El arzobispo de Madrid a la Curia diocesana: «Os invito a desconcertar al estilo de Jesús» - Alfa y Omega

El arzobispo de Madrid a la Curia diocesana: «Os invito a desconcertar al estilo de Jesús»

Esta mañana, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha presidido la Eucaristía de inicio de curso de la Curia diocesana en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. Junto al cardenal, han concelebrado el obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, los vicarios episcopales, delegados, sacerdotes y varios seminaristas

Carlos González García
Foto: José Luis Bonaño

En su homilía, el prelado ha animado a los presentes a «hacer experimentar a los que llegan a nosotros lo que decíamos en el salmo 144: «El Señor es bueno con todos»». Así, «ojalá provoquemos que el Señor sea bendecido, que hagamos decir desde lo más profundo del corazón que las hazañas del corazón son las que merece la pena imitar y vivir», y «ojalá seamos capaces de manifestar con nuestra vida la gloria y la majestad del Reino de Dios».

El Señor, ha subrayado el cardenal, «quiere que vivamos una experiencia necesaria para anunciarle a Él». De esta manera, si queremos anunciar a Jesucristo, «tenemos que despojarnos del hombre viejo y acercarnos al hombre nuevo en la medida en que vamos conociendo a Jesucristo, dejándole entrar en nuestra vida, haciendo posible que aparezca ese hombre nuevo, que se manifiesta y se revela en Jesucristo». Él, ha continuado, «nos invita a revestirnos del bien y a acoger en nuestra vida su mirada». Y, en ese deseo, «ojalá sepamos acoger su pensamiento», que «nos hace bien a nosotros y a los demás, para los que trabajamos en la curia, en toda la Iglesia diocesana, de diversas maneras y con actividades diferentes». Porque acoger la mirada, el pensamiento, los sentimientos y las obras del Señor, ha aseverado, «es fundamental».

«Jesús no dio un amor a bajo precio, pero amó»

Además de revestirnos de Cristo, ha animado a los fieles de Madrid a dejarnos mirar por Él: «¡Qué maravilla es pasar tiempos dejándonos mirar por Jesucristo, con la mirada que tuvo a los apóstoles y que tiene siempre a sus discípulos!». Así, dejarnos mirar por dentro, «porque nosotros también tenemos hambre; no solo de pan, sino de felicidad, de estar a gusto, de hacer posible que todos los que llegan a nuestra vida reciban el mismo abrazo de Dios». Tenemos necesidad de ser saciados y de «dejarnos mirar por dentro y por fuera», ha subrayado, «más aún en este momento de la historia, de algo que merece la pena».

El arzobispo de Madrid, así mismo, ha recordado que tenemos una misión urgente: «Llenarnos de la vida de Jesucristo». Las bienaventuranzas proclamadas por el Evangelio de san Lucas, ha dicho, tienen una fuerza «singular y especial», porque «nos hacen ver que somos dichosos si realmente nos encontramos con Cristo –la primera bienaventuranza– y nos llenamos de su vida». Si nos llenamos de su vida, «todo cambia». En su homilía, ha destacado, también, la «simpatía» de Jesús por todos lo hombres, «excluidos e intocables», lo que «desconcertaba a sus contemporáneos». De la misma manera, ha animado a toda la Curia a «desconcertar al estilo de Jesús». Su corazón en carne «revela el corazón de Dios» y «allí donde hay un hombre o una mujer, Él va a sanar». Porque «siempre está con el corazón abierto, perdona, abraza, tiende, se acerca», y «esta es la Iglesia de Cristo», ha destacado el prelado. «Jesús no dio un amor a bajo precio, pero amó», y eso «es lo que tiene que hacer la Iglesia, es lo más necesario». El Señor es bueno con nosotros, concluyó, así que «seamos nosotros buenos con los demás: que nuestra curia y en los diversos lugares donde se hace presente, seamos capaces de hacer, a quienes lleguen, dichosos».

Bendición de la Virgen de la Almudena

Al término de la ceremonia, el cardenal ha bendecido la imagen de la Virgen de la Almudena, de la escultora Alicia Huertas, que ha sido instalada en el claustro del Arzobispado (c/Bailén, 8). Huertas ha reconocido sentirse «muy agradecida» porque la obra «se encuentre en este lugar tan especial». Un trabajo que ha dedicado a sus padres (en cuya mirada se inspiró para llevarlo a cabo) y que plasma la bondad y la belleza de la Virgen.