El cardenal Omella vuelve a pedir «cordura para nosotros y nuestros dirigentes» - Alfa y Omega

El cardenal Omella vuelve a pedir «cordura para nosotros y nuestros dirigentes»

Ante los «momentos complejos» que atraviesa Cataluña, el arzobispo de Cataluña pide «poner ternura» y «evitar la confrontación»

Ricardo Benjumea

«Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás».

Son palabras de la carta semanal del arzobispo de Barcelona con motivo de la Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona, a la que Juan José Omella pide «cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia».

Habla, una vez más, el arzobispo de Barcelona por elevación, sin descender a la situación concreta que atraviesa Cataluña, pero con claridad meridiana sobre cómo debe posicionarse la Iglesia en un momento en que «nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura».

En términos similares se expresaba el cardenal Omella en vísperas del 11 de septiembre, en que se celebra la Diada de Cataluña. El purpurado animó a «todos» a «avanzar por el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de justicia, de libertad y de paz». Y, como plegaria para este año, pidió «que la sensatez y el deseo de ser justos y fraternos nos guíe a todos».

Términos, en muchos casos, idénticos a los que utiliza la nota de la Conferencia Episcopal Tarraconense del pasado 20 de septiembre. Los obispos de Cataluña, ante el «momento delicado» actual, animan «a todos, especialmente a los laicos cristianos, a ser responsables y comprometidos en la vida pública, para avanzar en el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto a los derechos y las instituciones y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de libertad y de paz».

Misericordia y esperanza

Celebramos la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Merced, que significa Misericordia. ¡Qué bella advocación, qué bello título! Nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura, hasta el punto de que sin ella difícilmente caminaremos por la senda del bien. Me sorprende y me duele mucho, por ejemplo, constatar que cada día hay más niños y jóvenes que viven crispados, tensos, con mucha agresividad en su interior. Son muchos los casos, demasiados, en los que determinadas decisiones de sus padres les llegan a abrir duras heridas, difíciles de cerrar y de cicatrizar. La ruptura familiar produce mucho dolor, y los chavales no han podido vivir en un clima de paz el amor, la ternura, la misericordia.

El próximo año 2018 celebraremos el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por san Pedro Nolasco en la ciudad de Barcelona. Cuando Pedro Nolasco y los mercedarios rescataban a los esclavos les mostraban la ternura de una comunidad, de unas familias que los acogían y ese amor les daba esperanza. El amor engendra esperanza. Por eso, a la Virgen también le damos el bello título de Madre de la Esperanza.

La verdadera esperanza tiene su fundamento en Dios. Si no es así, si no se fundamenta en Dios, acaba por derrumbarse porque, al final, uno descubre que tarde o temprano los seres humanos fallamos. Sin embargo, nuestra experiencia como creyentes nos enseña que Dios no nos falla nunca. Él es esencialmente fiel. Fiel a sí mismo, fiel a las promesas, fiel a los humanos creados a su imagen y semejanza. Él tarda más o menos en cumplir sus promesas, pero las cumple siempre y en ello se fundamenta la esperanza.

Hermanos, no perdamos la esperanza en Dios. Él cumple siempre sus promesas y no abandona a su pueblo que confía en Él. Eso es lo que nos enseña la Virgen de la Merced, nuestra patrona. Ella confió siempre en el Amor bondadoso del Señor. La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. Dios siempre confía en el ser humano. Confía en cada uno de nosotros y espera siempre nuestra conversión a Él.

Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean. Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo. Confiemos en su ayuda.

Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares, ya que la Virgen de la Merced es también la patrona de los reclusos. Que santa María nos mantenga firmes en la fe y nos haga testigos de esperanza en medio de nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades y problemas que encontremos.

† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona