«Nos hemos alejado del sentido original de la creación» - Alfa y Omega

«Nos hemos alejado del sentido original de la creación»

«Hacemos un llamamiento urgente a quienes ocupan puestos de responsabilidad para que escuchen el grito de la tierra y atiendan las necesidades de los marginados, pero sobre todo para que respondan a la súplica de millones de personas y apoyen el consenso del mundo por el cuidado de la creación herida», aseguran el Papa y el patriarca ortodoxo Bartolomé en un mensaje conjunto por la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación

Redacción
El Papa Francisco y el patriarca Bartolomé en una imagen de archivo

La tierra nos fue encomendada por el Creador como un don maravilloso. Pero el «escenario decadente» que marca la historia del mundo se ha manifestado también en nuestro «insaciable deseo de manipular y controlar los recursos limitados del planeta», cediendo a la avidez por las «ganancias sin límites» prometidos por el mercado. Así nos hemos alejado del «sentido original de la creación», y los primeros que pagan la factura de esta traición del plan de Dios son «los que viven en pobreza en cada rincón del planeta». Por ello es necesario rezar a Dios para agradecerle por el don de la creación, pero también para pedirle que sostenga el compromiso por el cuidado y la protección de la creación. Y también es necesario que los que tienen responsabilidades políticas, económicas y sociales escuchen «el grito de la tierra» y la súplica de los millones que imploran «la curación de nuestra creación herida».

No es un simple manifiesto «verde», sino un verdadero grito de oración el mensaje que el Papa Francisco y el Patriarca de Constantinopla Bartolomé han escrito juntos, en la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que se celebra este viernes, para pedir a «todos los hombres de buena voluntad» que dediquen tiempo a rezar por el medio ambiente.

El Sucesor de Pedro y el Sucesor de Andrés invitan a reconocer que las historias del mundo se entrelazan con el misterio de la creación y con el misterio de la naturaleza humana, herida por el pecado original. Y, al mismo tiempo, y propio por este motivo, sugieren también una mirada crítica y original sobre el modelo de desarrollo triunfante y sobre las responsabilidades de quienes tienen el poder.

Un don traicionado

Las sagradas escrituras, subrayan el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé en las primeras páginas del mensaje, revelan que desde el principio Dios quiso que la humanidad cooperara con la preservación y con la protección de la creación. «Al comienzo, como se lee en el Génesis, “aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo” (Génesis, 2, 5). La tierra nos fue encomendada como un don sublime y una herencia, para la cual el género humano fue llamado a compartir hasta que, “al final”, todas las cosas del cielo y de la tierra sean restauradas en Cristo».

Pero, a pesar de este plan bueno, la historia del mundo ha hecho que surgiera un contexto diferente, marcado por «un escenario moralmente decadente», en el que la actitud de los hombres hacia la creación ha obscurecido progresivamente la vocación de los hombres de ser «cooperadores de Dios». La pulsión de interferir en el «delicado y equilibrado ecosistema del mundo», el insaciable deseo «de manipular y controlar los recursos limitados del planeta», y la avidez por las «ganancias sin límites del mercado» nos han alejado «del sentido original de la creación». Ahora, prosiguen Bartolomé y Francisco, «ya no respetamos la naturaleza como un don compartido. En cambio, la consideramos una posesión privada». No nos ponemos de acuerdo con la naturaleza para sostenerla y, por el contrario, la dominamos «para afirmar nuestras construcciones».

Pagan los pobres

Las consecuencias de este proceso de alejamiento, se lee en el mensaje suscrito por el Papa Bergoglio y el Patriarca ecuménico, son «trágicas y duraderas». «El ambiente humano y el ambiente natural se deterioran juntos, y este deterioro del planeta pesa sobre los pueblos más vulnerables». El impacto del cambio climático «golpea principalmente a los que viven en la pobreza en cada rincón del planeta. Nuestro deber de usar los bienes de la tierra de manera responsable –escribieron el Papa y el Patriarca– implica el reconocimiento y el respeto por todos los pueblos y todas las criaturas vivas. La llamada urgente es el desafío para cuidar la creación son una invitación a toda la humanidad para que lleve a cabo un verdadero desarrollo sostenible e integral».

El Señor y el corazón de los potentes

Frente al escenario descrito los dos pastores cristianos, unidos también «por el común cuidado de la creación de Dios, y reconociendo la tierra como un bien compartido», invitan con fervor a todos los hombres de buena voluntad «a dedicar un tiempo de oración por el ambiente el primero de septiembre». Una oración para agradecer al Creador amoroso» por el «noble don de la creación» y también para pedirle que apoye un renovado compromiso por el cuidado y la preservación de la creación: «después de todo, sabemos que trabajamos en vano si el Señor no está a nuestro lado».

A Dios, Bartolomé y el Papa Francisco piden cambiar la manera con la que los hombres se relacionan con el mundo. Y la oración que dirigen a Dios, para que toque los corazones de los hombres, está implícitamente relacionada con el llamamiento que el Papa Francisco y Bartolomé dirigen a los que tienen el poder: «Apelamos con urgencia a todos los que están en posición de responsabilidad de tipo social y económica, o política y cultural», escribieron los dos pastores, «para que escuchen el grito de la tierra y presten atención a las necesidades de los marginados, pero, sobre todo, para que respondan a la súplica de millones de personas de sostener un común compromiso del mundo por la cura de nuestra creación herida». «Estamos convencidos de que no puede haber una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si la respuesta no es concertada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida y confiable, si no da prioridad a la solidaridad y al servicio».

Vatican Insider / Redacción

Mensaje conjunto del Papa y de Bartolomé

La historia de la creación nos presenta una vista panorámica del mundo. La Escritura revela que, «en el principio», Dios quiso que la humanidad cooperara en la preservación y protección del medio ambiente. En un primer momento, como se lee en el Génesis, «no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo» (2,5). La tierra nos fue confiada como un don y un legado sublime, del que todos somos responsables hasta que, «al final», todas las cosas en el cielo y en la tierra serán recapituladas en Cristo (cf. Ef 1,10). Nuestra dignidad y bienestar humano están profundamente conectados con nuestro cuidado por toda la creación.

Sin embargo, «mientras tanto», la historia del mundo presenta un contexto muy diferente. Revela un escenario moralmente decadente donde nuestra actitud y comportamiento hacia la creación oscurece nuestra vocación como cooperadores de Dios. Nuestra propensión a interrumpir los delicados y equilibrados ecosistemas del mundo, nuestro deseo insaciable de manipular y controlar los recursos limitados del planeta, y nuestra codicia ilimitada de ganancias en los mercados, todo esto nos ha alejado del sentido original de la creación. No respetamos ya la naturaleza como un regalo compartido; por el contrario, la consideramos una posesión privada. Ya no nos relacionamos con la naturaleza para sostenerla, sino que la dominamos para sostener nuestras propias invenciones.

Las consecuencias de esta cosmovisión alternativa son trágicas y duraderas. El medio ambiente humano y el de la naturaleza se están deteriorando juntos, y este deterioro del planeta recae sobre las personas más vulnerables. El impacto del cambio climático afecta, ante todo y más que nada, a los que viven en la pobreza en todos los rincones del mundo. Nuestra obligación de usar los bienes de la tierra con responsabilidad implica el reconocimiento y el respeto de todas las personas y de todos los seres vivos. La urgente llamada y el desafío de cuidar la creación son una invitación dirigida a toda la humanidad para que trabaje en favor de un desarrollo sostenible e integral.

Por tanto, unidos en un mismo interés por la creación de Dios y reconociendo la tierra como un bien a compartir, invitamos fervientemente a todas las personas de buena voluntad a que el 1 de septiembre dediquen un tiempo de oración por el medio ambiente. Con este motivo, queremos dar las gracias al Creador amoroso por el gran don de la creación y comprometernos en su cuidado y preservación por el bien de las generaciones futuras. Después de todo, sabemos que nuestro trabajo es en vano si el Señor no está a nuestro lado (cf. Sal 126-127), si la oración no está en el centro de nuestra reflexión y celebración. En efecto, un objetivo de nuestra oración es cambiar el modo en que percibimos el mundo para modificar la manera de cómo nos relacionamos con él. El objetivo de nuestro compromiso es el de empeñarnos en alcanzar una mayor simplicidad y solidaridad en nuestras vidas.

Hacemos un llamamiento urgente a quienes ocupan puestos de responsabilidad social y económica, así como política y cultural, para que escuchen el grito de la tierra y atiendan las necesidades de los marginados, pero sobre todo para que respondan a la súplica de millones de personas y apoyen el consenso del mundo por el cuidado de la creación herida. Estamos convencidos de que no puede haber una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si no se da una respuesta concordada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida y responsable, si no damos prioridad a la solidaridad y al servicio.

Vaticano-Fanar, 1 de septiembre de 2017

Papa Francisco
Patriarca Ecuménico Bartolomé