y a pesar de todo siguieron adelante. Han sido seleccionados entre más de mil publicados desde 2015 en la página del mismo nombre. También recoge testimonios de mujeres que se arrepienten de haber abortado.

Cuando Consuelo y su novio se quedaron embarazados de Natasha, llevaban tres años de noviazgo. Recibieron la noticia con mucha alegría porque «desde que nos conocimos hablábamos de tener hijos». Después de un primer susto porque la pequeña no se movía en las ecografías, todo parecía ir bien.

Hasta que un mes después, al hacerse otra, el ginecólogo diagnosticó un higroma quístico, una protuberancia en el cuello que determinó como «incompatible con la vida». Mientras Consuelo asistía atónica al diagnóstico, se volvió a ella y le sugirió: «Aprovecha que estás acá para hospitalizarte y hacerte un aborto. ¿Para qué esperar más? Te saldrán estrías».

Foto: Testimonios por la vida

«Conocí el amor más grande»

A pesar de todo, Consuelo y su novio decidieron seguir adelante. Ecografías posteriores añadieron otro problema: el feto tenía líquido acumulado en el abdomen. Sin embargo, cuando pasaron la semana 20, el límite de vida que todos los médicos les habían dado, la familia empezó a tener esperanza.

Al final, una ecografía un 10 de mayo, Día de la Madre en el país, desveló que la pequeña Natasha no vivía, y que lo que le pasaba era síndrome de Turner, la ausencia de un cromosoma X en las hembras. Nació con «23 centímetros y 490 gramos, que me llenaron de admiración. Conocí el amor más grande por primera vez». Todo ello ocurrió en 2010.

«¡Otra hija tengo que enterrar!»

Cinco años más tarde, Consuelo se había casado con su novio, y además de Natasha tenían un hijo de un año y medio, y estaban esperando a Isabella. «Al realizarme un doppler se nos cayó una cubeta de agua helada. Nos confirmaron que padecía múltiples malformaciones en el rostro, cerebro y corazón». El diagnóstico era trisomía 13, una anomalía cromosómica que en la mayoría de los casos acaba con la vida del niño antes de nacer, aunque algunos pueden sobrevivir horas, semanas o meses. «Nos dijeron que nos preparáramos para lo peor».

«¡Otra vez, otra hija tendré que enterrar! ¡Otra vez tendremos que elegir un cajón en lugar de una cuna!», fue el grito que se les vino a la cabeza. «Se lo dijimos a nuestras familias y nos fuimos a refugiar a nuestra casa. Sí, lloramos los tres. Mi hijo de un año y nueve meses había formado con Isabella un lazo increíble, metía comida en mi ombligo y me daba besos todo el día en la panza».

Isabella nació sin vida después de un parto espontáneo. Pero Cuando Consuelo envió su testimonio, la niña todavía crecía en su vientre. «Desde el diagnóstico hemos vivido el día a día con ella. Hoy, ya con 34 semanas, se mueve muchísimo, responde cuando le hablamos, y a pesar de que en cada ecografía hay más noticias desalentadores nosotros miramos más allá. Lucharemos como familia hasta el final, y si pasara una tercera vez lucharía con la misma fuerza sin pensarlo dos veces», aseguraba.