«Haciendo lo que quería Faustino Míguez» en la India - Alfa y Omega

«Haciendo lo que quería Faustino Míguez» en la India

Las calasancias de la Divina Pastora ofrecen formación en inglés a los hijos de familias tribales de un pequeño pueblo del noreste de la India

María Martínez López

En Ranchi y Derang, en el estado indio de Jharkhankd, la canonización este domingo de Faustino Míguez se vivirá de forma especial. Dividida entre estas dos localidades está la comunidad más joven de las calasancias de la Divina Pastora, fundada en 2008.

«Para nosotras es muy importante, porque estamos en una realidad realmente necesitada y trabajando con los pobres, haciendo lo que él quería, educar a las niñas, y también a los niños, para que lleguen a ser buenas personas y miembros útiles de la sociedad», afirma a Alfa y Omega la hermana Inés Martincic, superiora de la comunidad. El ya pronto san Faustino era «un hombre que realmente dedicó su vida a los demás siendo muy de Dios», explica esta hija espiritual suya.

En Derang, un pequeño poblado de 800 habitantes en medio del bosque al noreste del país, las calasancias tienen una escuela para casi 400 alumnos desde infantil hasta 6º de Primaria. La fundó en 2007 el padre José Alfaro, un escolapio que «se siente llamado a construir colegios donde nadie lo va a hacer y luego las cede a los obispados –cuenta la religiosa, de origen argentino–. Nosotras nos hicimos cargo en 2009».

Clases en inglés

Antes de su llegada, en Derang solo había una escuela, pública y en hindi. La de las escolapias enseña a los niños, que hablan un dialecto tribal, tanto hindi como inglés. En los últimos cursos dan varias asignaturas en este último idioma. Algo que, asegura la hermana Inés, les ha hecho ganar muchos alumnos, porque además «en el centro del Gobierno los profesores faltaban mucho. Cuando los padres veían que nuestros profesores están todos los días y los niños aprenden, se han ido pasando a esta. Es una gozada, porque tienen tal interés por saber que te estimula a darles lo mejor».

También han empezado a acoger a alumnos de otros poblados, que «cada día hacen una hora de camino en bicicleta por el bosque, y otras veces andando». Por eso, junto a la escuela las religiosas han construido un albergue para 56 chicas de los pueblos más alejados.

La escuela no es totalmente gratuita. Las familias pagan 30 rupias (menos de medio euro) al mes. «Pedirles algo a cambio de la educación es ya una forma de educarles. Están acostumbrados sobre todo a recibir, y así les transmitimos que como padres deben responsabilizarse de que sus hijos tengan una buena formación», explica la religiosa.

Formación a los padres

No es la única labor que hacen con las familias. «Tres veces al año, para la entrega de notas, convocamos a los padres y aprovechamos para darles un poco de formación elemental sobre el cuidado de los hijos: alimentación, salud…».

La incidencia de enfermedades entre los niños movió a las religiosas a poner en marcha un dispensario anexo al colegio, pero la hermana Inés también está orgullosa de que «ya vamos viendo que los padres llevan a los niños al médico si están malos. Es un trabajo muy lento».

Devoción… y sincretismo

En Derang, las familias viven de la agricultura de subsistencia, en el cultivo de arroz. Son sobre todo protestantes, algunos animistas y un puñado de familias hindúes. «Pero tienen un sentido innato de lo religioso y un cierto sincretismo, y participan con la misma devoción de la Eucaristía que en cualquier otra celebración. Rezamos con ellos todos los días, y con los mayores trabajamos para que entiendan algo más».

Esta semana, la oración y asamblea de la mañana se ha dedicado en especial a preparar la canonización del padre Faustino. Y el 3 de diciembre, el obispo de la diócesis de Khunti celebrará una Eucaristía de acción de gracias a la que «hemos invitado a todas las comunidades religiosas de la diócesis, porque aquí todavía nos conocen poco».

Maestra de novicias gaditana

A 75 kilómetros y dos horas en coche tienen la casa de formación, donde hay seis novicias y otras nueve jóvenes candidatas que conviven con ellas. Cuatro aspirantes ya han hecho los votos temporales y son junioras.

A las novicias se les pide haber terminado la Secundaria, unos estudios que ofrece la misma casa de formación. «La mayoría se interesan por la vida religiosa para estudiar –reconoce la maestra de novicias, hermana Carmen Sánchez Siles–. Por eso se suelen marchar, antes o después de acabar la Secundaria». De las nueve que hay ahora, solo tres participan en un programa de discernimiento estrictamente vocacional.

Incluso para las que dan el paso adelante, el noviciado es largo. Las novicias que hay ahora llevan ya cinco años en la casa. «Traen una fe oral transmitida por sus padres. Todo es a base de oraciones, que es lo que les han transmitido los misioneros jesuitas» en el siglo que lleva presente la Iglesia en esta zona.

También expresan su devoción a través de la danza y el colorido de los adornos. «Les enseñamos otros métodos de practicar la fe, cómo crecer en la espiritualidad, a orar desde el silencio y la contemplación», explica la hermana Sánchez, nacida en Cádiz.