La ola. La violencia del silencio - Alfa y Omega

Es 1967 en un instituto de Palo Alto, California. Las paredes de una clase —de lo que sería nuestro 4º de la ESO— están forradas de las marchas antirracistas de Martin Luther King. La guerra de Vietnam está a flor de piel. El totalitarismo europeo se estudia de cerca. Ron Jones, un profesor con ganas de cambiar el mundo, da clase de historia en su primer año como docente. Y enseña a sus alumnos a pensar, a tener conciencia crítica. Ese aprendizaje se materializará en un experimento en el que los chicos vivirán, en primera persona, que las estructuras totalitarias no son tan ajenas al ser humano. Que el hombre en cuanto calla, o necesita pertenecer al grupo, puede caer en ellas. Puede defenderlas, incluso. Los alumnos vivirán en su propia piel que, como diría Burke, «para que triunfe el mal solo es necesario que el hombre bueno no haga nada».

Un día, una pregunta surge en la clase. ¿Cómo pudieron los alemanes afirmar que no sabían nada de lo que ocurrió en los campos de exterminio? Es más: ¿Cómo tanta gente pudo aplaudir el totalitarismo de Hitler? Lo explica Zimbardo en El efecto Lucifer: tras una exhaustiva investigación, el psicólogo determina que, casi cualquier persona puede abandonar su moral y colaborar en la violencia y en la opresión. Sea por acción directa, o por inacción, la gran mayoría sucumbe ante su lado oscuro cuando se da un ambiente influyente. La ola es el ejemplo.

Durante varias semanas, un profesor propuso a sus alumnos que siguieran una serie de reglas estrictas para experimentar, en primera persona, lo fácil que es convertirse en parte de una estructura totalitaria. Fue un proceso lento en el que, de primeras, había algunos detractores y otros entusiastas. Pero la mayoría terminó por onnubilarse y aceptar sin reservas lo que Jones propuso. Se creó un microcosmos de control, vigilancia e incluso violencia entre compañeros.

Muchos recordarán la historia similar en la película homónima, del alemán Dennis Gansel, centrada en un colegio alemán en el siglo XXI. Pero este proyecto teatral, que se puede ver estos días en el Teatro Valle Inclán de Madrid, nace tiempo atrás, hace más de una década, cuando su director, Marc Montserrat Drukker, conoció que un grupo de jóvenes actores aficionados representaban en un kibbutz israelí un experimento real sobre el fascismo nazi. Investigando, Marc llegó hasta la obra original del propio Ron Jones, el profesor, titulada The third wave (La tercera ola), un artículo de 15 páginas publicado en 1976. La obra que él dirige se basa, exclusivamente, en dicho texto original. Hasta se puso en contacto con Jones para contarle el proyecto, y con dos de los alumnos que vivieron en primera persona el experimento, Mark Hancock y Phileep Neel.

La obra, en palabras del propio director, y de quien se siente en la butaca a disfrutarla, tiene un claro mensaje: el silencio es violento. “De lo que habla la obra realmente es del silencio, de la pasividad, de callar cuando algo está mal. La no acción ha sido el mal de todos los tiempos”, explica Montserrat Drukker.

Otro de los temas sobre los que se reflexiona en esta obra, de casi tres horas de duración, es de la vulnerabilidad de los adolescentes. el caldo de cultivo es cuánto les influye el exterior y la necesidad de pertenencia al grupo. Sumadle la imposibilidad, en aquel tiempo, de contrastar la información. Otro de los temas clave es la importancia de la educación. Sin conocimiento, hay miedo a lo desconocido. Y ya se sabe lo que ocurre con el miedo: es la mejor forma de control.

Es el primer montaje teatral que se hace en torno a este experimento. Y totalmente recomendado para aprovechar el arte teatral, y el tiempo libre, en torno a la reflexión de temas fundamentales. La escenografía está muy cuidada: 7 alumnos, un profesor y una clase, lugar donde se gesta todo el cambio. Lo verán, psicológica y físicamente. Terminarán por sentirse –muy acertadamente- arte y parte del asunto. El espectador podría ser, perfectamente, uno de ellos.

Enhorabuena a Ignacio García May por la adaptación del texto original de Jones. A Xavi Mira, el profesor, por su magnífica actuación. Y con mucha responsabilidad, además, porque es el único que representa a una persona real. Es impresionante el cambio que se gesta en él. Igualmente el reparto de alumnos, eso sí, personajes ficticios: Javier Ballesteros, David Carrillo, Jimmy Castro, Carolina Herrera, Ignacio Jiménez, Helena Lanza y Alba Ribas. Cada uno es único. Maravillosos.

No puedo terminar sin contaros lo emocionante que fue ver el teatro lleno de alumnos y profesores. Así es como se gesta el cambio. Con pensamiento y educación.

Cristina Sánchez Aguilar @csanchezaguilar

La ola

★★★★☆

Teatro:

Teatro Valle Inclán

Dirección:

Calle Valencia, 1

Metro:

Lavapiés

OBRA FINALIZADA