La misión de Jesús para las personas con discapacidad - Alfa y Omega

La misión de Jesús para las personas con discapacidad

Las comunidades Fe y Luz han celebrado en España su primer encuentro internacional de jóvenes. Los discapacitados «tienen derecho a la vida, pero también tienen una misión que Jesús les ha encomendado»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Fe y Luz

«La persona con discapacidad tiene una fe sencilla y que va a lo esencial, y de la que podemos aprender mucho. Las personas creyentes que tenemos otro tipo de discapacidades a veces nos preocupamos demasiado por nuestra vida espiritual, por nuestros métodos de oración, por cómo avanzar. Ellos parten de “Jesús me ama” y de compartir con los demás, y son felices», dice Álvaro Gómez, coordinador de la Provincia Iberatlántica del movimiento Fe y Luz, y organizador de su encuentro internacional de jóvenes, que tuvo lugar en Guardamar del Segura este verano, al que asistieron 165 jóvenes de África, Asia, América Latina y Europa.

Las comunidades Fe y Luz, fundadas en 1971 por Jean Vanier y Mª Helene Mathieu, son unas comunidades cristianas cuyo corazón son las personas con una discapacidad mental, de cualquier tipo y de cualquier edad. Son comunidades de unos 25-30 miembros que se encuentran regularmente para compartir la oración, la vida, la fe, la Eucaristía u otra celebración religiosa, pero también para compartir cualquier actividad que ayude al crecimiento y al fortalecimiento de los lazos de sus miembros.

«No son comunidades de vida, sino de encuentro –explica Álvaro–. Nos encontramos una vez al mes, normalmente en una parroquia, y trabajamos la formación y crecimiento en la fe, adaptándonos al ritmo de cada persona. Luego hay una celebración de la Eucaristía o de la Palabra, y terminamos con un momento festivo, de compartir, para vivir la fraternidad».

En España están presentes en 15 diócesis, y muchos de sus jóvenes participaron en el encuentro internacional de este verano. «En Fe y Luz creemos que todas las personas son amadas por Dios de forma única e irrepetible, sea cual sea su discapacidad –explican desde la organización–. Creemos que las personas con discapacidad nos enseñan y son maestras también en la fe, y un tesoro para nuestra Iglesia. Son también personas llamadas por Jesús para una misión y tenemos que ayudarles a encontrar su lugar en la Iglesia y en el mundo. Son personas con muchas capacidades y maestras en el arte de amar y acoger, que en definitiva es los más importante. Creemos que Dios ha escogido lo débil del mundo para confundir a los sabios y a los fuertes…

Tienen derecho a la vida, claro, pero también derecho a ser escuchadas, a atender sus necesidades humanas en todas sus dimensiones, incluida la religiosa».